Tenemos que seguir apoyando a los Estados Unidos a combatir este nuevo flagelo del fentanilo, pero nuestro vecino debería de eliminar ese precursor político tóxico que es el pretextilo.
Ahora que estamos en el umbral de un año de elecciones presidenciales en México y en Estados Unidos (cada 12 años coinciden ambos comicios), nuestro país aparece en la contienda como un pretexto oportuno, una bandera de preocupación pública o issue de campaña. Es el pretextilo o la manía de tomar a México como pretexto, prejuicio o premonición para llevar agua al molino de cada candidato y atraer votos, práctica a la que acuden más los republicanos que los demócratas.
En 1988 fue el tema del asesinato del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena. En el 2000, el del NAFTA, que estaba llevándose a México los empleos de los estadounidenses. En 2012, el issue fue la guerra contra el narcotráfico, que convirtió a nuestro país en un peligro para la vida de las y los ciudadanos vecinos del norte. Y en 2024 será el tema del fentanilo, “que produce México y nos está matando, por lo que habría que invadirlo militarmente”.
Ciertamente, ninguna de esas situaciones son falsas. Existen y se presentan; el truco está en el uso electorero y usufructo propagandista. Por ejemplo, el tratamiento político sobre el fentanilo, una de las drogas sintéticas más letales y poderosas de los últimos tiempos, que el año pasado mató a más de 100 mil seres humanos en Estados Unidos, convirtiéndose en una verdadera epidemia de salud pública.
La nación vecina vive la tercera ola de fentanilo desde que en los años noventa del siglo XX sus industrias farmaceúticas lograron el aval de la autoridad sanitaria federal para que se recetaran analgésicos en forma indiscriminada. Fue una fuente de ganancias extraordinaria para los laboratorios, pero también de predisposiciones adictivas para la población consumidora. La segunda ola se presentó hace una década, cuando se cancelaron las prescripciones médicas y se disparó el consumo de heroína. La tercera es la actual, en que los carteles empiezan a fabricar, distribuir y vender presentaciones falsas de fentanilo (El País, 19 de marzo de 2023).
El pretextilo, en cambio, señala que el problema viene de fuera, de los carteles mexicanos, y que los introductores son las personas migrantes que van a buscar trabajo a EUA. También, que nuestro Gobierno ha sido tolerante y está cruzado de brazos o, incluso, protege a los carteles que producen el fentanilo en laboratorios clandestinos instalados en las zonas serranas del país. El pretextilo no toma en cuenta que México, y en concreto la administración del presidente AMLO, es el país que más esfuerzos y recursos está invirtiendo para ayudar a resolver este problema, que tiene sus raíces y soluciones en la propia Unión Americana.
Por ejemplo, según informó el canciller Marcelo Ebrard, el 85 % de los presos en EUA por traficar con fentanilo son ciudadanos locales. En la actual administración, el Gobierno federal ha confiscado 6 toneladas de fentanilo, 7 mil 820 kilogramos de metanfetaminas, 45 mil 200 litros de precursores químicos, además de 23 millones 383 mil pastillas y 8 mil 279 ampolletas de la misma droga, y destruyó 22 laboratorios, cuyo costo en vidas humanas fue de 1,791 personas.
Debemos seguir apoyando a Estados Unidos, nuestro vecino y socio, a combatir este nuevo flagelo del fentanilo, pero aislando antes ese precursor político tóxico que es el pretextilo, para que esta lucha se haga con respeto a las respectivas dignidades y soberanías nacionales.
Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA
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El doctor en Derecho, Ricardo Monreal Ávila, nació el 19 de septiembre de 1960 en Plateros, Zacatecas, en el seno de una familia de catorce hijos.
Estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Zacatecas y luego cursó estudios de maestría y doctorado en Derecho Constitucional y Administrativo en la Universidad Nacional Autónoma de México.
En 1975 comienza su trayectoria política militando en las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), allí ocupó varios cargos: fue coordinador nacional de la Defensa Jurídica del Voto en la Secretaría de elecciones de la dirigencia nacional; presidió el Comité Directivo Estatal de Zacatecas y, posteriormente, fue secretario de Acción Política de la Confederación Nacional Campesina. En éste periodo de militancia participó en el Congreso de la Unión, fue diputado federal dos veces (1988-1991 y 1997-1998) y llegó al puesto de senador (1991-1997).
En 1998, Monreal Ávila abandona al PRI para unirse a las filas del PRD y contender, ese mismo año, a la gobernación del estado de Zacatecas.
Fue diputado federal en tres periodos: de 1988 a 1991 y de 1997 a 1998 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y entre 2012 y 2015 por Movimiento Ciudadano y por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Cumplió labores como senador en dos periodos, de 1991 a 1997 y de 2006 a 2012 por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido del Trabajo (PT).
Ahora por tercera ocasión es Senador de la República y coordinador de la fracción parlamentaria de Morena.