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Visita obispo de San Cristóbal a indígenas de la sierra norte de Puebla

Festejó otra vez sus 50 años de vida sacerdotal con una misa de acción de gracias durante el V Taller de Cultura Náhuatl.

Naupan, Pue.- Custodiado por los cerros Metztepetl, Tonallan y Citlalan (de la Luna, el Sol y las Estrellas), en la morada de San Marcos El Tecuán, el que se convierte en tigrito, el obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel, festejó otra vez sus 50 años de vida sacerdotal con una misa de acción de gracias durante el V Taller de Cultura Náhuatl convocado por la iglesia católica.

La fiesta de Arizmendi en la comunidad de Naupan, en la sierra norte poblana, formó parte de las actividades del Quinto Taller convocado por la Conferencia del Episcopado Mexicano (Cem) con el objetivo de avanzar en las traducciones bíblicas y litúrgicas de la iglesia Católica que se desarrolla del 30 de septiembre al 3 de octubre.

Vestido para la conmemoración con sus chillantes paredes y la explanada que antes sirvió de cementerio, el templo Agustino construido en 1590, fue escenario de las danzas de los Toreadores, Negritos, Chinelos y Viejitos. Bailes festivos postcoloniales.

Arizmendi, sucesor del Tatic Samuel Ruiz en la diócesis de la sierra chiapaneca, coordina además el trabajo de los traductores que conciben, según sus propias palabras, “a la teología india, como la búsqueda de la presencia de Dios en las culturas originarias” a través de la inculturación de la doctrina de la iglesia católica.

“Debemos conocer y respetar los mitos y ritos de los pueblos indígenas para descubrir en ellos las huellas de Dios, los caminos por los que él se ha manifestado y que muchas veces rechazamos por desconocer el fondo de su historia, su contenido y significado. Para conocerlos debemos amar y respetar a quienes los comunican y practicán”, explicó Gabino Negrete Vázquez, originario de Telolotla en el municipio de Zihuateutla.

Por eso los sacerdotes y catequistas católicos vinieron por tres días a Naupan a trabajar en la traducción al náhuatl de la biblia, laudes, vísperas y liturgias “con el ánimo de poner en práctica la promoción integral de los indígenas, para que sean sujetos en la iglesia y en la sociedad”, de acuerdo con Arizmendi.

“Yo vengo de un estado con un porcentaje mayoritario de población indígena y venimos ahora al estado de Puebla para que el pueblo náhuatl pueda tener la importancia que merecen tanto en la sociedad como en la iglesia, que se sientan parte viva del país y que se valore a los pueblos originarios”, agregó el obispo de San Cristóbal de las Casas.

Para celebrar a Arizmendi Esquivel y la realización del taller, no enfloraron a San Marcos como lo hacen en su fiesta en mayo, pero sí le pusieron un xochiyugo y un xochimacpali de papel para que el guardián, el tecuán, el que según la tradición oral se convierte en tigrito y cuida las cosechas, sepa del agasajo.

Nadie sabe en qué año llegó San Marcos al pueblo, sólo dicen que siempre ha estado en su iglesia -los agustinos arribaron a la zona en 1543 y a Naupan en 1590), no obstante todos saben que al pie de él está el tecuani -que es él mismo transfigurado- pero en la fiesta lo cubren con una tela, no por pena, quizá por recelo. ¿Qué si es nahual? sólo ellos lo saben, cuenta el difusor cultural Osvaldo Cortés Ojeda.

Pero en la eucaristía de este martes, el tigrito estuvo descubierto quizá para recordar a los sacerdotes que los rituales de los pueblos indígenas son las celebraciones que realizan para manifestar su unión con la naturaleza, con los seres invisibles, con Dios, en el intento de ponerse en contacto con “un mundo superior” y no simples “leyendas, magia y superstición”.

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