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La desigualdad social se encuentra a la baja

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Del 2018 a 2024, el ingreso en los hogares mexicanos aumentó un 15.6%

México.- La brecha entre pobres y ricos –es decir, la desigualdad social– en México registró una reducción nunca vista desde 1984, año en que se aplicó por primera vez la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Así, de acuerdo con la ENIGH 2024, el ingreso corriente promedio mensual por hogar en México fue de 25 mil 955 pesos, mientras en 2022 fue de 23 mil 463; en 2020 (año en que comenzó la pandemia de Covid-19), de 21 mil 133; en 2018, de 22 mil 440; y en 2016, de 23 mil 416.

De este modo, de 2018 a 2024, el ingreso en los hogares del país aumentó 15.6 % como resultado de dos medidas adoptadas durante el sexenio anterior: el incremento del salario mínimo en 110.7 % y los programas sociales, y, también, de las remesas provenientes de Estados Unidos.

Para el análisis del ingreso, los hogares se agrupan en 10 deciles, cada uno con el mismo número de hogares. El primero está conformado por el 10 % de los hogares con los ingresos más bajos. A partir de ahí, cada uno agrupa el siguiente 10 % de los hogares, en orden ascendente, según su nivel de ingreso. El décimo corresponde al 10 % de los hogares con los ingresos más altos.

En 2016, el ingreso del primer decil (el de los hogares más bajos) fue de 12 mil 312 pesos; y en 2024, de 16 mil 795. En 2016, el ingreso del décimo decil (el de los hogares más ricos) fue de 255 mil 530 pesos; y en 2024, de 236 mil 095 (es el único que disminuyó).

Por lo que se refiere al gasto corriente monetario promedio mensual, también aumentó en 2024: fue de 15 mil 891 pesos, mientras en 2022 fue de 14 mil 722; en 2020, de 12 mil 564; en 2018, de 14 mil 421; y en 2016, de 14 mil 151.

A mediano y largo plazos

En opinión de María Isabel Osorio Caballero, académica de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM, que la desigualdad social se haya reducido en México es, sin duda, una buena noticia.

“Sin embargo, habría que pensar más en el mediano y el largo plazo –añadió–. Ahora bien, ¿qué tenemos que esperar para que la economía mexicana sea más sana?: que la reducción de la desigualdad social se deba al aumento de la inversión extranjera directa, a un mayor crecimiento de la economía formal, a mejores dinámicas en las actividades económicas primarias, secundarias y terciarias, a una mayor apertura comercial, a mejores indicadores de salud, de educación e institucionales…”

Para la académica universitaria es necesario considerar, además, que la desigualdad social es diferente si se analiza en conjunto a que si se analiza desde la perspectiva de cada estado.

“Y se vuelve aún más interesante cuando la medimos a nivel intraestatal, porque entonces encontramos que no es lo mismo vivir en la alcaldía Benito Juárez que en la Gustavo A. Madero, Ciudad de México, o en Tuxtla Gutiérrez que en Ocosingo, Chiapas. Esto nos lleva a reflexionar sobre cómo se pueden aplicar políticas públicas de manera regional”.

Inflación

En relación con el incremento del salario mínimo como uno de los factores que hicieron que la desigualdad social se redujera en el país, Osorio Caballero piensa que hay que tener mucho cuidado con el hecho de que su contraparte, la inflación, no vaya a mermar el poder adquisitivo de la gente.

“No debemos perder de vista que la inflación depende de factores no sólo internos, sino también, en gran medida, externos, y tenemos un vecino, Estados Unidos, que en este momento se está comportando en una forma muy complicada y que amenaza con imponernos aranceles, y esto pone nerviosos a los mercados y puede debilitar el poder adquisitivo de la población”.

Divergencias estatales e intraestatales

Aunque se ha avanzado en el combate a la desigualdad social en el país, la terca realidad se impone, pues la brecha entre los mexicanos ricos y pobres sigue siendo muy grande.

Al respecto, la académica señaló: “Mis colegas y yo medimos la desigualdad social con base en varios indicadores, y con cada uno hemos encontrado cosas diferentes. Hoy en día ya sabemos algo fundamental: que los estados que han crecido más, que se han logrado subir al tren de la globalización o que han sido los ganadores en este proceso son los más desiguales en su interior. Incluso hay estados outliers… Por ejemplo, el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita en México es de unos 14 mil dólares, pero en Tabasco es de 55 mil porque se trata de un estado petrolero. Con todo, eso no anula el hecho de que Tabasco padezca una enorme desigualdad social”.

Este fenómeno se gestó a lo largo de tres décadas de profundas reformas económicas que lograron mayores tasas de crecimiento económico, pero también un aumento de las divergencias estatales e intraestatales.

“Nuevo León registra el mayor nivel de ingreso, pero también es uno de los estados con mayor desigualdad social. Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Nayarit son los estados que crecen menos –o incluso decrecen– y que resienten más el efecto de factores externos. Por ejemplo, 15 % del PIB de Chiapas depende del flujo de remesas; por eso es uno los más golpeados por la menor llegada de éstas y, hacia dentro, de los más desiguales”, apuntó.

Gran error

En materia económica, durante los últimos 30 años sólo se tuvo en mente una cosa en el país: crecer, crecer, crecer… y, con una visión miope, no se tomó en cuenta el desarrollo. “Es importante crecer, claro, pero también distribuir los frutos del crecimiento. Creo que el gran error fue ignorar la desigualdad social y la pobreza, y posponer indefinidamente el desarrollo”, concluyó la académica.

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