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Doña Caracolitos y la moraleja de esta historia

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Quien exigía disculpas a España por la Conquista, decide rendirse ante la urbanización más cara de Madrid

“Podría extraerse una posible moraleja: la que señalaba los límites de lo literario como aquellos que constituyen precisamente las fronteras de la naturaleza del hombre y enseñan más allá de la condición, idéntica por otro lado, de dioses y demonios.”

Camilo José Cela, Elogio de la fábula

“Ruin arquitecto es la soberbia; los cimientos pone en lo alto y las tejas en los cimientos.”

Francisco de Quevedo

¿A quién pidió consejo para mudarse a España? A “La Gaviota” no: ella, con mucho más dinero (limpio, al menos en apariencia) y con más nombre artístico que político, compró casa en Lomas Virreyes. Y aunque tampoco la disfrutó gracias al fervor de los fanáticos obradoristas, al menos lo intentó. ¿Salinas, Calderón, Peña Nieto? Tampoco: hasta donde se sabe, ninguno de ellos vive en La Moraleja, la exclusiva zona madrileña donde decidió instalarse la señora Beatriz Gutiérrez Müller.

La ex no primera dama prefirió escapar a la Madre Patria antes que aguantar lo que ya padeció Adán Augusto: gritos de “¡fuera, fuera, fuera!” en un estadio de beisbol. O lo que vivió Bartlett cuando huyó, con Julia incluida, de un restaurante de postín en la CDMX.

¿O será que huye de López, de Sheinbaum, del desastre que ella —Doña Caracolitos, por si hay dudas— ayudó a fraguar en México? Estoy convencida: ésa es la razón. Aunque claro, también asesta un buen revés al “segundo piso” de la Cuarta Deformación.

Porque más allá de evitar abucheos, Beatriz tiene miedos y tiene planes. Y que no nos salga ahora con la batea de babas de que se va para acompañar a su “pimpollo” de 18 años a la Complutense. Jesús Ernesto sobrevivió solito en Inglaterra; no necesita niñera madrileña. Ese cuento no se lo traga nadie.

He aquí lo importante: ¿de qué viven? ¿de qué vivirán?

Mudarse a La Moraleja, jurar fidelidad a Felipe VI y pagar rentas de 60 mil pesos mensuales por el departamento más cutre no se financia con regalías de libros olvidados ni con clases virtuales en la UNAM. Ni con el ISSSTE del marido.

Sí, Beatriz es investigadora nivel II del SNI, pero incluso sumando y multiplicando, las cuentas no salen. Y si alguien duda, basta revisar Idealista.com: un pisito de 41 metros supera los 8 millones de pesos. Eso no lo cubren ni los 200 pesos mágicos que AMLO presume en la cartera.

Quienes predicaron “primero los pobres” y juraron honestidad absoluta, ahora brindan con jamón de bellota. Y la misma mujer que exigía disculpas a España por la Conquista, decide rendirse ante la urbanización más cara de Madrid. ¿Coherencia? Cero.

Yo propongo que no pase un solo día sin que Beatriz pida disculpas a México y a España. Que sus nuevos vecinos se lo exijan hasta el cansancio. Que termine igual que tantos populistas de pacotilla: odiada y apestada.

¡Menuda incongruencia! Beatriz y López Obrador abrieron un conflicto diplomáticoSheinbaum heredó el problema y, mientras tanto, ella busca ser súbdita de la Corona española. Coherente sería mudarse a Cuba o Venezuela, no a La Moraleja. O, mejor aún, compartir la dieta de croquetas que AMLO recomendó a sus “animalitos”.

Por eso el desprecio va en aumento: no solo de los críticos (yo incluida), sino también del pueblo. Los fanáticos callarán mientras reciban dádivas; el día que se acaben, la rechifla será general.

Y ojo: en España tampoco la van a dejar en paz. Allá, el malestar por la absurda exigencia de disculpas de la 4T persiste. Sus vecinos —y la prensa— le harán ver su suerte. Los españoles, dejaditos no son.

Doña Caracolitos vivirá en La Moraleja. Pero si tuviera un gramo de decencia (que no lo tiene), la moraleja de esta historia sería simple: nunca patees el pesebre que te dio de comer… y jamás escupas para arriba, porque te caerá de frente.

Giro de la Perinola

(1) Que conste: la señora tampoco quiso irse a vivir a La Chingada. Prefirió el glamour de La Moraleja.

(2) Recuerdo cuando, desde la mañanera, AMLO acusaba a España de dar refugio a “delincuentes de cuello blanco” como Calderón. ¿Dirá lo mismo de su esposa?

(3) Otro ejemplo de “austeridad franciscana”: Mario Delgado, actual secretario de Educación Pública, ha gastado más de 24 millones en propiedades en los últimos años. Y millones más en anuncios de Facebook. ¿De dónde? Sus sueldos no dan. Claro, por eso “se equivocó” declarando 1.5 millones en vez de 15. El verdadero error es creer que nadie notaría que sus cuentas no cuadran.

(4) A fin de cuentas, “los franciscanos” resultaron más latifundistas que hacendados porfiristas…

 
Columna de Verónica Malo en SDP Noticias
 
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