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El Licenciado está enojado

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El Licenciado está enojado porque no puede modificar la Constitución a su antojo para garantizar que en el sexenio próximo viva en Palacio Nacional su ‘corcholata’ elegida

Los mesiánicos esperan que la realidad se doblegue ante sus deseos. El que gobierna México desde 2018 confirma la regla, y está furioso. No se trata de los niños muertos de cáncer ante su necedad de pensar que, de la nada y con poco dinero, podía crear un sistema de salud tipo Dinamarca. Tampoco que los asesinatos no se reduzcan y la inseguridad haya explotado en su mandato, sea por pasividad o complicidad ante las mafias criminales. Tampoco que los pobres sigan siendo pobres, mientras le entreguen sus votos. Menos, si cabe, le molesta la descarada robadera de su parentela y colaboradores mientras se sigue proclamando honrado.

El Licenciado está enojado porque no puede modificar la Constitución a su antojo para garantizar que en el sexenio próximo viva en Palacio su corcholata elegida, y así seguir mandando en el país, con su patrimonio familiar a salvo mientras dice vivir de su pensión del ISSSTE, la nueva versión de los 200 pesos en la cartera. Una adaptación del Maximato callista, en variante tropical, con el letrero correspondiente en Palacio Nacional: “Aquí vive el Presidente, el que manda está en Palenque”.

La aritmética nunca ha sido uno de los fuertes del Licenciado y menos la parlamentaria. Ciertamente, tiene a sus (literal) legisladores bajo órdenes estrictas de no cambiarle una sola coma a lo que les manda, y en tiempos recientes ya ni siquiera se han tomado la molestia de leer, simplemente levantan el dedo aprobando lo que sea. Pero los números no le dan las dos terceras partes que requiere para modificar la Carta Magna.

Claro que puede aprobar leyes, pero estas no pueden ir en contra de lo establecido en la propia Constitución. Otro problema que tiene el mesiánico. No es que desconozca las leyes, es que se siente por encima de ellas. El mismo que puso su mano sobre la Constitución y juró cumplirla y hacerla cumplir, es el mismo que ahora dice “no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley”.

Pero ocurre que para los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la ley sí es la ley. Para la mayoría, porque hay al menos dos ministras que no dudan en doblegarse ante los requerimientos del Licenciado, incluyendo la que no debería ser ni licenciada pero, eso sí, es aventajada plagiaria de trabajos ajenos. Lástima que no se le ocurra al menos copiar a la mayoría de sus colegas y menos, si cabe, tener la dignidad de renunciar.

Pero ya se sabe que el Licenciado es hombre que no se intimida ante la adversidad, y menos con algo tan poco importante como son las leyes. El demagogo autoritario no titubea en tratar de destruir todo aquello que se le interpone en su camino a la grandeza histórica. Su propuesta, y está entusiasmado repitiéndola, es consultar al pueblo sabio y bueno si ese mismo pueblo debe elegir por medio del voto directo a los miembros de la SCJN. Algo así como lo que pretendió hacer con los miembros del Instituto Nacional Electoral con otra de sus ocurrencias legales y que la propia Corte le tumbó por inconstitucional.

El Licenciado es finalmente un político hecho en la calle, acostumbrado a salirse con la suya por medio del chantaje, la componenda y, de ser necesario, la violencia. Lo suyo es la amenaza, el bloqueo, la marcha y golpear al adversario. Crecientemente fuera de control, hoy va contra la Corte con toda la energía de un energúmeno desbocado.

El futuro pinta mal para México. Hay algo más preocupante que una bestia, y es una bestia herida y enfurecida.

Columna de Econokafka de Sergio Negrete Cárdenas en El Financiero

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