Constitución viva, con diálogo, unidad y democracia

La ley de leyes de los Estados Unidos Mexicanos llega a los 105 años. Al ser el último gran ejercicio constituyente, llevado a cabo hace más de un siglo, es oportuno reflexionar sobre su texto, en el cual se sustenta nuestra democracia; en específico, respecto a si aún refleja los principios y valores del México que aspiramos ser.

Para el presidente Andrés Manuel López Obrador la ley ha sido entendida como una fuerza para el bien. Desde que lo conozco, ésa ha sido su visión, por ello nunca ha dejado de caminar y recorrer el país. Sólo escuchando a la gente es posible entender cómo la ley puede cambiar su vida.

Bajo esta idea, para la Cuarta Transformación ha sido de gran relevancia que nuestra Constitución cambie y evolucione, volviéndose más inclusiva. En esta primera mitad del sexenio, las prioridades legislativas representan un paso hacia el Estado de bienestar. Buscamos que el Gobierno garantice los derechos de las mexicanas y los mexicanos, con especial atención a los sectores más indefensos y vulnerables. No es casualidad que entre las principales reformas que se han aprobado en el Congreso de la Unión estén la pensión universal para personas adultas mayores, becas para estudiantes de bachillerato, apoyo a quienes viven con alguna discapacidad, así como el derecho a la educación, a la salud gratuita y universal, además de que se impulsaron la consulta popular y la revocación de mandato. Sin embargo, es preciso reconocer que este gran logro no ha sido único del partido mayoritario y sus aliados: al tratarse de cambios constitucionales, se requirió la aprobación de dos terceras partes del Congreso, para lo cual fue necesaria la construcción de consensos. En estos primeros años del actual sexenio he constatado que la oposición ha participado activamente haciendo contrapropuestas muy positivas. En buena medida, sus opiniones —lejos de entorpecer las actividades— han enriquecido el debate, como sucedió con la discusión sobre la Guardia Nacional y las modificaciones realizadas en materia de paridad. Otros ejemplos de trabajo conjunto son el reconocimiento de los pueblos y comunidades afromexicanas como parte de la composición pluricultural de la nación; las reformas en materia de nacionalidad, y el establecimiento del derecho constitucional a la movilidad en condiciones de seguridad vial. El pluralismo político es parte inseparable de la democracia. Según el filósofo y politólogo francés Raymond Aron, las democracias son sistemas “en los que la rivalidad pacífica por el ejercicio del poder existe constitucionalmente”. La vida democrática y el proceso de construcción legislativa, sin duda, se enriquecen con la oposición.

 

No olvidemos que la Constitución de 1917 nació de fusionar las causas y los principios revolucionarios, con los de diversos grupos y corrientes sociales. Fue resultado de la unidad.

Por ello, en mi calidad de coordinador del partido mayoritario en el Senado de la República, siempre he buscado que el trabajo parlamentario refleje la composición política plural, y que se garantice la equidad en la representación. Cuando se ha incumplido este principio, lo hemos reconocido y corregido el rumbo. En septiembre pasado inició una nueva legislatura. Como he sostenido, para construir las mayorías calificadas se requieren respeto y tolerancia; todo debate es posible, mientras se cumplan estos requisitos. Es lo menos que podemos hacer quienes protestamos cumplir y hacer cumplir nuestra Carta Magna. Sí a la divergencia, al disentimiento, a la libertad de expresarnos y opinar, pero sobre todo sí al entendimiento, al diálogo y al consenso. El Senado seguirá siendo un espacio de puertas abiertas. No sólo para los partidos, sino para todos aquellos grupos que busquen ser escuchados, más aún los que sufren injusticias. La transformación que hemos iniciado no se puede detener. Hoy, como nunca, la Constitución está viva y enarbola el principio de la justicia social. Hoy, más que nunca, en el Senado tenemos la responsabilidad de hacer realidad los anhelos de igualdad, justicia y democracia para el pueblo de México. Y para cumplirle a la gente, a la cual nos debemos, todos los grupos parlamentarios debemos trabajar juntos.   ricardomonreala@yahoo.com.mx Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA

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Ricardo Monreal

El doctor en Derecho, Ricardo Monreal Ávila, nació el 19 de septiembre de 1960 en Plateros, Zacatecas, en el seno de una familia de catorce hijos.

Estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Zacatecas y luego cursó estudios de maestría y doctorado en Derecho Constitucional y Administrativo en la Universidad Nacional Autónoma de México.

En 1975 comienza su trayectoria política militando en las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), allí ocupó varios cargos: fue coordinador nacional de la Defensa Jurídica del Voto en la Secretaría de elecciones de la dirigencia nacional; presidió el Comité Directivo Estatal de Zacatecas y, posteriormente, fue secretario de Acción Política de la Confederación Nacional Campesina. En éste periodo de militancia participó en el Congreso de la Unión, fue diputado federal dos veces (1988-1991 y 1997-1998) y llegó al puesto de senador (1991-1997).

En 1998, Monreal Ávila abandona al PRI para unirse a las filas del PRD y contender, ese mismo año, a la gobernación del estado de Zacatecas.

Fue diputado federal en tres periodos: de 1988 a 1991 y de 1997 a 1998 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y entre 2012 y 2015 por Movimiento Ciudadano y por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

Cumplió labores como senador en dos periodos, de 1991 a 1997 y de 2006 a 2012 por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el  Partido del Trabajo (PT).

Ahora por tercera ocasión es Senador de la República y coordinador de la fracción parlamentaria de Morena.