- Economía
Aeroméxico y la revisión con los pilotos de ASPA
Comencemos este tema con lo siguiente: como parte de la industria aeronáutica, conozco a la perfección lo que sucede alrededor de estos eventos, y sobre todo, el tratamiento que le darán en los espacios informativos.
Esto es, los medios tradicionales saldrán a decir que los pilotos ganan “una barbaridad” y que no hacen más que ir sentados en el avión, además de que se la pasan viajando y conociendo el mundo.
Así piensa la mayoría de la gente que no tiene ni la más remota idea de cómo funciona la industria aeronáutica, pero es totalmente incorrecto. En los meses pasados la aerolínea que comanda Andrés Conesa, ha tenido distintas revisiones de contrato con los diferentes grupos de sus trabajadores, unos sindicalizados y otros no. Aquí lo más interesante es que estas revisiones se dan después de que finaliza un convenio de ahorros multianual que duró cuatro años, y que recortó los salarios y las prestaciones de todos sus trabajadores. Repito: ¡de todos!.
Tal vez mi querido público lector no lo tenga en el radar, pero estoy aquí para recordarle que la pandemia obligó a Aeroméxico a ingresar a un proceso legal en una corte norteamericana en la ciudad de Nueva York, denominado “Capítulo 11″, un proceso es similar al concurso mercantil mexicano, que permite a las empresas, antes de ir a una quiebra, aplazar pagos, reestructurar y poder salir de adelante.
Justamente eso fue lo que hicieron, la aerolínea realizó una reestructuración a profundidad con la finalidad de obtener préstamos que le permitiesen salir del riesgo de quiebra que estaban enfrentando.
Algunos ya no recordarán la polémica generada por saber quiénes iban a representar a la aerolínea, tras recurrir a un fondo de inversión norteamericano en su mayoría, que se convirtió en el poseedor de la mayoría de las acciones de la línea aérea, llegando incluso a desplazar a Delta, el socio comercial de Aeroméxico.
Y en una mañanera, el presidente de la nación aseveró que mientras el consejo de administración fuese gestionado por mexicanos, él y su gobierno no tenían problemas con que la mayoría de capital de la aerolínea bandera fuese “gringo”.
Para marzo del 2022, la aerolínea pudo salir del capítulo 11. Sin embargo las condiciones para los trabajadores no se modificaron, esto es, siguieron laborando bajo el “Convenio Covid” como se le conoció. Este año 2024 fue el acordado para que feneciera, y es por eso que los diferentes grupos de trabajadores comenzaron a solicitar mejoras a sus contratos colectivos de trabajo.
Permítaseme una pausa. En la frase de “mejoras”, hay que excluir a mi patético sindicato, la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México (ASSA), a cargo de Ada Salazar, quien no tuvo empacho a declarar a los medios que; “el preacuerdo de aumento salarial del 4.65 por ciento pone en jaque los planes de Aeroméxico presentados ante la Comisión de Bolsa y Valores -Aeroméxico tenía muchas proyecciones de ampliación de flota; ahorita de alguna manera ya los pusimos en jaque- dijo Salazar a El Financiero”.
Y no solo eso, se atrevió a decir que en caso de no aceptar la propuesta de la empresa, Aeroméxico iba a quebrar, y que en ese caso, los sobrecargos agremiados a la ASSA ya “podían irse a formar a la nueva Mexicana porque se iban a quedar sin su fuente de empleo”.
Evidentemente esto fue una mentira monumental, primero porque el fondo de inversión Apollo Management Holdings junto con Delta, no van a permitir que Aeroméxico quiebre después de las inyecciones de capital que le hicieron. Por otro lado, el salario de los sobrecargos no representa ni siquiera el 3% del gasto operativo de la aerolínea, y en el caso de los pilotos no llega al 10%. Esta es la razón por la que los pilotos consideran que una propuesta de aumento del 5.5% es simplemente inviable.
En el momento que escribo estas líneas, los pilotos agremiados a la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA) se encuentran manifestándose afuera de las oficinas de Aeroméxico, y en entrevista a medios el nuevo secretario general, el capitán Jesús Ortíz, declaró: “La mejor huelga, es la que no se hace”.
Y coincido plenamente con él. En su momento (un pasado ya más bien lejano) yo fui parte de la representación sindical de sobrecargos, y me tocó estallar una huelga; sé que aunque complicada, es una excelente herramienta de la clase trabajadora para sentar a negociar a la empresa.
Hablemos de qué piden los pilotos. En realidad no han querido hacer públicas sus peticiones, y esa es una estrategia que en esta columna respetaremos; sin embargo sabemos de sobra que cuando se llegue la fecha de terminación del convenio Covid, además de recuperar sus condiciones laborales anteriores a la pandemia, será natural que pidan un reajuste salarial, acorde con los ahorros que dicho convenio trajo para la aerolínea, y en función a la carestía e inflación que la economía nacional ha vivido en los últimos 4 años.
Pero en este momento no quiero hablar de cifras, más bien me parece importante no perder de vista que los pilotos (hombres y mujeres) están pidiendo -además de incremento de sueldo- mejoras a sus condiciones laborales. Y no es de extrañarse, esto está sucediendo con los pilotos de otras regiones del mundo, quienes después de que sus empresas salen de los problemas económicos, y al ir viento en popa en la recuperación post Covid, han recibido aumentos considerables por su “sacrificio”, lealtad y empatía con las aerolíneas.
Pongo de ejemplo a los pilotos de American Airlines que obtuvieron un incremento del 46%; los de Continental con 40%, Delta con un 34%, y ahora los pilotos de Air Canada quienes amagaban con estallar una huelga, lograron un aumento del 8%.
El punto de partida es simple, y con un razonamiento al que no le encuentro falla: una vez que la compañía aérea se ha recuperado, no está mal que los trabajadores pidan una remuneración por sacrificarse por cuatro años con salarios y prestaciones recortadas.
Medida aceptada para que la empresa no se fuera al traste. Ahora con los planes de crecimiento que se han dado a conocer, en el marco del 90 aniversario de la aerolínea, pues está más que claro que tendrán que sentarse a negociar con los pilotos algo más que ese 5.5%, y algunas mejoras en los dos contratos colectivos de trabajo, que tienen vigentes, y que entre ellos conocen como el A, y el B.
Para mí este proceso es totalmente normal, pero de la revisión que hago de las publicaciones de los medios nacionales, tradicionales y alternativos, me doy cuenta que algunos, apenas la semana pasada reportaron (con cierto dramatismo) que los pilotos de ASPA habían emplazado a huelga. Y no se trata de generar pánico entre la audiencia; yo en lo particular no tolero tanta ignorancia de la Ley Federal del Trabajo. En condiciones normales, cada año se emplaza a huelga, y es un procedimiento que debe hacerse con varios meses de anticipación.
En el caso concreto los pilotos asociados a ASPA no lo habían hecho, porque firmaron un convenio multianual por cuatro años. Además, agrego un dato para que no se sorprenda la “prensa tradicional”: un año se revisa el contrato y salario, y al siguiente solo el salario; o sea que sí, en 2025 habrá otro emplazamiento a huelga, y así por “secula seculorum”. A menos que la empresa y el sindicato firmen de nuevo un convenio multianual.
Entiendo que el amarillismo es con la finalidad de que los pasajeros se pongan “nerviosos”, y en redes sociales se genere más tráfico por las preguntas insistentes (léase “hasta la náusea”) sobre si los pilotos van a estallar o no la huelga, “porque tienen un viaje, y no quieren verse afectados”.
Y aquí esta lo importante. Me parece lógico que al usuario o pasajero le importe saber si sus vuelos se desarrollarán conforme a los planes. Pero estoy convencida de que también le debería interesar si los pilotos con los que viajan se encuentran en óptimas condiciones físicas y emocionales, o bien, si no traen una pesada carga de trabajo. Pero no me engaño, al pasajero eso le importa muy poco, o de plano nada, solamente llegar a su destino.
Si usted ha leído esta columna anteriormente ya lo sabe, pero si está aquí por casualidad, lo diré una vez más (y todas las veces que sea necesario): para que la operación de un vuelo sea 100% seguro, se requiere que las tripulaciones hayan descansado, estén tranquilos y sin presiones económicas que los distraigan, y les hagan perder la famosa “consciencia situacional”.
Son condiciones deseables no solo para las tripulaciones, sino para todos los trabajadores del país, sin duda. Pero hago hincapié en los trabajadores de la industria aeronáutica porque en sus manos están las vidas de miles de personas involucradas en los cientos de operaciones que día con día, hora tras hora, minuto a minuto se llevan a cabo.
El catálogo de temas pendientes no es corto. Nos falta abordar el tema de las 40 horas, los cuidados a terceros, la fatiga, las alteraciones a los ciclos cicardianos, entre otras muchas cosas, pero no los voy a agobiar, y los dejo para más adelante.
El pretexto es la revisión contractual de los pilotos de Aeroméxico, y evidentemente hay mucha tela de donde cortar. Aunque la fecha para el estallamiento es el 1° de octubre, estaremos atentos a las mesas de negociación.
Confío en la disposición de las partes. Justo antes de poner el punto final a estas líneas, Aeroméxico me hizo llegar su “Statement” de las negociaciones del 18 de septiembre de 2024, donde de manera respetuosa e institucional se dice consciente de su responsabilidad para con sus pilotos, y que en aras de fortalecer la seguridad aérea, quiere honrar su filosofía de tener los mejores niveles de productividad y eficiencia operativa.
Espero que bajo el ojo de las autoridades federales, puesto en el cumplimiento de todas y cada una de las formalidades, lleguen a sanos acuerdos. Desde esta trinchera les recuerdo que pilotos y sobrecargos bien remunerados, son trabajadores que dan el 100% y que se comprometen a brindar vuelos seguros. Lo sé y me consta.
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Columna de Ximena Garmendia en SDP Noticias
Foto Cortesía
clh