• Nación

Crianza en equipo: la importancia del diálogo entre padres

  • Municipios Puebla
La manera en que los padres se comunican, se coordinan y toman decisiones en conjunto influye directamente en el bienestar emocional, social y psicológico de los infantes y adolescentes

México.- La crianza de hijos e hijas es una de las responsabilidades más complejas y trascendentales en la vida de una familia. En este proceso, la manera en que los padres se comunican, se coordinan y toman decisiones en conjunto influye directamente en el bienestar emocional, social y psicológico de los infantes y adolescentes.

Un diálogo abierto, respetuoso y constante entre quienes cuidan favorece un desarrollo infantil más seguro y estable.

Cuando existe un diálogo abierto, respetuoso y constante entre los adultos a cargo, se construyen entornos más estables, coherentes y seguros para el desarrollo infantil. Por el contrario, la falta de acuerdos o las contradicciones frecuentes pueden generar confusión, inseguridad y tensiones en el hogar. En consecuencia, resulta fundamental reconocer que la crianza no es una tarea individual, sino una labor compartida que requiere colaboración, empatía y una visión común.

Comunicación como base de la crianza compartida

En acuerdo con esta postura, la Dra. Mariana Gutiérrez Lara, de la Facultad de Psicología de la UNAM, en la conferencia “Hablemos de los hijos. Comunicación de pareja para la crianza infantil y adolescente”, destacó la importancia del diálogo frecuente entre padres como eje central para una crianza efectiva y saludable.

Conflictos frecuentes en la pareja (antes y después de tener hijos)

Durante su intervención, la especialista señaló que en muchas ocasiones las parejas no conversan a fondo sobre cómo desean criar a sus hijos antes de tenerlos. Esto conduce a que el aprendizaje de la maternidad o paternidad se dé, en gran medida, a través del método de “ensayo y error”, lo que puede derivar en tensiones y desacuerdos.

A esta situación se añaden problemáticas relacionadas con la economía, la atención que se brindan uno a otro los miembros de la pareja, la falta de tiempo personal y la toma de decisiones cotidianas. Entre estas últimas se encuentran la distribución de las tareas domésticas o la elección del destino para las vacaciones familiares.

La influencia de la historia personal

Por otro lado, la crianza también es un terreno donde se reflejan las historias personales, las creencias culturales y las expectativas individuales del padre o la madre.

“Por ejemplo, alguien que creció con una disciplina muy estricta podría adoptar una crianza más flexible, mientras que quien sintió una falta de límites podría ahora ser más autoritario. Estas decisiones, aunque tengan buena intención, pueden chocar con las del otro progenitor y provocar tensiones constantes”, mencionó la maestra de la Facultad de Psicología.

Primeros conflictos: hábitos y rutinas

Algunos de los primeros conflictos que se dan con la crianza tienen que ver con los hábitos.

Cuando un bebé llega al hogar, las decisiones sobre alimentación, horarios de sueño y rutinas comienzan a generar tensión si no hay acuerdos previos.

Uno puede pensar que dormir con el bebé es necesario para crear un vínculo, mientras el otro considera que eso impide el descanso de ambos y crea dependencia. Conforme el menor crece, las discusiones sobre los hábitos giran en torno a si debe o no dormir temprano, o a los horarios para realizar actividades escolares o de ocio, entre otros temas.

Aunque parezcan triviales, estas diferencias impactan en la vida cotidiana y en la forma de ejercer el rol parental.

El reto de las tareas compartidas

Un conflicto que puede acrecentarse, si no se trabajó desde antes en la vida de pareja, es el de las tareas compartidas. La llegada de un hijo multiplica las responsabilidades domésticas, y es común que uno de los miembros de la pareja sienta que carga con más peso que el otro. La falta de un reparto equitativo de estas labores puede generar resentimiento, especialmente cuando uno percibe que el otro solo “ayuda”, en lugar de asumir su responsabilidad como corresponsable del hogar y la crianza.

Desautorización y disciplina

A medida que los hijos crecen, se presentan dos problemáticas muy comunes, en torno a la desautorización parental y la disciplina.

Es muy frecuente que los progenitores contradigan las decisiones del otro. Frases como “Dile a tu mamá” o “Tu papá es el que decide eso” no solo generan confusión en los hijos, sino que fomentan dinámicas de manipulación y debilitamiento de la autoridad conjunta.

“Esta falta de alineación impacta en la educación de los niños y debilita el vínculo entre los padres”, dijo la Dra. Gutiérrez Lara.

En cuanto a la disciplina, los padres pueden entrar en constante conflicto. Habrá quien enseñe con mano firme, y otro que crea en el diálogo y la libertad como herramientas principales. Además, el estado de ánimo, el estrés diario o incluso el cansancio pueden hacer que la forma de disciplinar cambie día a día, lo que transmite mensajes contradictorios a los hijos y agrava el conflicto entre los adultos.

Otros motivos de desacuerdo

Otra fuente frecuente de conflictos son las calificaciones escolares, las salidas sociales y las actividades extracurriculares, ya que cada miembro de la pareja puede tener perspectivas distintas sobre lo que es importante en el desarrollo de los hijos.

Mientras uno puede valorar el rendimiento académico como esencial, el otro podría priorizar el bienestar emocional o la integración social.

Finalmente, en las últimas décadas ha emergido otro motivo de desacuerdo en la crianza: el uso de dispositivos electrónicos. Cada padre o madre tiene un enfoque distinto sobre el valor o el riesgo que estos aparatos representan para el desarrollo infantil; por ello, se hace complicado decidir sobre cuánto tiempo deben pasar los niños frente a pantallas, qué tipo de contenidos pueden ver o si los dispositivos se utilizan como herramientas educativas o como “niñeras digitales”.

Dialogar: la clave

Sin embargo, los diferentes conflictos en torno a posiciones encontradas tienen una misma solución: la comunicación.

“Fortalecer la comunicación, reflexionar sobre las propias creencias y buscar acuerdos genuinos se vuelve esencial para construir relaciones sanas y criar hijos de forma conjunta y respetuosa”, indicó Gutiérrez Lara.

Para ello es necesario no tomarse de forma personal los comentarios, y no se debe asumir lo que el otro piensa sin verificarlo, ni juzgar a la pareja o a sus familias, ya que esto afecta profundamente la relación y la toma de decisiones conjuntas. A menudo se pierde de vista que la diversidad de opiniones no implica que uno esté equivocado, sino que existen múltiples formas válidas de acompañar el crecimiento de los hijos.

En lugar de enfocarse en quién tiene la razón o buscar culpables, se recomienda poner atención en resolver el conflicto de forma conjunta, con empatía y apertura. Reconocer que ambos padres son figuras de amor, protección y autoridad ayuda a distribuir la carga emocional y práctica de la crianza de manera más equitativa.

Claves para acuerdos saludables

De igual manera, se aconseja buscar puntos en común, confiar en las habilidades del otro, compartir los miedos y preocupaciones, y generar espacios de conversación —incluso sobre temas incómodos—, ya que estas acciones fortalecen el vínculo y favorecen acuerdos saludables.

Equilibrar el tiempo compartido como pareja, como familia y a nivel individual es clave para mantener relaciones sanas y funcionales.

Consejos para una comunicación efectiva

La experta de la Facultad de Psicología dio algunos consejos para una comunicación efectiva entre los padres, que también son útiles para cuidadores externos como los abuelos y los tíos:

- Antes de expresar cualquier mensaje, es recomendable preguntarse si lo que se va a decir es cierto, amable y necesario. Este filtro ayuda a mantener un diálogo respetuoso y constructivo, especialmente cuando se abordan temas sensibles.

- Es importante entender que discutir no es lo mismo que pelear; se puede disentir sin caer en el conflicto destructivo. Las conversaciones difíciles, aunque incómodas, pueden enriquecer la relación y fortalecer el entendimiento mutuo.

- Hay que mantener una mente abierta y flexible. La rigidez en las opiniones o la idea de que solo una forma de educar es válida puede romper la comunicación y generar conflictos dentro de la familia.

- No se debe excluir a uno de los padres de las decisiones y responsabilidades relacionadas con la crianza, ya que esto no solo perjudica la relación de pareja, sino que también limita al niño al privarlo de otras formas de aprendizaje y afecto.

- Es necesario establecer acuerdos claros y una comunicación constante con los cuidadores externos. Las diferencias en los estilos de crianza pueden generar tensiones si no se manejan adecuadamente, y en algunos casos puede ser conveniente cambiar de cuidadores si no se respetan las decisiones parentales.

Criar en pareja: compromiso y amor compartido

“Criar en pareja no significa estar siempre de acuerdo, sino saber negociar desde el amor y el compromiso compartido con los hijos. Reconocer que las dificultades en la crianza no son signos de fracaso, sino oportunidades para crecer como individuos y como familia, puede marcar una gran diferencia en la salud emocional de todos los involucrados”, reflexionó la Dra. Gutiérrez Lara.

¿Quieres mantenerte al tanto todas las noticias hoy en Puebla? ¡Explora más en nuestro portal ahora mismo!

Foto Especial

mala

Tags: 

municipios_interiores: 

Encuesta

¿Usted ha recibido apoyos del gobierno del estado en el último mes?