• Puebla

La invasión de los oaxaqueños hunde al PRI en su peor crisis política

La dupla Casique–Doger, fueron los causantes de que en 2018 el PRI poblano estuviera sometido a los intereses del morenovallismo

Puebla, Pue.- El PRI poblano pasa su peor crisis en toda su historia, al sufrir una merma importante de militantes, el abandono de organizaciones, la carencia de liderazgos y una opinión pública dominante que lo tilda, con una fama bien ganada, de ser “el partido de la corrupción”. El responsable –por ahora– de este desastre tiene nombre y apellido, se llama: José Murat Casab, el exgobernador de Oaxaca, quien ejerce un dominio en el tricolor, en el ámbito nacional y de Puebla.

Este fin de semana fue muy representativo de esa crisis, pues por un lado dejaron el partido importantes liderazgos como fueron los casos de Germán Sierra Sánchez, Juan Manuel Vega Rayet, Antonio Hernández y Genis, Armando Díaz Arteaga y Adela Cerezo, y por otro, se incorporó al tricolor Jonathan Collantes, un legislador local cuyo desempeño como representante popular es mediocre y únicamente se destaca por sus constantes escándalos.

Tanto en la salida de unos, como en la llegada de otros, tuvo que ver mucho Javier Casique Zárate, el actual secretario de Acción Electoral del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI y quien se ha convertido en el ejecutor de los intereses particulares de José Murad Casab.

Esta es la explicación del entramado de los “oaxaqueños”:

Para nadie es un secreto que Alejandro Moreno Cárdenas dejó la gubernatura de Campeche para llegar a la presidencia nacional del PRI de la mano de José Murat, quien ha tomado las riendas del tricolor ante la crisis que significó el derrumbe priista en el proceso electoral de 2018 y los escándalos que corrupción que dominaron el gobierno de Enrique Peña Nieto.

Los planes de Murat es controlar al PRI de aquí al proceso electoral en 2024, para lo cual buscará que el candidato presidencial sea el propio Alejandro Moreno Cárdenas o su hijo, Alejandro Murat Hinojosa, actual mandatario de Oaxaca.

Como parte de ese propósito, en cada estado del país, Murat ha ido acomodando a operadores político que controlen al PRI, para buscar dominar las estructuras nacionales del tricolor.

Y como parte de ese dominio, consiguió que el PRI poblano quedara en manos de Javier Casique Zárate, por segunda vez, luego de que este personaje dirigió al tricolor y lo llevó a la derrota en los procesos electorales local y federal de 2018.

Javier Casique desde la cartera de Acción Electoral del CEN del PRI –cargo al que llegó por obra y gracia de José Murat–, manipuló y controló el proceso para designar a una nueva dirigencia del partido en Puebla, de tal manera que la presidencia quedara a cargo de un “títere” del propio Casique Zárate, que es Néstor Camarillo Median, exedil de Quecholac, un personaje con un pasado obscuro y sin la pericia de controlar una fuerza política a nivel estatal.

Previo a ello, Cacique estableció una fortaleza infranqueable en el CEN del PRI, para que ningún grupo, organización, liderazgo o legislador de Puebla, se pudiera acercar y dialogar con Alejandro Moreno Cárdenas.

 

Al final el líder nacional del tricolor, mejor conocido con el mote de “Alito”, para resolver el caso de Puebla lo vio solamente a través de la óptica de un solo personaje: Javier Casique, que al final es una pieza de la estructura de poder de José Murat.

Eso llevó a que varios líderes históricos del PRI, como Germán Sierra Sánchez, Juan Manuel Vega Rayet, Armando Díaz Arteaga o Antonio Hernández y Genis, percibieran que el partido tiene nulas posibilidades de levantarse, bajo el control de “los oaxaqueños” –tal como llaman a los seguidores de Murat–, luego de que en los dos últimos procesos electorales el tricolor perdió dos terceras partes de sus votantes.

En el presente, en el PRI todo gravita en torno a los intereses del grupo de José Murat.

Bajo ese esquema, el PRI poblano se ha acabado convirtiendo en el grupo de amigos de Javier Casique Zárate y de su jefe político en Puebla, Enrique Doger.

La dupla Casique–Doger, fueron los causantes de que en 2018 el PRI poblano estuviera sometido a los intereses del morenovallismo, que llevó al partido a convertirse en una tercera y vergonzante fuerza política en el estado.

Ahora ambos personajes vuelven a crear una crisis en el PRI y provocan la salida de varios líderes del tricolor, cuyo único pecado es no ser de la simpatías de Enrique Doger Guerrero, quien supuestamente en 2018 iba a regresar al partido –como candidato a la gubernatura– a la senda del triunfo y le dio uno de sus peores resultados electorales.

Javier Casique es de origen oaxaqueño y por esa razón es cobijado por el grupo de José Murat.

Lo mismo pasa con José Luis Magallanes, quien ayer asumió la secretaria general del Comité Municipal del PRI en la capital.

Tal panorama plantea que no solamente los cargos partidistas, sino las candidaturas a alcaldes, diputados locales y federales, el próximo año quedarán en manos dos tres personajes: Javier Cacique y Jorge Estefan Chidiac –que también es oaxaqueño–, quienes se ha repartido el control del PRI, y los recomendados de José Murat.

Fuera de eso, quedo anulada la pluralidad interna del PRI poblano.

Columna Cuitlatlán de Fermín Alejandro García, La Jornada de Oriente

clh

municipios_interiores: 

Encuesta

¿Usted ha recibido apoyos del gobierno del estado en el último mes?