En un nuevo giro en la pugna por el control de TikTok en Estados Unidos, el expresidente Donald Trump aseguró esta semana que ya hay un comprador para la filial estadounidense de la plataforma. Sin ofrecer nombres, dijo que se trata de “un grupo de personas muy ricas” y prometió develar la identidad en “dos semanas”.

El anuncio de Trump contrasta con la presión legislativa que enfrenta la red social. En abril de 2024, el Congreso aprobó la Ley para Proteger a los Estadounidenses de Aplicaciones Controladas por Adversarios Extranjeros, advirtiendo que TikTok debía venderse o cerrarse en suelo norteamericano. Aunque el plazo original era el 19 de enero de 2025, el expresidente ha prorrogado tres veces la fecha límite, dejando abierta la operación hasta el 17 de septiembre.

Fuentes financieras señalan que las negociaciones incluyen a grandes firmas como Andreessen Horowitz, Blackstone, Silver Lake y fondos como General Atlantic y KKR, que en conjunto podrían tener entre 60 % y 80 % del capital, dejando sólo un 20 % bajo ByteDance. Sin embargo, un aspecto crucial sigue pendiente: el algoritmo que selecciona los videos está sujeto a regulaciones chinas que frenan su exportación.

China, por su parte, mantiene que cualquier transacción debe respetar sus leyes sobre tecnología sensible, como el reconocimiento facial o los sistemas de recomendación, considerados propiedad intelectual estratégica. El propio Trump admitió que requerirá la aprobación del gobierno chino, incluido el visto bueno del presidente Xi Jinping, y sugirió flexibilizar aranceles si eso facilita el trato (Washington Post).

La intervención de la Casa Blanca es inusual: el equipo del vicepresidente J.D. Vance está supervisando la operación, evaluando propuestas y sugiriendo cambios en los acuerdos, como si se tratara de una banca de inversión. Entre los posibles postores estarían también nombres como Kevin O’Leary, Steven Mnuchin y el creador de contenido MrBeast, aunque algunos, como Elon Musk, han declinado su interés oficialmente.

De concretarse, la venta salvaguardaría a TikTok de un posible veto, mantendría el acceso a sus 170 millones de usuarios en Estados Unidos y preservaría la plataforma como una herramienta clave para captar audiencias jóvenes. No obstante, si no se logra un acuerdo antes del 17 de septiembre, la compañía podría enfrentar la prohibición total y el retiro de las tiendas de aplicaciones.

Detrás del pulso legal y político se encuentra una disputa mayor: la soberanía tecnológica y la seguridad digital en una era donde los datos se han convertido en un activo estratégico. TikTok se ha vuelto un símbolo del conflicto geopolítico entre Washington y Pekín, y su futuro será clave para definir el papel de las plataformas digitales en la política global.

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foto cortesía 

xmh