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Beatriz Gutiérrez Müller

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Beatriz debe decidirse: ¿quiere los reflectores y lo que estos conllevan, sobre todo cuando uno se equivoca, o no los desea? Ambas cosas no se puede.

El que se lleva se aguanta

Los insultos y las ofensas no son tolerables. No se les deben proferir a nadie, punto. Bajeza adicional cuando se dirigen a una mujer.

 

En aras de reciprocidad, las mujeres tampoco deben insultar u ofender; totalmente innecesario además cuando se increpa a una persona que habló de su marido y no de ella.

 

Así, ante el comentario de Mario Vargas Llosa: “… López Obrador se quiere reelegir sin ninguna duda, yo espero que los mexicanos no se lo permitan”, Beatriz Gutiérrez Müller reaccionó publicando un mensaje en su cuenta de Instagram: “Hay que leer porque la falta de lectura reduce la cognitividad”. Lo anterior acompañado de una captura de pantalla de la entrevista al laureado escritor a la que le sobrepuso las imágenes de un bufón, una corona y un gato enojado.

 

 

Lo siento, pero me atrevo a decir que doña Beatriz Gutiérrez Müller quedó peor que Angélica Rivera cuando la pusieron a decir en público que la casa blanca era de ella, solo para defender a su marido. Y es que en el caso de Müller adicionalmente quiso darle clases de literatura al premio Nobel de dicho rubro…

 

Pégame, pero no me dejes

Gutiérrez Müller también evoca a Martha Sahagún, quien adoraba los reflectores. De esta última en más de una ocasión se llegó a pensar que era ella quien dictaba la política pública y no Vicente Fox.

 

Müller también adora los reflectores y los escenarios, desde cantar para la audiencia hasta debatir cuando alguien —en este caso de importancia— da su opinión al respecto de AMLO y de la 4T.

 

No es vana la comparación. La usó Andrés Manuel como parapeto para tratarla de manera zafia y la volvió a usar para que ella respondiera a los dichos de Mario Vargas Llosa, y ella lo aceptó. Tal vez porque está enamorada, tal vez porque busca ponerse a la altura de un premio Nobel de literatura, tal vez porque le gusta el maltrato o tal vez simplemente porque ella —contrario a lo que afirma— desea estar en la palestra pública.

 

Porque es notorio que, de ser la víctima un día, pasó a buscar la estridencia de ser vista cantando ‘Quiéreme mucho’ y a meterse al ‘tú por tú’ con el premio Nobel peruano. Persiguiendo la luz en ambos casos.

 

Para leer bien

Seamos totalmente francos: es irreal que la señora Beatriz Gutiérrez Müller pretenda enseñarle a escribir a un premio Nobel de literatura, pero si lo va a hacer a título de académica al menos podría ser con propiedad y no utilizando un vocablo inexistente.

 

Por lo cual también se puede decir: “para poder leer bien, es necesario que los mensajes estén escritos sin faltas gramaticales”.

 

Pero su decisión más allá de los errores de redacción lleva a concluir que ella no puede pedir respeto y solidaridad si no ofrece lo mismo.

 

No es la primera vez que lo digo. ¡Cómo olvidar su respuesta cuando un internauta le pidió —reclamó, más bien— vía Twitter apoyar a los niños con cáncer. Su respuesta: “no soy médico, a la mejor usted sí. Ande, ayúdelos”. El mensaje la retrató como una persona pública insensible y poco empática ante la tragedia que viven los demás.

 

No ofreció una disculpa y menos aún se retractó de su dicho. Con lo cual ya no podrá nunca pedir que no la molesten en las redes ——ofensas aparte, ya lo precisé.

 

Solidaridad, ¿venceremos?

A lo anterior se suma el haber validado que la solidaridad mandatada por el régimen cuatroteísta solo se refiere a la granjeada hacia ellos mismos; sello de gobiernos dictatoriales o con ínfulas de serlo.

 

Y tenemos a un importante número de funcionarios conmoviéndose por ella o por sus problemas en público. ¿Recuerdan en su momento a los miembros del gabinete defendiendo a Nilda Patricia Velasco o Margarita Zavala de las campañas de burla que recibían de la gente? Yo no.

 

Por lo demás, ¿dónde quedaron las muestras de empatía que sí deberían atender los miembros de la Cuarta Transformación como funcionarios públicos, cónyuges y allegados? ¿Solidaridad ante los muertos de la L12? Solo un silencio sepulcral. ¿Por las inundaciones, deslaves? Se oyeron las voces de particulares que aportaron insumos, no las del gobierno. ¿Qué los niños de cáncer no tienen medicinas o los pequeños se ampararon para ser vacunados? Se les llamó conspiradores.

 

Nada con exceso, todo con medida

Beatriz Gutiérrez Müller podría aprender de la discreción de algunas primeras damas y alejarse de la estridencia y la intromisión de muchas otras, máxime cuando ella jura no querer desempeñar dicha figura. Pero pareciera que su ejemplo a seguir en lo boquifloja es Martita. O que no desea darse a respetar, cantándole a su esposo un ‘cuídame’ precisamente después que López Obrador no cuidó de ella al recitarle aquellos tantos epítetos de descalificación.

 

Clamar ética pasa primero por ofrecerla. No se puede pretender dar clases en la materia al diario Reforma, cuando esta brilla por su ausencia todas las mañanas en el Salón de la Tesorería de Palacio Nacional.

 

Y en ese sentido, a todo esto Beatriz Gutiérrez Müller debe decidirse: ¿quiere los reflectores y lo que estos conllevan, sobre todo cuando uno se equivoca, o no los desea? Porque ambas cosas no se pueden.

 

En lo personal me parece que la máxima en esto, como en muchas cosas en la vida, debería ser todo con moderación o, lo que es lo mismo, la sabia prudencia. Ser figura pública y actuar en consecuencia, más allá del título o de la ausencia de este.

 

Columna de Verónica Malo Guzmán en SDP

Foto: Twitter Dolores_PL

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