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Para Calderón, una estatua de García Luna
El problema de mi expresichente Jelipillo es que tiene mal documentados sus prejuicios enanoburgueses. Digo, está bien que la ultraderecha voxista tiene que ser así, atrabiliaria y panchera en su afán por copiarle a la ultraderecha atrabiliaria y panchera chilena que es como su modelo a seguir, pero no hay que exagerar.
Tienen fe en que si así cayó Salvador Allende por las vías del cloroformo pinochetista (el espectro de don Augusto debe estar encolerizado porque el ChikiliQuadri puso en entre dicho su papel de HDSPM dictador, dejándolo en el triste papel de melifluo humanista), creen que siguiendo los mismo protocolos conseguirán la derrota de López Obrador. Y que luego, con entusiasmo voxista cantarán la de “yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Macuspana ensangrentada, y con la nueva Coparmex liberada, me detendré a darle like a los expresichentes”.
Acá el problema es que Calderón tiene demasiados cadáveres en el clóset y sus delirios de grandeza ultraderechosa se le desmoronan. Cuando se acordó de los niños con cáncer le recordaron su papel de Judas chaparro de la Guardería ABC; cuando atacó a Dos Bocas le refrescaron la memoria de la multimillonaria barda perimetral de la refinería que nunca hizo y se atracaron los recursos; cuando chilló por la pandemia le echaron en cara los hospitales que dejó a medios chiles y los laboratorios para producir medicamentos que tiró al caño; cuando la hace de pex por las ondas narcosatánicas le avientan fotos abrazando a su bróder García Luna Productions, mandadero de La Barbie; y cuando se pone loco por cualquier tema le vuelven a recordar reiteradamente que no es médico, ni geólogo, ni piloto aviador, ni virólogo, ni arquitecto, ni pasante de ingeniero ni simpático ni nada y que además siempre se anda resbalando con cáscaras de Bacardí.
Un efecto que se volvió a repetir ahora que citando a oscuros y siniestros periodistos, hizo un llamado histeriquito para impedir que el presidente cubano, Díaz-Canel, sea invitado a la ceremonia del Grito. Y por supuesto, esa gente malvada del Twitter comenzó a distribuir sus selfies con Hugo Chávez y Raúl Castro risa y risa siendo presichente, no se vale.
Algo que solo se puede comparar con su intentona de impedir que bajen de su pedestal a Cristóbal Colón porque el indigenismo le vale madre. Ya lo veo juntando llaves para hacerle un monumento a García Luna vestido de Iturbide y Santa Anna al mismo tiempo.
Columna Política Cero de Jairo Calixto Albarrán en Milenio
Fotografía archivom
clh