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El pretexto de Trump, sacrificando vidas y atentando contra la aviación

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Lo que causo el accidente en el Aeropuerto Reagan es una problemática que lleva décadas, que se agravó con la pandemia y que no se ve para cuando se vaya a solucionar

Estimados lectores, ustedes disculparán el título tan largo de la columna de hoy, pero lo considero totalmente necesario, para que tengan la información completa, y eso les permita tener una visión más amplia de los hechos recientes. Y como es mi estilo, tenemos que irnos al pasado, para mejor comprender el presente.

Aquí hemos señalado las fallas de la administración aérea de nuestro vecino del norte, y todo comienza con la época del neoliberalismo más atroz. En efecto, nos referimos a la administración del ex actor Ronald Reagan, allá la década de los años ochenta (1981-1989)

No pasaré por alto que durante su gobierno, para quitarse a los sindicatos de encima y de paso pisotear los derechos laborales de los trabajadores, al actor (y luego político) angelino no le tembló la mano para reemplazar a miles de controladores aéreos que iniciaron una huelga el 31 de agosto de 1981.

Siete meses después del estallamiento, Reagan optó por darles un plazo de 48 horas a los más de 11,000 controladores en huelga; casi todos fueron despedidos, y el trabajo lo hicieron supervisores, controladores de las fuerzas armadas y los que no participaron en la huelga.

Aquella administración aprovechó que la ley claramente prohibía las huelgas tratándose de empleados del Estado y de la seguridad pública, por lo que el público lo apoyó, en perjuicio del sindicato.

Sí, Reagan logró que el número de huelgas cayera dramáticamente, y en consecuencia la economía estadounidense despegó con base en la desregulación y la reducción de impuestos, Pero el control aéreo de los Estados Unidos se quedó atrás en comparación con muchos países.

Esta crisis tocó su punto más álgido en la pandemia de Covid-19, esto es, durante el primer periodo de Donald Trump, porque la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos de Norteamérica (FAA, por sus siglas en inglés) tuvo que “pausar” la capacitación de nuevo personal de control de tráfico aéreo, y las consecuencias se han vuelto más que evidentes en los últimos años.

Desde el primer mandato de Trump (2017-2021), el personal de control de tráfico aéreo, laboró seis días de la semana, con jornadas de 10 horas cada día. En 2023, con la administración de Biden, se recortó aproximadamente a 1,400 controladores aéreos, un 10% de la plantilla.

En lugar de capacitar más gente, ha sucedido todo lo contrario. Entre el 2011 y el 2022 se ha perdido casi un 10% de personal capacitado; las cosas son de tal gravedad que casi el 100% de las torres de control de los aeropuertos norteamericanos tienen déficit de personal.

Y pongo un ejemplo, que no es ningún secreto, y se ha hecho público en diferentes medios de comunicación estadounidenses, en la última década han aumentado las jornadas laborales a tal grado que se han triplicado sus horas extra de trabajo; entonces tenemos personal exhausto al frente de las torres de control, y a cargo de miles de vidas.

Y eso no es todo, el personal se ha quejado ante la FAA del mal estado de las instalaciones, ascensores inservibles y falta de iluminación -incluso se documentó cómo un trabajador tuvo que llevar focos de su casa para evitar estar “a oscuras”-, con aires acondicionados defectuosos, además de que en algunos casos refirieron tener problemas con “nidos de abejas o tábanos”.

A este caldo de cultivo hay que añadirle la depresión por la que pasan los controladores aéreos, quienes se mantienen despiertos tomando cafeína en exceso, y según varias denuncias hechas dentro de la FAA, algunos para poder soportar la carga de trabajo, ingerían bebidas alcohólicas y/o drogas ilícitas.

Entre la fatiga del personal y la explotación laboral, quedó más que servida la mesa para el desastre. Ahora, no debemos pasar por alto dos hechos importantes:

1.- El 21 de enero se hizo oficial que el titular de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA), David Pekoske, fue destituido por el presidente Trump, y con él también a 400 controladores aéreos.

2.- Al día siguientes (22 de enero) el gobierno norteamericano hizo pública una “Hoja informativa”, que tituló: “El presidente Donald J. Trump pone fin a la locura de la DEI y restaura la excelencia y la seguridad en la Administración Federal de Aviación”.

¿Qué significó esto?, vamos a las declaraciones que Trump dio en conferencia de prensa, en vivo y a todo color, después del terrible accidente en el Aeropuerto Reagan en Washington, Condado de Arlington, Virginia:

“No se puede tener gente regular haciendo ese trabajo, no podrán hacerlo. Pero restauraremos la fe en el viajero aéreo americano. Tengo más cosas que decir sobre eso, quiero señalar varios artículos que aparecieron antes de mi entrada a la oficina y aquí hay uno; el impulso de la FAA sobre la diversificación empuja a contratar personas con severas discapacidades intelectuales y psiquiátricas y eso es asombroso…”

Algo que quiero dejar en claro, porque evidentemente Trump no lo va a hacer, es que está señalando que el trabajo que dentro de la industria se les da a personas con alguna discapacidad y a gente que pertenece a algún colectivo de la diversidad es el problema, y minimizando la sobreexplotación laboral a los controladores aéreos.

¿A dónde quiero llegar? A que el helicóptero Sikorsky UH-60 Black Hawk, con tres militares a bordo, tenía la orden de estrellarse contra una aeronave comercial, para utilizar el fatídico accidente como pretexto perfecto para evitar los cuestionamientos del por qué está sacando de trabajar a personas con discapacidad y minorías de la diversidad, tal y como anunció el 22 de enero de este año.

No es falsa soberbia, yo ya estoy curtida en estos temas. Cuando fueron los atentados del 2001, jamás me creí el cuento de que fue un ataque terrorista perpetrado por extranjeros “malos malotes de Malolandia”, sino que en realidad al gobierno del baby Bush no le importó sacrificar a su población en aras de comenzar una guerra en Medio Oriente; necesitaba un pretexto, y lo fabricó, tal y como ahora lo hace Trump.

Al grupo en el poder de los Estados Unidos le es imperante dejar clara la narrativa que “unos desquiciados” miembros de la diversidad son los culpables del accidente, cuando la verdad es que en el audio de la torre de control -que ya es del dominio público- podemos escuchar:

A las 20:47, el controlador dice: “PAT25 (Black Hawk) ¿tienen un CRJ (American Eagle, la bajo costera de American Airlines) a la vista? Y vuelve a repetir e incluso le da una instrucción, “PAT25, pase por detrás del CRJ”. Y el helicóptero militar nunca responde.

En el video que ya se viralizó en las redes sociales se puede apreciar cómo el helicóptero parece ir a la “caza” de ese avión. ¡Por supuesto!, ya salieron a lavarse manos y cara al mencionar que los pilotos del helicóptero estaban apenas “entrenando”. Esto es, que no eran muy duchos en manejar un equipo como el Sikorsky UH-60 Black Hawk.

¿No les parece interesante? Y vamos a dejarlo claro, en realidad a Trump no le interesa la aviación, lo que quiere es llevar a cabo sus caprichos y que nadie se oponga a sus desatinadas decisiones.

Y debemos tener claro lo siguiente: los fallos que pueda tener el personal de tráfico aéreo no se deben a su condición sexual y mucho menos, según el exabrupto de Trump, a que gente discapacitada intelectualmente esté al frente como controladores aéreos, cuando eso es erróneo.

Esa es una falacia de las gordas y muy feas. Un completo despropósito que no se puede ni debe aceptar. Lamentablemente, mucha gente no va a cuestionar si esto es cierto o no, y la mayoría creerá a pie juntillas en las declaraciones falsas de Trump.

Y es que el actual inquilino de la Casa Blanca jamás va a reconocer que el problema real es la sobreexplotación que existe sobre el personal que maneja el tráfico aéreo, que se ve obligado a trabajar en pésimas condiciones; e insisto aunque sea cansina, esto no es un problema que Trump haya heredado de Biden; es una problemática que lleva décadas, que se agravó con la pandemia de Covid-19, durante el primer mandato trompetero… Perdón, quise decir “trumpista”.

Para los dueños del poder la pérdida de vidas humanas es un mal necesario, y en este caso, había que justificar las acciones de despidos masivos de gente que le son incómodos al actual gobierno de los Estados Unidos.

Donald Trump confía en que, con la tecnología que le prometen Musk, Zuckerberg y Bezos, ya no requerirá de seres humanos; entre los robots y la inteligencia artificial será más que suficiente para sacar a los Estados Unidos adelante, y entonces ya no requerirán de la mano de obra extranjera.

Veremos “cómo nos va” con una persona que cree que la seguridad aérea es un acto de “fe”; además es tan ignorante que solamente toma en cuenta el transporte aéreo doméstico, como si otras personas de distintas nacionalidades no hicieran uso de la aviación dentro de su país.

A diferencia de Trump, en esta columna lamentamos el fallecimiento de los 67 pasajeros del vuelo 5342 de American Eagle, entre ellos 14 patinadores artísticos, dos de ellos rusos que venían de un campamento de patinaje.

La política aérea norteamericana apesta por sus pésimas decisiones y ya ni hablemos de poner al frente -como secretario de transporte- a Sean Duffy, ex concursante de realities shows y comunicador en Fox, con cero experiencia en materia de transporte, mientras deja acéfala a FAA.

Y no satisfechos, cargan la culpa a personas con discapacidad intelectual y a las minorías de la diversidad sexual. Pero no acaba ahí la cosa, además se salen del Acuerdo de París. No tengo dudas, en la era Trump, la aviación irá en franco retroceso.

 
 
 
Columna de Ximena Garmendia en SDP Noticias
 
Foto Especial
 
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