La estrategia perversa

Para Dante, el infierno está reservado a aquellas personas que conservaron su neutralidad en tiempos de crisis moral. Sin embargo, actualmente es posible llevar más allá el pensamiento del poeta florentino y afirmar que no hay peor mal que el realizado por quienes, de manera inmoral y consciente, intentan traicionar al pueblo con tal de recuperar o mantener privilegios, sin importarles poner en riesgo la estabilidad de las naciones y la democracia misma.
La Divina comedia es rica en recursos literarios, míticos y fantásticos, pero también funciona como una guía que señala conductas que son benéficas para los pueblos y aquellas que los destruyen, recordándonos que, en momentos de definición, quien opta por emprender acciones que afectan el desarrollo de las naciones tarde o temprano caerá en un lugar oscuro.
Es oportuno recordar esto ahora que en México vivimos momentos definitorios y decisivos.
Restan solo 20 días para definir en los comicios constitucionales a la presidenta de México —la primera en 200 años de vida como nación independiente— y a quienes nos representarán en el Poder Legislativo federal, así como en algunos
ejecutivos locales, ayuntamientos y congresos estatales. Más de 20 mil cargos de elección popular en disputa.
Los resultados de las encuestas y estudios demoscópicos levantados desde el inicio de la campaña, e incluso antes, nos adelantan cuál es la probabilidad más cercana respecto a lo que revelarán las urnas el próximo 2 de junio: Claudia Sheinbaum Pardo se alzará con el triunfo con una ventaja firme —que en los sondeos realiza- dos ha fluctuado siempre entre los 20 y los 30 puntos porcentuales— respecto a un lejano segundo lugar, disputado entre el PRIANRD y Movimiento Ciudadano, fuerza política que remontó con firmeza luego de un inicio agitado.
La historia electoral en las naciones democráticas nos muestra cómo los probables resultados anticipados en las encuestas no tienen variación —respecto al resultado final— a partir de las dos últimas semanas, salvo en caso de que surgiera un acontecimiento de fondo que pudiera alterar el resultado disminuyendo la ventaja del candidato o candidata puntero sobre el segundo lugar, pero sin desviarlo de la victoria.
Esta es la razón principal que tiene en alerta a la oposición y a los grupos económicos que la patrocinan y que, ante su desesperación, acuden a estrategias y tácticas perversas, ahora con el propósito único de judicializar la elección.
Recientemente y apegado a esa estrategia, el PRIANRD construyó una falsa alerta sobre presuntos riesgos existentes en un porcentaje determinado de casillas, pero sin apegarse a base científica alguna ni a comprobaciones serias. A pesar de esto último, los medios de comunicación tradicionales retomaron esa retórica para hacerla visible en la sociedad. Se trata de una argucia más que acude a alarmas y al escándalo, para preparar el terreno que justificará su futura impugnación a la derrota que obtendrán en las urnas.
Hablar de altos porcentajes de riesgo en ciudades y entidades federativas es una irresponsabilidad política, y es dudar cínicamente del sistema electoral y de sus órganos. ¿Dónde queda la consigna y aquella lucha social respecto a que el INE no se toca?, ¿dónde, el alto nivel de confianza que afirmaban que el Instituto tiene frente a la sociedad?
Es muy clara esa estrategia a la que se han sumado, incluso, ex presidentes del INE, alegando la probable nulidad de los comicios. No es sino un rosario de complicidades que, frente a los resultados inminentes, buscan justificaciones a priori y torpes para su derrota.
La democracia de nuestro país alcanzó —como nunca— su madurez. El pueblo de México ha logrado un amplio nivel de conciencia y es de las naciones más politizadas, por lo cual ese tipo de artimañas no tendrán eco. No funcionarán ni tácticas ni estrategias perversas.
No obstante, al mismo tiempo que se está intentando demeritar el ambiente social para la celebración de las elecciones, continúa la guerra sucia contra el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y contra Claudia Sheinbaum, la candidata presidencial de nuestro movimiento. Esa medida va respaldada por cantidades millonarias de recursos, cuyo origen el INE ha omitido investigar.
Pero al contrario de lo que esperaban, su campaña de odio, calumnia e insulto permanente les ha mermado simpatizantes y probables votantes, en lugar de incrementarlos. Por ello, sin otra opción, ahora esa fuerza política se empeña en mantenerse en un distante segundo lugar en la contienda, y ya extendió su guerra sucia contra Movimiento Ciudadano, produciendo spots y 
mensajes ofensivos —aunque huecos— contra su candidato, como el que en días recientes se viralizó en redes sociales, que consistió en alterar, lastimosamente y sin ninguna sustancia, la letra de la canción que lo identifica.
Con estas medidas políticas desesperadas y erráticas no moverán un ápice las preferencias electorales inalterablemente pronosticadas.
 
 

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Ricardo Monreal

El doctor en Derecho, Ricardo Monreal Ávila, nació el 19 de septiembre de 1960 en Plateros, Zacatecas, en el seno de una familia de catorce hijos.

Estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Zacatecas y luego cursó estudios de maestría y doctorado en Derecho Constitucional y Administrativo en la Universidad Nacional Autónoma de México.

En 1975 comienza su trayectoria política militando en las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), allí ocupó varios cargos: fue coordinador nacional de la Defensa Jurídica del Voto en la Secretaría de elecciones de la dirigencia nacional; presidió el Comité Directivo Estatal de Zacatecas y, posteriormente, fue secretario de Acción Política de la Confederación Nacional Campesina. En éste periodo de militancia participó en el Congreso de la Unión, fue diputado federal dos veces (1988-1991 y 1997-1998) y llegó al puesto de senador (1991-1997).

En 1998, Monreal Ávila abandona al PRI para unirse a las filas del PRD y contender, ese mismo año, a la gobernación del estado de Zacatecas.

Fue diputado federal en tres periodos: de 1988 a 1991 y de 1997 a 1998 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y entre 2012 y 2015 por Movimiento Ciudadano y por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

Cumplió labores como senador en dos periodos, de 1991 a 1997 y de 2006 a 2012 por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el  Partido del Trabajo (PT).

Ahora por tercera ocasión es Senador de la República y coordinador de la fracción parlamentaria de Morena.