- Huauchinango
Cuacuila y el colapso del sueño americano…
Huauchinango, Pue.- Los cuacuileños tienen fama en Huauchinango por su sazón: todos los días, a la entrada del mercado municipal se puede ver a sus mujeres detrás de los humeantes chiquihuites con su colorida servilleta bordada, repletos de tamales de todos tamaños y sabores, y a raíz de que emigraron, nos deleitan con sus pizzas.
En este municipio, fue la tierra del gusano de algodón, que es lo que quiere decir Cuacuila en lengua náhuatl, la primera que expulsó a sus jóvenes hacia Estados Unidos ante la falta de trabajo, hace poco más de 15 años, pero tras el decreto de la Ley Arizona, muchos empezaron a volver a la comunidad y con su regreso, se registra una baja considerable en las remesas y un fuerte impacto en la economía de la comunidad.
En el pueblo, ubicado al sureste de la cabecera municipal, los efectos de la mezcla cultural se expresaron rápidamente no sólo en las comidas: mientras había cada vez menos hombres, sus mujeres, aunque no dejaron de bordar el pepenado y hacer tamales para vender, mientras realizaban sus labores, molían en el metate, o lavaban las hojas de papatla, se comunicaban con sus familiares por medio de una videocámara instalada en la pantalla gigante que dominaba la sala de sus humildes viviendas.
Las casas de madera dejaron de serlo y grandes antenas parabólicas se entronizan en los techos de loza que sustituyeron a las vigas y tejas, en el mejor de los casos; o a la lámina de cartón, en la versión menos amable.
La migración permitió que la iglesia de la comunidad, una vieja construcción de adobe con su torre inclinada dedicada a la virgen de la Candelaria, que hace que nada envidiemos a la de Pisa, conviva con una moderna y circular construcción con grandes vitrales de colores y varios portones de maderas preciosas, que los que se fueron a Phoenix, financiaron.
El despertar
Pero el sueño americano terminó y según cálculos del presidente de la junta auxiliar, las remesas han disminuido hasta en un 50 por ciento, afectando los ingresos del 80 por ciento de sus 4 mil 200 habitantes.
A la par de la baja de los envíos de dinero desde Estados Unidos, también van a pique las actividades de construcción, compra de vehículos y de terrenos, y creció el número de cuacuileños que están regresando a la comunidad y a las labores del campo que “ya sólo dan para el autoconsumo”, explicó.
Los que regresaron cuentan cómo la crisis económica estadunidense se manifestó para ellos: “De nueve horas de jornada laboral se las bajaron a cinco o cuatro horas y ya no fue posible pagar la renta de casas, los alimentos y el transporte, por lo que no podían enviar la cantidad de dólares que acostumbraban y ya no se pudieron mantener por allá”.
Lechuga Ahuacatitla estimó que cada migrante enviaba un promedio de “20 mil pesos cada 15 días a sus familiares, por eso es que ahora se ven casas grandes y bien construidas, los padres compraron carros o camionetas nuevas con las que se pusieron a trabajar en el comercio, pero las cosas han cambiado, ahora reciben sólo unos 10 mil pesos o menos, que ya no alcanzan con todas las obligaciones en la comunidad”.
Muchas casas se quedaron en obra negra, ya no pueden pagar sus autos y el asunto promete complicarse debido a que quienes continúan en los Estados Unidos ya no pueden enviar la cantidad de dinero que acostumbraban.