- Nación
Acapulco superviviente
Acompañé a mi hija adolescente a realizar un documental para su escuela con respecto a Acapulco después del huracán. El objetivo era enseñarle a la gente que Acapulco está listo para levantarse después del brutal azote de Otis, huracán categoría cinco en octubre del 2023.
Han pasado 5 meses y seguramente Acapulco ha un hecho esfuerzo sobrehumano para ponerse de pie otra vez. Sin embargo el escenario sigue siendo desolador.
Aún no se termina de retirar todos los árboles que de raíz fueron arrancados. Los puedes ver por doquier. Supongo que la logística para tal limpieza no es sencilla y en verdad pareciera interminable. Pero ya es hora que algo tenga que hacer el gobierno por limpiar los escombros.
Me impresionó ver muchos edificios y hoteles sin ventanas. Prácticamente no entiendo porqué aún no se ha podido reinstalar lo fundamental que sería volver a colocar vidrios y ventanas.
No sé si el abasto de estos materiales no sean suficientes y los que carecen de el, han optado por poner tablones de madera lo cual por supuesto visualmente no es como la mejor opción pero al menos así se resguardan sus cosas.
Estuvimos en la zona costera platicando con la gente y la gente tiene miedo de hablar. Supongo que piensan que si se quejan o si hablan de más les retiran apoyos, pero tienen miedo de hablar.
Mi hija entrevistó a una chica que trabaja en uno de los panorámicos y típicos restaurantes de la costera y con la voz entrecortada nos dijo que aún falta mucha ayuda. Pero no dijo más. El lugar estaba prácticamente vacío.
La gente te recibe muy agradecida cuando entras a sus establecimientos y uno se siente tan bien pues sabes que es la única forma que tienes de apoyar al puerto.
Todavía se logran aprecian por todos lados estructuras caídas sin que parezca que nadie nunca las va a levantar. El panorama es desolador.
Me impresionó mucho ver que las palmeras permanecen, ladeadas, pero estoicamente siguen ahí paradas, como aferrándose a la vida.
Me tocó ver una fila mucho muy larga de personas formadas esperando que se les entregara un colchón y un refrigerador nuevo. La verdad es que era muchísima gente y vi muy pocos colchones y refrigeradores para repartir.
Pienso que toda esa gente quizá no alcanzo a obtenerlos.
Vi una Guardia Nacional rebasada, pero haciendo presencia y vigilando establecimientos donde prácticamente no hay puertas ni ventanas, y quedaron en total desprotección.
Hay también presencia de la Guardia Nacional en la playa. No supe exactamente qué sentir ante ello. Era la primera vez que veía presencia de soldados en una playa, y sentí cierto temor pero a la vez seguridad. Sin embargo mi mente que se cuenta seguidamente historias terroríficas ya empezaba a correr la película de balaceras y muertos. Sinceramente no podemos negar que la situación de seguridad en Acapulco venía colapsando desde antes. El huracán vino a detener como toda esa malignidad y puso a la gente a unirse para levantarlo. Al menos percibí que había un sentimiento de unión.
El mar sigue siendo inmensamente hermoso y me parece que hasta se ve mucho más azul. Como si el huracán también se hubiera encargado de limpiarlo.
Había zonas en donde la gente simplemente no utilizaba las playas y otras zonas donde varios bañistas gozaban jugando en las olas del mar.
Me dio gusto ver esa escena.
Por la noche fuimos a la Quebrada, en franco quebranto también, en un olvido desolador pero con sus clavadistas dispuestos a hacer sus actos heroicos para demostrarle a la gente que Acapulco sigue en pie.
La entrada para ver a los clavadistas fue de $100 pesos. Me pareció bastante caro pero razonablemente justo ante la situación. Y ahí estaban familias enteras haciendo un esfuerzo también enorme para pagar sus entradas pero emocionados por estar ahí.
Me impresionó mucho que antes los clavadistas de la Quebrada eran nada más hombres, pero ahora habían mujeres que también lo intentaban y se lanzaban ante las porras y el aplauso de la gente. Todos nos unimos gritando al unísono: “Acapulco, Acapulco” y se me erizo la piel.
Acapulco es un lugar de amor.
Mis padres tuvieron su luna de miel aquí y fue mi primer viaje al mar. Acapulco es de todos. Tiene un pedazo de nuestras almas aquí. Como que también todos somos Acapulco. Como rezaba la leyenda escrita con luminosas letras en el Hotel Princess.
Ahí seguía el inmenso mar y su gente abriéndose paso entre las heridas para continuar.
Aquí estamos todos los mexicanos que rescataremos a Acapulco visitándolo. No hay otra manera.
Por supuesto el gobierno no puede dejarlo en el olvido pero siendo tiempos electorales parece que al presidente de momento se le olvidó que Acapulco lo necesita.
Estoy aquí para recordárselo. Porque aún hay muchas necesidades.
Entre ellas que hay muchos sitios obscuros por la noche. Apenas cuentan con zonas con luz. Imagino que sí, el esfuerzo de la CFE ha sido titánico, volver a re conectar la luz les ha tomado su tiempo pero urge hacerlo.
Me voy de aquí con la seguridad de que Acapulco se levantará. Pero nos necesita. Me voy con la esperanza de volver.
Agradezco a todos los ángeles que me dieron su mano para que pudiéramos tener los recursos para hacer este viaje.
Acapulco: te llevo en el corazón.
Es cuánto.