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Crónica: Como tortillas el viento volteó techos en Huauchinango

Tres pobladores narran cómo la fuerza del viento destruyó parte del patrimonio que con esfuerzos lograron edificar.

Huauchinango, Pue.- “El viento volteó los techos como quien voltea tortillas”, fue la descripción que algunos damnificados encontraron para dar cuenta de la magnitud de la fuerza del aire que azotó sus viviendas la madrugada del pasado miércoles 9 de marzo.

Santiago Santos regresó a vivir a la comunidad de Ocpaco después de algunos años, y ahí lo sorprendieron las rachas de intenso viento.

Explicó que el techo de unos cuatro por ocho metros, construido con madera y lámina de cartón, se fue desprendiendo poco a poco hasta dejar descubierta la casa en la que vive acompañado de algunas aves de corral, con las que se ayuda en su economía.

Él atestiguó que al menos dos de sus vecinos, uno de ellos su compadre, perdieron su techumbre, de madera y láminas galvanizada, pues el viento “los agarró como quien voltea tortillas y los fue a tirar a unos 20 metros de distancia. Se quedaron pelonas las casas”, explicó.

Santiago dejó en claro que no vio que alguna persona saliera lesionada. “Hasta mis animalitos están bien, de eso sí no me quejo, porque estuvo feo y no nos pasó nada en el cuerpo”, aclaró.

Por otra parte, don Teodoro Mejía García, quien vive en la calle Leona Vicario de la cabecera municipal de Huauchinango, perdió parte del techo de su casa y algunos utensilios domésticos que estaban colgados de la viguería.

Describió que para su suerte, ninguno de los moradores estaba en la vivienda, pues él tuvo que salir y dormir fuera por tener una consulta médica, pero uno de sus hijos se encargó de darle la mala noticia sobre la pérdida material.

Refirió que su techo se partió y una parte cayó al otro lado de su propiedad, mientras una parte quedó destruida sobre las cuatro paredes de su habitación.

Un vecino de la colonia El Ocote accedió a contar su vivencia de la madrugada del miércoles, una fecha que difícilmente olvidará debido a que nunca había escuchado crujir los techos, el de su casa y el de algunos vecinos.

El viento azotó tanto que después de despertar ya pocos pudieron dormir tranquilos. Eleazar Vargas fue uno de los afectados, su habitación y su pequeño taller de carpintería quedaron a la intemperie.

El carpintero señaló que el airé los “descobijó”, la fuerza de la naturaleza destruyó un área de unos cuatro por seis metros de techado, más una superficie más pequeña que estaba tapada con hule, “que es donde trabajo un poco de madera, le sé a la carpintería y es con lo que me ayudo. Es un taller que también se afectó, el aire se llevó mi nailon”.

Eleazar Vargas mencionó que después de lo sucedido, aprovechó un momento en que el viento aminoró su intensidad para recuperar parte de lo perdido. Fue a recoger algunas de sus láminas tiradas en la calle y otras que cayeron con sus vecinos, pero no fue suficiente.

Algunos de los habitantes de la misma colonia y un compadre, le dieron algunas láminas galvanizadas para poder reparar su techo.

Cuenta el afectado que para evitar que algún madero le cayera a él o a algún integrante de su familia se refugiaron debajo de una mesa, en la que permanecieron hasta que sintieron que el peligro habría pasado.

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