Si en EUA el Partido Republicano se hace de ambas Cámaras, entonces México recibiría las mismas presiones que el Partido Demócrata, sobre los mismos temas, pero elevadas a mayor potencia y estridencia.
Acabamos de presenciar en Brasil una elección polarizada. Hoy, martes, veremos algo similar en los Estados Unidos, con los comicios de mitad del mandato en los que se renovarán 435 diputaciones federales (la totalidad de la Cámara Baja), 34 de 100 senadurías y 32 de 50 gubernaturas, entre éstas la mayoría de los estados fronterizos con México.
También se eligen los llamados secretarios de estado, en 37 entidades federativas, cargos administrativos dedicados a la organización, el escrutinio y la certificación de los procesos electorales. El símil en nuestro país serían las y los consejeros y funcionarios del INE (federales y locales), que aquí son designados mediante votación de diputadas/os federales o locales, según sea el caso, y en EUA, por votación directa de la ciudadanía. Es el método que precisamente propone ahora la reforma electoral del presidente AMLO y que ha escandalizado a muchos. Aquí algunos le llaman “populismo electoral”; allá, “democracia participativa directa”.
La elección de hoy transcurre entre “negacionistas” versus “tiranos”. Los primeros son los que niegan que Donald Trump haya perdido la elección presidencial de hace dos años, y no reconocen los resultados oficiales; los segundos, los que habrían impuesto a Joe Biden mediante una elección presuntamente fraudulenta.
Actualmente, el Partido Demócrata (PD) tiene en su poder la presidencia de la República, ambas Cámaras legislativas federales y 22 de 50 de gubernaturas. Esto podría cambiar tras estas elecciones, según diversos estudios de opinión (que también suelen equivocarse), pasando las mayorías legislativas y un buen número de gobiernos locales a manos del Partido Republicano (PR).
¿Cómo impactaría esto a México?
Si el PD conserva las mayorías legislativas, las presiones sobre México en materia de transición energética, disputas comerciales por el T-MEC, contención de la migración en nuestra frontera sur y combate al fentanilo seguirían como hasta ahora, o quizá un poco más subidas de tono, a medida que se acerque la elección presidencial estadounidense del 2024.
También habría algo de miel sobre hojuelas, como un mayor número de visas de trabajo para connacionales y una fuerte promoción de inversiones en nuestro territorio en el ramo automotriz y en la fabricación de semiconductores o chips.
Si el PR se hace de ambas Cámaras, entonces recibiríamos las mismas presiones que el PD, sobre los mismos temas, pero elevadas a mayor potencia y estridencia. La amenaza trumpista “o cierras tu frontera o aumentamos aranceles” sería cotidiana, mientras que los paneles de controversia sobre el T-MEC tendrían una supervisión legislativa entre dura y ruda.
Habría presión extrema para combatir a los cárteles de la droga, así como para extraditar a sus cabecillas. Y todas las estrategias conspiracionistas del conservadurismo mexicano sobre el “narcoestado de MORENA”, el trato preferencial al cártel de Sinaloa y la “alianza populista latinoamericana” fomentada por el eje México-Brasil-Argentina caerían sobre tierra fértil en el Capitolio.
La convergencia en 2024 de los comicios presidenciales en México y EUA es otro motivo para estar pendientes de las elecciones de hoy. Un conocido apetito injerencista podría estarse anidando.
Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA
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El doctor en Derecho, Ricardo Monreal Ávila, nació el 19 de septiembre de 1960 en Plateros, Zacatecas, en el seno de una familia de catorce hijos.
Estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Zacatecas y luego cursó estudios de maestría y doctorado en Derecho Constitucional y Administrativo en la Universidad Nacional Autónoma de México.
En 1975 comienza su trayectoria política militando en las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), allí ocupó varios cargos: fue coordinador nacional de la Defensa Jurídica del Voto en la Secretaría de elecciones de la dirigencia nacional; presidió el Comité Directivo Estatal de Zacatecas y, posteriormente, fue secretario de Acción Política de la Confederación Nacional Campesina. En éste periodo de militancia participó en el Congreso de la Unión, fue diputado federal dos veces (1988-1991 y 1997-1998) y llegó al puesto de senador (1991-1997).
En 1998, Monreal Ávila abandona al PRI para unirse a las filas del PRD y contender, ese mismo año, a la gobernación del estado de Zacatecas.
Fue diputado federal en tres periodos: de 1988 a 1991 y de 1997 a 1998 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y entre 2012 y 2015 por Movimiento Ciudadano y por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Cumplió labores como senador en dos periodos, de 1991 a 1997 y de 2006 a 2012 por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido del Trabajo (PT).
Ahora por tercera ocasión es Senador de la República y coordinador de la fracción parlamentaria de Morena.