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La frontera de cristal es un libro de nueve cuentos, publicado en 1995 y escrito por Carlos Fuentes, que explora temas relacionados con la frontera entre México y Estados Unidos.

Cada cuento de esta obra aborda diferentes aspectos de la relación y las dinámicas entre ambos países. Sus personajes e historias nos llevan a reflexionar sobre cuestiones como migración, identidad cultural, política, historia y la complejidad de la frontera que separa estas dos naciones.

Uno de los temas centrales del libro —y que le da su título— es la idea de la frontera frágil y permeable, “de cristal”. En los relatos se utiliza esta metáfora para destacar la idea de que, a pesar de las divisiones geográficas y políticas, la realidad de ese lindero es mucho más compleja y fluida de lo que parece a simple vista.

La frontera de cristal invita a repensar las relaciones entre México y Estados Unidos, así como la experiencia de las personas que viven en ese límite territorial y se ven afectadas por las decisiones políticas y sociales de ambas naciones. Esto viene a cuento porque en los años recientes esos dos países han compartido un sinfín de desafíos en su relación bilateral, desde cuestiones comerciales hasta migración y seguridad.

Recientemente, se celebró el Diálogo de Alto Nivel (DAN) entre autoridades mexicanas y estadounidenses, que se enfocó en dos temas cruciales: migración y fentanilo. Este evento prometía abordar problemas que han afectado profundamente a ambos países, pero es necesario analizar si tales conversaciones son suficientes para generar un cambio significativo.

Hablemos, por ejemplo, de migración, tema particularmente álgido en la relación bilateral durante décadas. Con la creciente presión en la frontera sur de Estados Unidos y la necesidad de una solución humanitaria, el DAN representó la oportunidad de abordar este problema de manera integral, pero ¿se están retomando sus causas fundamentales?

El enfoque principal sigue siendo la seguridad en la frontera, pero no podemos ignorar las condiciones de vida desafiantes, la violencia y la falta de oportunidades en los países de origen de las y los migrantes. México y Estados Unidos deben trabajar juntos para abordar estas causas subyacentes y no solo reforzar medidas de seguridad. Además, es crucial que se respeten los derechos humanos de esas personas y que se busquen soluciones más allá de la detención y la deportación.

El fentanilo, por su parte, es un problema de salud pública que ha cobrado innumerables vidas en ambos lados de la frontera. La declaración conjunta emitida tras el Diálogo se refiere a la colaboración para su combate, pero la cuestión es si estas conversaciones realmente pueden frenar la crisis. El fentanilo es un negocio lucrativo para los cárteles de la droga y se necesita una estrategia multifacética que incluya medidas de prevención, tratamiento y reducción de la demanda.

Además, no podemos pasar por alto el papel de Estados Unidos en esta crisis. La demanda de drogas en su territorio es un motor principal de la producción y el tráfico de este opioide sintético. En lugar de centrarse únicamente en la interdicción en la frontera, la Unión Americana debe abordar sus problemas internos de adicción y acceso a sustancias controladas.

La declaración conjunta menciona el respeto por la soberanía de cada país, un principio importante en las relaciones internacionales. Sin embargo, es esencial que no se convierta en una justificación para la falta de acción o de responsabilidad. La crisis de migración y el fentanilo son problemas interconectados que requieren cooperación genuina y esfuerzos coordinados, como expresó el presidente Andrés Manuel López Obrador.

El fentanilo y la migración son solo dos aspectos de una relación bilateral compleja. Para avanzar, tenemos que buscar soluciones a largo plazo que trasciendan las fronteras y aborden las desigualdades profundamente arraigadas. La verdadera colaboración implica enfrentar estos desafíos con determinación.

El Diálogo de Alto Nivel es una oportunidad, pero su éxito se medirá en función de las acciones que sigan a estas conversaciones, El reto ahora para ambos países estriba en mantenerse comprometidos y trabajar juntos para abordar de manera efectiva y humanitaria estos problemas apremiantes. Nuestro futuro conjunto depende de ello.

 

ricardomonreala@yahoo.com.mx

X y Facebook: @RicardoMonrealA

 

clh

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Ricardo Monreal

El doctor en Derecho, Ricardo Monreal Ávila, nació el 19 de septiembre de 1960 en Plateros, Zacatecas, en el seno de una familia de catorce hijos.

Estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Zacatecas y luego cursó estudios de maestría y doctorado en Derecho Constitucional y Administrativo en la Universidad Nacional Autónoma de México.

En 1975 comienza su trayectoria política militando en las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), allí ocupó varios cargos: fue coordinador nacional de la Defensa Jurídica del Voto en la Secretaría de elecciones de la dirigencia nacional; presidió el Comité Directivo Estatal de Zacatecas y, posteriormente, fue secretario de Acción Política de la Confederación Nacional Campesina. En éste periodo de militancia participó en el Congreso de la Unión, fue diputado federal dos veces (1988-1991 y 1997-1998) y llegó al puesto de senador (1991-1997).

En 1998, Monreal Ávila abandona al PRI para unirse a las filas del PRD y contender, ese mismo año, a la gobernación del estado de Zacatecas.

Fue diputado federal en tres periodos: de 1988 a 1991 y de 1997 a 1998 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y entre 2012 y 2015 por Movimiento Ciudadano y por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

Cumplió labores como senador en dos periodos, de 1991 a 1997 y de 2006 a 2012 por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el  Partido del Trabajo (PT).

Ahora por tercera ocasión es Senador de la República y coordinador de la fracción parlamentaria de Morena.