En 13 días concluirá el proceso interno de MORENA para seleccionar al coordinador(a) nacional de los Comités de Defensa de la 4T, que con una probabilidad del 99.99 % (el 00.01 % restante es para dejarle algo al azar estadístico) se convertirá en su momento en la o el candidato presidencial del movimiento y sus aliados.
Entre la tradición priista del tapadismo, la práctica elitista conservadora de convenciones de notables, y las tribales y onerosas consultas a la base (que en muchos casos devienen en consultas a la bolsa), MORENA optó por el método demoscópico y estatutario de la encuesta (contempla también el recurso del acuerdo o consenso, pero raramente se aplica), que hasta ahora ha logrado combinar el derecho a participar que asiste a toda persona integrante del movimiento, con el imperativo político de mantener la unidad de la organización.
Ya manifesté que las encuestas no son la panacea (son una fotografía de la realidad, pero no la realidad misma); sin embargo, también reconozco que son el mal menor frente a los males mayores que acechan a los partidos, como el tapadismo, el corporativismo, el clientelismo o el sectarismo. De hecho, el Frente Amplio opositor también utilizará encuestas para seleccionar a su candidata(o), junto con una suerte de elección interna acotada y controlada.
¿Qué balance puedo hacer del proceso interno de MORENA, en el cual estoy participando?
En primer lugar, refrendo que es un proceso inédito, innovador y estratégicamente útil para reforzar el posicionamiento tanto del gobierno del presidente AMLO como el del movimiento MORENA. Pero también es importante señalar que ha habido acuerdos incumplidos y lineamientos de actuación que no se honraron, se olvidaron o fueron de plano arteramente violados.
Referiré algunos de ellos:
- No derrochar en gastos publicitarios y propagandísticos .
- No realizar prácticas antidemocráticas, como acarreo, coerción y alianzas con grupos o personas a cambio de prebendas.
- No establecer alianzas con grupos de interés ni hacer compromisos con sectores de la reacción oligárquica o con organizaciones, empresas o gobiernos extranjeros.
- No utilizar el presupuesto público o bienes gubernamentales para beneficio propio o de sus representantes.
- No contratar, por sí o por terceros, espacios en radio y televisión.
Al respecto, la dirección del partido no procuró que se acataran estos y otros lineamientos y mantuvo una actitud omisa frente a lo que se podía hacer y lo que no, lo cual generaría al interior del movimiento una serie de dificultades, que esperamos superar, pues no podemos permitir que el dinero, el derroche y el dispendio se conviertan en claves del éxito político-partidista.
Tampoco podemos soslayar que MORENA no fiscalizó ningún tipo de publicidad y sólo dio a conocer los gastos que cada aspirante erogamos de los recursos autorizados por el propio partido (por la cantidad de 5 millones).
Incluso, aunque pareciera una broma de mal gusto, se me ha señalado como quien más recursos utilizó de los cuatro aspirantes, cuando fui el que menos tuvo a su disposición para el desempeño de su actividad interna.
Hoy tenemos un problema de piso disparejo en esta especie de anteprecampaña interna, que espero se corrija en los días que faltan para concluir este ejercicio, inédito e innovador, sí, pero también con ribetes de desigualdad y uso de prácticas políticas anquilosadas que parecían superadas.
Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA
clh
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El doctor en Derecho, Ricardo Monreal Ávila, nació el 19 de septiembre de 1960 en Plateros, Zacatecas, en el seno de una familia de catorce hijos.
Estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Zacatecas y luego cursó estudios de maestría y doctorado en Derecho Constitucional y Administrativo en la Universidad Nacional Autónoma de México.
En 1975 comienza su trayectoria política militando en las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), allí ocupó varios cargos: fue coordinador nacional de la Defensa Jurídica del Voto en la Secretaría de elecciones de la dirigencia nacional; presidió el Comité Directivo Estatal de Zacatecas y, posteriormente, fue secretario de Acción Política de la Confederación Nacional Campesina. En éste periodo de militancia participó en el Congreso de la Unión, fue diputado federal dos veces (1988-1991 y 1997-1998) y llegó al puesto de senador (1991-1997).
En 1998, Monreal Ávila abandona al PRI para unirse a las filas del PRD y contender, ese mismo año, a la gobernación del estado de Zacatecas.
Fue diputado federal en tres periodos: de 1988 a 1991 y de 1997 a 1998 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y entre 2012 y 2015 por Movimiento Ciudadano y por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Cumplió labores como senador en dos periodos, de 1991 a 1997 y de 2006 a 2012 por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido del Trabajo (PT).
Ahora por tercera ocasión es Senador de la República y coordinador de la fracción parlamentaria de Morena.




