Dijeron que las aulas presentaron fisuras tras el sismo de 7 de septiembre y que se hicieron más grandes con el último movimiento telúrico, además de que se fracturaron el techo y las columnas.
La propietaria es una mujer de la tercera edad que cuidaba a dos bebés y cuatro niños de maternal, que aceptó no tener permiso para operar como estancia o guardería.