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Abogánster, abogado del diablo
No son lo mismo. El abogánster es un abogado deshonesto. El abogado del diablo plantea objeciones para motivar el debate.
Leí que la palabra abogánster la creó Renato Leduc como apodo para Bernabé Jurado. El abogado del diablo, en cambio, según Wikipedia, es una figura de la iglesia católica establecida en en 1587 por el papa Sixto V; la idea era someter a duras pruebas las solicitudes de canonización y beatificación, que eran muchísimas. Tal figura la abolió el papa Juan Pablo II en 1983 porque los santos y las santas —benditos tiempos ateos aquellos— empezaron a escasear.
En esta temporada de escándalos por causa de los tan retratados abogados de Ismael el Mayo Zambada, conviene leer la novela El Abogánster. La historia de Bernabé Jurado, de Eugenio Aguirre.
En Amazon esa obra tiene un precio, en su versión para Kindle, de $199. En papel, ya aplicado un descuento de 11% sobre el precio de lista, cuesta $266.59.
Es una narración de ficción, se lee en su portada, sobre “el personaje real que inspiró el popular apodo que distingue a las leyendas siniestras de la abogacía mexicana”.
Cito la reseña de Amazon: “Entre los hijos de la Revolución solo uno permanece personificando el lado oscuro de la primera generación del México moderno: Bernabé Jurado, auténtico abogado del diablo, corrupto y rapaz hasta el exceso, depravado y vicioso. Fue capaz, sin embargo, de cobijarse entre los pechos privilegiados de la política y la sociedad en ascenso a lo largo del siglo XX. Protagonizó los mejores eventos de las páginas de sociales, pero también los mayores escándalos que llenaron la nota roja: la exoneración de William S. Burroughs por el homicidio de su esposa; la sospecha de que era el asesino de Mercedes Cassola; ser el presunto organizador de la fuga del siglo al sustraer en helicóptero a un preso de la penitenciaría de Santa Martha Acatitla; engullir cínicamente, frente a las autoridades, las pruebas que inculpaban a sus clientes. Transa, marrullero y rey del soborno, la historia del Abogánster es una mirada a los entretelones del México posrevolucionario, que mucho tuvo de farsa y más de tragedia”.
Considero un error de quienes redactaron el párrafo precedente para Amazon considerar sinónimos a las expresiones abogánster y abogado del diablo. El primero es un pillo; el segundo, alguien intelectualmente dotado para el debate decente.
¿Abogánsteres mexicanos de la época moderna? Juan Collado, seguramente: influyente durante varios gobiernos del PRI y del PAN hizo lo que se le pegó la gana en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y de esta hacia abajo: tribunales colegiados, juzgados de primera y segunda instancia y aun fiscalías locales y la nacional.
Un abogánster asesino sin duda fue Jesús Hernández Alcocer, el litigante que mató a su jovencísima esposa Yerma Lydia en el restaurante Suntory de la colonia Del Valle de la Ciudad de México.
En El Financiero y Proceso a Juan Velázquez lo apodaban abogado del diablo por haber defendido a impresentables de la política como López Portillo, Raúl Salinas de Gortari, los responsables del Pemexgate, el Negro Durazo, el cardenal Norberto Rivera, Luis Echeverría y más. Mal aplicado el apodo, ya que Velázquez no provocaba debates inteligentes que llevaran a apoyar la idea de que eran personas honorables los pillastres que defendía, sino que utilizaba sus influencias políticas para que tales bribones quedaran sin castigo; le gustaba presumir que nunca había perdido un caso, y era cierto: los socios y cómplices del poder siempre ganan.
Hecho en México, el abogánster es producto de exportación: los hay en otros países, como en Colombia, donde el expresidente Uribe tenía el suyo, un tal Diego Cadena. En Guatemala, Louisa Reynolds conoció a su abogánster bailando.
Para acabar con la corrupción en el poder judicial no solo hay que supervisar y castigar a las personas juzgadoras; también habría que investigar con una fiscalía especial, y por supuesto sancionar fuertemente, a los abogados —la mayoría, desgraciadamente— que corrompen a jueces, juezas, magistrados, magistradas, ministros y ministras.
El cineasta Carlos Bolado anunció hace un par de años que trabajaba en una serie, quizá para Netflix, sobre el abogánster Bernabé Jurado “para mostrar cómo se maneja la impunidad en México”. Bolado compró los derechos de la novela de Eugenio Aguirre. Ya se verá si merecen alguna mención en tal serie televisiva los representantes del Mayo Zambada, tan fotografiados ellos al lado de personalidades de la política. Hay que vigilarles con cuidado, desde la prensa y desde el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum —incluida la fiscalía de Alejandro Gertz Manero—, para asegurarnos de que se porten bien.
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Columna de Federico Arreola en SDP Noticias
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