julio 31, 2025
2:23 pm
Faro Internacional, La Pluma
Navegando la tormenta arancelaria con cabeza fría
La relación entre México y Estados Unidos entró, una vez más, en un torbellino de incertidumbre. La amenaza del presidente Donald Trump de imponer un arancel generalizado del 30% a México a partir del 1 de agosto1, comunicada con su característico estilo directo, parecía presagiar un nuevo y complejo capítulo en la guerra comercial. Sin embargo, tras una llamada con la presidenta Claudia Sheinbaum, el tono cambió. Trump anunció una prórroga de 90 días, manteniendo el statu quo2: un arancel del 25% ligado al fentanilo, 25% a automóviles y 50% a metales, mientras se eliminan las barreras no arancelarias mexicanas3.
Este episodio, lejos de ser una anécdota, es una radiografía de la nueva realidad bilateral. Kenneth Smith acierta al calificar el resultado inmediato como un “empate 0-0”,4 es una descripción precisa para el corto plazo, donde la incertidumbre sin duda persiste. Sin embargo, para entender la estrategia completa, hay que ampliar la perspectiva. La negociación con la administración Trump no es partido, sino un maratón de largo aliento cuya meta es un acuerdo sólido y de largo plazo en 2026. Este respiro, por tanto, no es producto del azar, sino de una estrategia bien definida que se apoya en dos pilares fundamentales: la fortaleza del mercado interno y una diplomacia que combina firmeza con inteligencia.
La coyuntura arancelaria sin duda tiene un costo. Los datos más recientes del producto interno bruto (PIB), publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), muestran una contracción en las actividades secundarias (-0.2% anual), un reflejo previsible de la incertidumbre que inhibe la inversión en el sector manufacturero. Sin embargo, la economía mexicana en su conjunto muestra una notable resiliencia, con un crecimiento trimestral del 0.7% y anual del 1.2%5.
¿Cuál es la clave de esta resistencia? La respuesta está en la fortaleza del consumo y el dinamismo interno. El sector primario, en gran medida exento de estas disputas comerciales, creció un impresionante 4.5% anual. El sector terciario, motor de la economía, avanzó un 1.7%, impulsado por una demanda interna robusta.
Esta fortaleza no es casual. Los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2024 que se acaba de publicar,6 aunque previos a la nueva administración de Trump, revelan la base sobre la que se construye esta solidez. Entre 2022 y 2024, el ingreso corriente promedio de los hogares mexicanos aumentó un 10.6%. Este crecimiento fue especialmente notorio en los deciles más bajos; el primer decil vio un aumento del 13.3% en sus ingresos. Si bien las transferencias gubernamentales jugaron un papel importante, la principal fuente de ingresos sigue siendo el trabajo, que creció un 10.5% en ese periodo. Políticas como el aumento al salario mínimo han fortalecido el poder adquisitivo de la base de la pirámide sin generar los desequilibrios inflacionarios que algunos vaticinaban, creando un mercado interno más sólido y capaz de amortiguar los choques externos.
Este blindaje económico interno ha permitido al Gobierno de México desplegar una estrategia diplomática elogiada internacionalmente. Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, lo resumió atinadamente: “La presidenta de México ha manejado las cosas muy bien. Con un poco de humor, con mucha humildad, pero con firmeza”.7
La estrategia se aleja de la confrontación directa, que sería fútil ante la asimetría de poder. En su lugar, opta por una negociación constante, sin engancharse en la retórica mediática, pero sin ceder en los principios fundamentales. Entiende que el presidente estadounidense respeta a las figuras fuertes y el mismo mandatario ha reconocido el desempeño y la inteligencia de la líder mexicana.8 La presidenta Sheinbaum ha demostrado estar dispuesta a negociar en ese terreno, pero bajo la premisa de un beneficio mutuo.
Stiglitz también advierte que “ningún acuerdo con Trump vale la pena ser firmado, porque lo hará trizas al primer cambio”. Esto podría parecer pesimista, pero en el fondo valida la estrategia mexicana: no buscar una victoria total e instantánea, sino gestionar la relación día a día, asegurando la estabilidad posible dentro de la “locura”, como él mismo la califica.
Es importante entender que la relación de Estados Unidos con México no es comparable a la que tiene con Japón, el Reino Unido o la Unión Europea. Con esas potencias, Trump ha firmado acuerdos basados en un modelo transaccional: aranceles moderados (en torno al 15%) a cambio de miles de millones en compromisos de inversión y compras de productos estadounidenses.9
México es diferente. Nuestra integración económica es una de las más profundas del mundo. Somos más que un socio comercial; somos una sociedad interconectada por lazos familiares, culturales y geográficos. Millones de nuestros paisanos viven y trabajan al otro lado de la frontera y también millones de estadounidenses trabajan, residen y vacacionan en México. Por ello, una solución no puede ser un simple trueque de aranceles por inversiones. El objetivo estratégico, tanto para México como para Estados Unidos, debe ser la certidumbre y cooperación a largo plazo.
La prórroga de 90 días es, entonces, una etapa más en este maratón diplomático. La verdadera meta, la que no debemos perder de vista, es la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) en 2026. La estrategia de la presidenta Sheinbaum está enfocada precisamente en llegar a esa fecha crucial con el tratado intacto, respaldada por una política interna sólida y la construcción de una relación bilateral de respeto con su contraparte. Se está construyendo un entendimiento, a veces tenso, pero cada vez más sólido, entre dos líderes que, a su manera, buscan defender los intereses de sus naciones.
Si algo ha demostrado esta última semana, es que la fortaleza interna y una diplomacia serena son las mejores herramientas de México. La incertidumbre continuará, pero el camino para navegarla está trazado. El objetivo no es solo sortear la tormenta, sino llegar a buen puerto en 2026 con un acuerdo que refleje la complejidad y la importancia de nuestra relación bilateral.
clh