Embestida legislativa en puerta

Cada 12 años, la fecha de las elecciones presidenciales de México y Estados Unidos coinciden. Primero se realizan las de nuestro país, en junio, y cinco meses después —en noviembre— las de la nación vecina.

Así ocurrirá el próximo año, 2024, cuando el domingo 2 de junio tengamos las elecciones más grandes de nuestra historia (con casi 20 mil cargos en disputa), y el martes 5 de noviembre se den los comicios presidenciales, federales y locales al otro lado del río Bravo.

Antes, cuando éramos vecinos distantes, esta convergencia de elecciones no tenía mayor relevancia. Se veía como una noticia de paso o coyuntural, sin más atractivo que el del interés general.

Hoy, sin embargo, es muy diferente. Entre ambas naciones hay dos tratados de libre comercio en 30 años; 40 millones de compatriotas que radican en Estados Unidos; más de un millón de ciudadanas y ciudadanos suyos viviendo en México (es la comunidad más grande del extranjero en nuestro país), y las remesas que recibe regularmente una tercera parte de los hogares mexicanos, como principal fuente de inversión directa del exterior.

Todo ello nos obliga a reconocer una nueva realidad: ya no somos para nada vecinos distantes; somos vecinos crecientemente integrados, con todos los retos, amenazas y oportunidades que ello implica, en términos de soberanía nacional y de cooperación internacional.

Esto significa que cada vez más el nombre de México estará presente en las elecciones estadounidenses, por buenas y malas razones, aunque desde hoy podemos afirmar que hay claros indicios de que se prepara una perversa embestida contra nuestro país desde los sectores conservadores y ultraconservadores de EUA, aprovechando la convergencia de las elecciones presidenciales.

No sólo son las declaraciones con fines electoreros de algunos políticos que aspiran a un cargo de representación popular, como el gobernador de Florida, sino la actividad que están desplegando en medios de comunicación y en el Capitolio algunos de los grupos más antimexicanos en Estados Unidos.

Un indicador claro es el inusitado número de iniciativas de ley, puntos de acuerdo y posicionamientos contra México que se han estado presentando durante las dos últimas legislaturas (las número 117 y 118), tanto en la Cámara de Representantes  como en el Senado.

De un total de 38, voy a mencionar cuatro que ya están en comisiones:

1. Iniciativa en el Senado, para designar a los cárteles mexicanos de drogas como entidades narcoterroristas y proveer de recursos a las fuerzas militares estadounidenses para destruir a esas bandas en nuestro territorio.

2. Iniciativa en la Cámara de Representantes, para autorizar al Gobierno estadounidense a compartir tecnología y armas con las Fuerzas Armadas mexicanas, para que juntos eliminen a los fabricantes de drogas, especialmente de fentanilo.

3. Resolutivo en la Cámara de Representantes, para sancionar a los funcionarios mexicanos que sean cómplices de narcotraficantes.

4. Resolutivo conjunto del Senado y de la Cámara de Representantes, que plantea autorizar a las Fuerzas Armadas estadounidenses para que combatan el tráfico de fentanilo en cualquier parte del mundo, iniciando en México.

Para estos grupos ultraconservadores, nuestro país está al nivel de Afganistán o de Pakistán en términos de narcotráfico, grupos armados y terrorismo.

Lo peor de todo es que cuentan con el apoyo tácito de grupos de conservadores mexicanos que se sienten electoralmente en desventaja para el próximo año, y buscan de esta manera ganar apoyo del exterior para su causa.

Por supuesto que el fentanilo y demás drogas ilícitas son una amenaza para la seguridad nacional, la salud pública y la vida de la población estadounidense, y el Gobierno de México debe ayudar a nuestros vecinos integrados en su combate, pero esto se debe realizar bajo las premisas civilizadas de la cooperación y el apoyo mutuos, no bajo los impulsos electoreros de la amenaza, la injerencia y la humillación.

 

ricardomonreala@yahoo.com.mx

X y Facebook: @RicardoMonrealA

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Ricardo Monreal

El doctor en Derecho, Ricardo Monreal Ávila, nació el 19 de septiembre de 1960 en Plateros, Zacatecas, en el seno de una familia de catorce hijos.

Estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Zacatecas y luego cursó estudios de maestría y doctorado en Derecho Constitucional y Administrativo en la Universidad Nacional Autónoma de México.

En 1975 comienza su trayectoria política militando en las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), allí ocupó varios cargos: fue coordinador nacional de la Defensa Jurídica del Voto en la Secretaría de elecciones de la dirigencia nacional; presidió el Comité Directivo Estatal de Zacatecas y, posteriormente, fue secretario de Acción Política de la Confederación Nacional Campesina. En éste periodo de militancia participó en el Congreso de la Unión, fue diputado federal dos veces (1988-1991 y 1997-1998) y llegó al puesto de senador (1991-1997).

En 1998, Monreal Ávila abandona al PRI para unirse a las filas del PRD y contender, ese mismo año, a la gobernación del estado de Zacatecas.

Fue diputado federal en tres periodos: de 1988 a 1991 y de 1997 a 1998 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y entre 2012 y 2015 por Movimiento Ciudadano y por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

Cumplió labores como senador en dos periodos, de 1991 a 1997 y de 2006 a 2012 por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el  Partido del Trabajo (PT).

Ahora por tercera ocasión es Senador de la República y coordinador de la fracción parlamentaria de Morena.