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El Calvario, una abarrotada verbena popular

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Cientos disfrutan de comida, música, juegos mecánicos, venta de juguetes, de tecnología...

El Calvario fue, otra vez, testigo de la fe que miles de personas expresan cada año en medio de una verbena popular en la que hay comida, música, juegos mecánicos, venta de juguetes, de tecnología, de ropa.

 

Porque la fe la tienen por igual las 160 mil personas que participaron en la Procesión de Viernes Santo que los que vieron en ella una oportunidad para que su economía mejore al menos temporalmente.

Cientos de familias poblanas, algunas con sus perrhijos, aprovecharon el descanso del Viernes Santo para pasear, comer o jugar en El Calvario. Varios fueron testigos del poder de convocatoria que tiene la Iglesia católica en Puebla: representada por ocho imágenes y el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa, quien pidió a la ciudadanía reflexionar sobre la vida y la muerte de Jesús.

Ahí, entre los asistentes a la Procesión por las calles del centro de la ciudad estuvieron el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina, el alcalde Adán Domínguez Sánchez, y el rector de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), Emilio Baños Ardavín. Ellos todos acompañantes del recorrido religioso, como Araceli Soria Córdoba, titular de Salud; Javier Aquino Limón, de Gobernación; y Martha Ornelas, titular de la Secretaría de Turismo.

 

La emoción de este día es una que se contiene, que hace llorar en silencio a los fieles por los dolores contenidos, los favores recibidos, o simplemente porque la vida les ha sido demasiado difícil.

No hay en esta fecha espacio para el llanto plañidero y sí lugar para personas emocionadas al ver pasar a las imágenes a quienes se encomiendan al salir de casa para ir a la escuela, a trabajar o a la que se le pidió el milagro para que algún ser querido se recupere de uno de esos males de los modernos tiempo, como el Covid, y otros que tienen siglos sin erradicarse, como el alcoholismo.

Sí hay espacio para la solidaridad, palabra esta tan valiosa y tan manoseada en los tiempos del salinato: donde menos se lo esperaba el necesitado se encontraba con agua y alguna porra que hacía menos tortuoso el calvario que cada uno trae en lo más hondo de sus corazones.

A las 11:00 horas las imágenes y sus contingentes se reunieron en el atrio de la Iglesia de la Catedral de Puebla, para que se les bendijera. Ahí el Niño Doctor que proviene del Santuario de Tepeaca; la Virgen de la Soledad, del Templo de la Soledad; el Jesús Nazareno de las Tres Caídas, el Jesús de la Misericordia, del Templo de la Compañía; la Virgen de los Dolores del Templo del Carmen, el Jesús Nazareno, del Señor de las Maravillas y un Jesús Crucificado.

En “la cuaresma, con nuestras acciones cuaresmales y nuestra oración, nos preparamos para estos días santos. No sólo seremos espectadores, sino que acompañaremos con la oración a las imágenes más queridas”, dijo Sánchez Espinosa. Se trataba, agregó, de que durante la procesión los fieles católicos mediten, reflexionen y tengan una renovación espiritual.

Pero El Calvario tiene su propio y hedonista atractivo en estas fechas: es aquí donde el Viernes Santo se acostumbra venir después de la Procesión por las calles del Centro Histórico
 

 

Es conocida la zona por la gran cantidad de creyentes que acuden en estas fechas, y la verbena que se instala en los alrededores con cientos de ambulantes que ofrecen chalupas, tostadas, tacos, mariscos, cemitas, pizzas, botanas, pan, piñas coladas, agua de sabor, refrescos y música, bendita música.


Foto: 
ivg

 

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