Raíces

Hablar de colonialismo en Latinoamérica es prácticamente imposible sin mencionar a Eduardo Galeano, quien expuso una verdad cruda y reveladora: la historia de nuestra región ha sido de saqueo y explotación. En obras como Las venas abiertas de América Latina nos recuerda que detrás de las grandes riquezas extraídas está el sufrimiento de los pueblos originarios, despojados de sus tierras, su cultura e identidad.

Antes de que los europeos pusieran pie en estas tierras, ya florecían culturas avanzadas con conocimientos impresionantes en astronomía, arquitectura y matemáticas. Estas civilizaciones, lejos de ser salvajes o primitivas, habían alcanzado un desarrollo extraordinario. Hoy es vital no sólo reconocer su legado, brutalmente interrumpido por la colonización, sino también reivindicar su contribución al avance de la humanidad.

Esta visión tiene plena concordancia con lo recientemente expresado por la presidenta Claudia Sheinbaum, a propósito del 12 de octubre, respecto a que, lejos de celebrar una “hazaña”, se debe reflexionar sobre las profundas heridas que la colonización dejó en nuestra historia. Durante décadas se conmemoró la llegada de Cristóbal Colón a América, bajo nombres como el Día de la Raza o el Día de la Hispanidad, glorificando el encuentro entre dos mundos, pero sin atender el sufrimiento que implicó la conquista.

El 12 de octubre no debe ser visto como un día de conquista, sino como una jornada para revalorizar el legado de las civilizaciones prehispánicas y reflexionar sobre el impacto devastador de la colonización.

Al proponer que España ofrezca una disculpa pública a los pueblos originarios de México, se refuerza un creciente movimiento global que busca una revisión crítica y justa de la historia. Esa postura desafía la narrativa tradicional y también abre una conversación necesaria acerca del reconocimiento y la justicia histórica.

Este llamado refuerza el que hizo en 2019 el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, quien envió una carta al rey de España solicitando una disculpa por los crímenes cometidos durante la colonización. Aunque esta petición no recibió respuesta oficial, fue un gesto simbólico que abrió el camino a la discusión sobre la reparación histórica. Reconocer el daño causado es tanto una cuestión de justicia histórica como un avance hacia la reconciliación entre naciones y la afirmación de los derechos de los pueblos originarios.

A nivel internacional, ya existen precedentes: Japón pidió perdón a Corea y China por las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial; Alemania ha reconocido repetidamente su culpa por el Holocausto; Francia admitió su responsabilidad por los crímenes perpetrados durante la guerra de Independencia de Argelia.

Estos ejemplos demuestran que, cuando los países admiten su pasado oscuro honran a las víctimas, pero además marchan hacia un futuro más justo y pacífico. De ahí que no únicamente se esté buscando un reconocimiento de los agravios del pasado, sino, asimismo, una revalorización de las culturas indígenas que sobrevivieron a la colonización.

En este sentido, hace poco tuvo lugar uno de los logros más significativos, con la reciente aprobación de la reforma constitucional a la Ley de Pueblos Originarios y Afromexicanos, que reconoce a éstos, formalmente, sus derechos y su contribución a la identidad nacional, y es un avance crucial para garantizarles acceso equitativo a recursos, educación y visibilización social. El trabajo coordinado del Poder Legislativo fue clave para que esta reforma hoy represente un verdadero progreso en la justicia social.

El 12 de octubre, entonces, no es un día de fiesta; es una oportunidad para reflexionar sobre el impacto de la colonización y para celebrar la resistencia y la riqueza de las culturas indígenas. Las civilizaciones prehispánicas, además de sobrevivir a la violencia colonial, contribuyeron significativamente al desarrollo de la humanidad. Reconocer este pasado es apenas el primer paso.

En un país tan diverso como México, es fundamental seguir trabajando para que los pueblos indígenas tengan acceso a los mismos derechos y oportunidades que el resto de la población. Esto implica recordar el pasado, pero igualmente continuar construyendo un presente en el que sus derechos y culturas sean respetados y valorados.

No es el Día de la Raza, sino el Día de Nuestras Raíces.

Al final, el llamado a la inclusión y al respeto no trata de borrar la historia, sino de contarla de manera más completa y justa. Al reflexionar sobre el verdadero significado de esta fecha, desafiamos las narrativas de poder que han dominado y afirmamos nuestra identidad como mexicanas y mexicanos.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

X y Facebook: @RicardoMonrealA

 
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Ricardo Monreal

El doctor en Derecho, Ricardo Monreal Ávila, nació el 19 de septiembre de 1960 en Plateros, Zacatecas, en el seno de una familia de catorce hijos.

Estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Zacatecas y luego cursó estudios de maestría y doctorado en Derecho Constitucional y Administrativo en la Universidad Nacional Autónoma de México.

En 1975 comienza su trayectoria política militando en las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), allí ocupó varios cargos: fue coordinador nacional de la Defensa Jurídica del Voto en la Secretaría de elecciones de la dirigencia nacional; presidió el Comité Directivo Estatal de Zacatecas y, posteriormente, fue secretario de Acción Política de la Confederación Nacional Campesina. En éste periodo de militancia participó en el Congreso de la Unión, fue diputado federal dos veces (1988-1991 y 1997-1998) y llegó al puesto de senador (1991-1997).

En 1998, Monreal Ávila abandona al PRI para unirse a las filas del PRD y contender, ese mismo año, a la gobernación del estado de Zacatecas.

Fue diputado federal en tres periodos: de 1988 a 1991 y de 1997 a 1998 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y entre 2012 y 2015 por Movimiento Ciudadano y por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

Cumplió labores como senador en dos periodos, de 1991 a 1997 y de 2006 a 2012 por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el  Partido del Trabajo (PT).

Ahora por tercera ocasión es Senador de la República y coordinador de la fracción parlamentaria de Morena.