Eduardo Merlo

Costumbre muy arraigada en el México del siglo XIX, era aprovechar las intensas festividades de Muertos, para consumar bromas a costa del prójimo, ya fuera con caricaturas en que invariablemente se dibujaba a quien se fuera a criticar, como si fuera un esqueleto, sobre todo su calavera. A lo anterior se le añadía una décima o un soneto, en que se aludiera al sujeto como si la muerte se lo hubiera ya llevado. Usualmente se imprimían estas caricaturas con su verso, llamándolas “Calaveras”,en unos panfletitos casi siempre en papel de China o en uno muy delgado y de preferencia de color, mismos que se vendían en un tlaco esto es medio centavo.

La gente buscaba por esos días a los panfleteros o voceadores que andaban por las calles, siempre atentos a que los gendarmes no oyeran sus gritos pues podían ir con sus huesos a la cárcel.

Indudablemente los mejores “calavereros” fueron el versador don Antonio Vanegas Arroyo y su complemento: el dibujante José Guadalupe Posada. Para fortuna de todos, muchos de esos versos y sus caricaturas, fueron rescatados y publicados, con lo cual se preservó esta faceta extraordinaria del humor tenebroso y macabro de la época de Muertos.

Con base en todo lo anterior, a continuación transcribimos algunos de los versos de Vanegas Arroyo, dedicados a personajes de aquella sociedad. Junto a los mismos y en un atrevimiento y audacia que reconozco, les añadí un complemento y una actualización, esperando el perdón de los lectores.

Más ¿Qué son las Calaveras?

Son unos versos rimados,

los que bien acomodados,

nos hacen reir de veras.

Uno se puede burlar

siempre de quien está vivo,

matándolo en un versar,

y así el momento gozar

del pobre expiatorio chivo.

 

 

 

 

Dice Antonio Vanegas Arroyo:

Xóchitl, la indígena hermosa,

mil laureles conquistó

pues el rey la enamoró,

mirándola tan preciosa.

Una jícara espumosa

de néctar ofreció al rey

en buena y no mala ley,

con una amistad sincera,

por eso una calavera

plantaron en su maguey.

 

Añado yo:

Es la indígena princesa,

De Papantzin hija hermosa,

No la confundan con esa

Que quisiera ser famosa.

Si la gran Xóchitl viviera

en estos tiempos actuales,

de tremebunda manera

moriría por tantos males,

pues viendo que los mortales

desprecian la sementera

de jugosos magueyales,

Y se inclinan macehuales

a la química trampera,

de gustos trasnacionales,

protestaría la primera

ante estos tales por cuales.

 

Dice Vanegas:

Calaveras elegantes

son todos los magistrados,

los médicos, abogados,

y también los estudiantes.

También son los practicantes

del hospital y enfermeros,

y los jueces más severos

que fallan sin compasión.

Que sean los carceleros

calaveras del montón.

 

Añado yo:

Ya que estamos ambientados

en el tema corrupción:

destacan muy abusados

los jueces y magistrados,

gusanos en el panteón.

Bien que se hicieron remisos

defendiendo privilegios,

muy chuecos fideicomisos

para fomentar sus vicios.

Por estas amenidades

que pensaron que era eterno,

están todos condenados

hasta el más profundo infierno.

 

Dice Vanegas Arroyo:

Por darle vuelo a la hilacha

con don Pancho Talavera,

se peló la Cucaracha…

¡La pobre ya es calavera!

Sus aparceros le lloran

recordando sus amores…

y de tu piedad imploran

lamentos y clamores.

 

Añado yo:

Yo no sé de quién se trata,

ni quien fue la Cucaracha,

más debió ser popular,

pero puedo comparar

con alguien de mala tacha.

Conozco a sus aparceros

que la inflan como globo,

y le aplauden muy rastreros

sin reparos ni retobo.

Dicen sus admiradores,

que era de maderas finas.

Antes vendía gelatinas.

Millones de compradores

la volvieron millonaria,

pero ante esta afirmación,

pienso yo en forma arbitraria,

¿Sería la delegación?

¿Acaso una inmobiliaria?

 

 

 

 

 

OTRAS CALAVERAS

Estas Calaveras ya no son de Vanegas Arroyo sino solamente mías.

 

Ya no hubo tanto cajón,

ni mucho menos mesura,

para enterrar de volón

a la eterna sepultura

a los de la oposición.

No faltó el muerto gritón

que argumentaba falacias,

ni la mujer sin razón

que demostraba sus gracias.

Calaveras del montón

que afectaban el senado

ahora infectan al panteón

donde yacen sepultados.

 

Epitafio:

Ya no están con los mortales

estos patricios ingentes,

junto a ellos Claudio González

y echando siempre sus pestes

las periodísticas huestes.

 

Calaveras del montón

somos todos los humanos,

tarde o temprano seremos

banquete de los gusanos.

Las calaveras mayores:

juristas y gobernantes

que andan siempre muy campantes

mostrándonos sus flaquezas

y sus inmensas riquezas,

exprimiendo siempre al pobre,

volviéndolo miserable,

hincándole siempre el diente

 

Con avidez incansable.

Estarán sin compasión

sus huesos en el panteón,

sus almas en el infierno

asándose al fuego eterno

por siempre y sin compasión.

 

Calaveras del montón,

los más agusanados esqueletos,

esos por demás inquietos,

los que siempre, en vil manada

se avientan para estar en la cargada,

sobre todo en la etapa electoral,

son huesos que hay que echar en un costal

y sin más, mandarlos sin chistar a la tiznada.

 

Siempre en vida gozó de gran manera

con su tan escuchada Mañanera,

que con ella mató a la oposición,

hasta que lo cargó la Muerte artera

y le hizo monumento en el panteón.

No obstante ahí, su fama entera

obligó a la Huesuda bullanguera

a montarle temprana transmisión

que tiene a Satanás hecho una fiera.

 

La Muerte tilica y flaca

no engorda por más que empaca.

Dice un dicho muy simplón,

por ello hubo conmoción

cuando la Huesuda ingrata

se encontró con otra flaca,

en gran manifestación.

Se la llevaba al panteón

más siendo coordinadora

de 4ª transformación

muy ufana la Calaca

agarró una comisión.rmaciinadora

te e los comitgas Arroyo sino solamente micados a personajes de aquella sociedad. Junto a los mismos y en un

 

 

 

Foto: especial

 

gse