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Viene un ciclón

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¡Ay mis hijos, crean clientelas sin dinero! ¿Quién podrá salvarnos? ¿Claudia? ¿Marcelo?

Gil considera seriamente seguir leyendo a los buenos economistas. Sus pronósticos suelen ser en estos momentos funestos para el futuro más próximo del país. Es verdad que Gil ha recomendado a sus lectores, lectoras y lecteres un médico de cabecera y un economista de confianza, pero las noticias empiezan a preocuparle y Gamés piensa con toda seriedad ocultarse en el clóset por un tiempo. Carlos Urzúa ha escrito “Un ciclón a final del sexenio” en su periódico El Universal. Dice Urzúa que este gobierno ha fracasado en salud, educación, inseguridad e infraestructura pública. Según entendió Gil, esto no es nada comparado con lo que traerán los resultados en la economía: un ciclón al final del sexenio.

Gamés recordó los finales de los sexenios de Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas: crisis financieras, inflación, devaluación y otros incendios que apagamos con nuestras finanzas en cenizas. Gil tiene memoria para recordar aquellos finales en llamas. El Presidente anunció un aumento en las transferencias bimestrales para adultos mayores de 2 mil 700 pesos, como ocurrió en el 2020, hasta 6 mil a fines de su gobierno, en 2024. Además, Liópez Obrador redujo, es decir aumentó, el acceso a la Pensión del Bienestar de 68 a 65 años.

La clientela

Aquí empiezan los vientos huracanados. Gilga diría: si tienes el dinero, pas mal, pero ¿y si no lo tienes? En resumen, la erogación de este plan de bienestar va por el orden de los 360 mil millones de pesos, y si se agregan los costos fiscales, el gasto, o como se diga, será equivalente al 6.5% del PIB. Cómo ven a Gil disfrazado se Schumpeter (a Gil les gusta escribir el nombre Schumpeter, más que el de Friedman y otros).

Escribe Urzúa: “Si no hay una reforma fiscal de gran calado, este último porcentaje (6.5%) representará casi la mitad de la recaudación. Lo que resta junto con los derechos de los hidrocarburos, deberá estirarse para los gastos en educación, salud, seguridad pública, inversión así como para las participaciones y aportaciones a los estados y municipios”.

Puesto en el lenguaje de la calle: no les va a alcanzar, y eso provocará consecuencias destructivas, un huracán. Un grito estremecedor hizo añicos el silencio del amplísimo estudio: ¡Ay mis hijos, crean clientelas sin dinero! ¿Quién podrá salvarnos? ¿Claudia? ¿Marcelo?

Adiós, Gabriel

Pobre Gil, deambula por sus amplias habitaciones como un perro con dueño, sin dueño sería fácil. Un editorial de Arturo Rodríguez en su periódico El Heraldo informa: “En un video difundido en junio, se observa a un alterado Gabriel García Hernández, enfrentando el reclamo de 34 ex Servidores de la Nación, en Tuxpan Veracruz, que demandan al gobierno de México por violación de derechos laborales”.

Aigoeei. ¿Qué le pachó a Gabriel García? Nada, que lo removieron por los malos resultados electorales. García era una eminencia gris oscura del gobierno. Dice la nota de Rodríguez: “con prepotencia, el entonces Coordinador General de Programas de Desarrollo, los acusa de ser parte de ‘la mafia del poder’, de ‘inmoralidad política’, de ‘un atentado que causa mucho daño’. Sin dejar hablar a los inconformes, condiciona su atención a una exigencia: que digan si cambiaron de proyecto político y espeta reiteradamente ‘¿cuánto quieren?’ por desistirse”.

“Quien se ostenta como representante –todos los presentes de notoria condición humilde— le dan un ejemplo: ‘un ex servidor de la nación debió viajar a una localidad durante dos meses, como parte de su trabajo, gastando 500 pesos de su bolsa en cada ocasión’”. García Hernández responde con una confesión de parte: “a ningún servidor se le han podido pagar sus pasajes”.

“El asunto es un problema grave para la Secretaría del Bienestar y para el gobierno, donde están contratados 19 mil 693 personas de acuerdo con el registro de Nómina Transparente y, hasta ahora, se desconoce cuántas demandas laborales se han activado en todo el país”.

Oigan esto: “Lo cierto es que ese universo de cuasiburócratas, subsiste en la precariedad laboral, sin marco jurídico porque su existencia no fue incluida en la Ley Orgánica de la Administración Pública ni en el Reglamento Interior de la Secretaría del Bienestar, normatividad emitida apenas el pasado 13 de mayo en el Diario Oficial de la Federación, por cierto, de manera tardía, pues debió publicarse un año antes”.

Ya páguenles.

Todo es muy raro, caracho. Como diría Peter Gay: “Aunque sea difícil vivir con generalizaciones, es inconcebible vivir sin ellas”.

Columna Uno Hasta el Fondo por Gil Gamés en Milenio

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