A unos 144 kilómetros al norte de Tapachula. En el tiroteo un hombre de origen cubano ha fallecido y cuatro han resultado heridos. Los migrantes viajaban en la batea de una camioneta pick up cuando fue interceptada por los soldados.

Los agentes les dieron el alto, pero el chofer del vehículo ignoró las órdenes. Ahí fue cuando comenzaron los balazos.

A las 1:40 horas del domingo la camioneta circulaba por uno de esos pueblos rurales del sur del país que configuran la ruta migrante más habitual. 

Casi a la altura de Pijijiapan, en el ejido Echegaray, avanzaba el vehículo cuando una patrulla de la Guardia Nacional lo alcanzó.

La muerte de un migrante esta semana sacude todavía más una crisis que viven los municipios de la frontera sur y explica el colapso de los últimos meses. En Tapachula, una ciudad de unos 350.0000 habitantes, hay al menos 63.000 migrantes varados esperando el refugio, según las cifras de la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado.

Si en 2019 fueron al menos 70.400, este año esperan más de 120.000, según cifras oficiales. Y la inmensa mayoría lo hace a través de Tapachula, donde se registra el 70% de las solicitudes de asilo, la única herramienta posible para recibir un papel que enseñar a los agentes de Migración, ganarse la vida y no ser deportado.

La Guardia Nacional ha insistido este lunes por la tarde a través de un comunicado en que los disparos comenzaron cuando se percataron de que la camioneta no se iba a detener, que buscaba “arrollar” a los agentes.

Fotografía: el país

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