9/11: una transformación global

El concepto terrorismo no cuenta con un acuerdo universal respecto a su definición; sin embargo, y en consenso, se define como el uso de la violencia deliberada y violenta por parte de una persona o grupo de personas, por razones políticas, de idiosincrasia o criminales, generalmente contra civiles, que no son los objetivos principales, sino blancos de oportunidad u objetivos simbólicos de una población, para impactar con un mensaje determinado,[1] que se magnifica ante las audiencias a través de los medios de comunicación.

 

El pasado 11 de septiembre (9/11) se recordó el 20 aniversario de los ataques terroristas suicidas perpetrados en Estados Unidos por Al Qaeda, que cobraron la vida de casi 3000 personas y redefinieron la política de seguridad global que dio inicio a la llamada guerra contra el terrorismo.[2] Sin duda, la fecha da pie a una reflexión de los impactos a mediano y largo plazos, no sólo de la evolución del terrorismo en sí, sino como punto de inflexión en cuanto a la necesidad de una seguridad permanente y, en consecuencia, una sobrevigilancia e indirectamente un incremento de acciones de índole xenófoba, ya que, entre otros efectos, los actos terroristas afectan a la “seguridad psicológica, causando temor y desestabilizando la confianza en la seguridad que brinda el Estado”.[3]

 

Los atentados del 9/11 contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono, en Washington, resultaron en tomas de decisiones de política interna y mundial para enfrentar a un enemigo cuyos límites no estaban del todo definidos, ya que no se trataba de un Estado-nación. Particularmente, en ese entonces el Gobierno del presidente George W. Bush creó el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, la Administración Federal de Seguridad del Transporte y el Centro Nacional de Lucha contra el Terrorismo.

 

 

Por su parte, el Congreso aprobó la Ley Patriota, mediante la cual se limitaban algunas libertades y derechos constitucionales, con la intención de incrementar la seguridad interior. Asimismo, se declaró un estado de emergencia nacional, que otorgó al Ejecutivo poderes ampliados para movilizar a las fuerzas militares y para atacar el financiamiento del terrorismo en todo el mundo.[4] Hay que destacar que estas declaraciones de emergencia se han renovado cada año desde la administración Bush por los mandatarios subsiguientes.[5]

 

La respuesta en el ámbito internacional en 2001, a un mes del 9/11, inició con la invasión a Afganistán y, posteriormente, a Irak. Una década después de los atentados, las tropas de élite estadounidenses abatieron en Pakistán a Osama bin Laden, líder y fundador de Al Qaeda.[6]

 

El recuento histórico parece fugaz, no obstante, el despliegue de la guerra global contra el terrorismo, con el objetivo de prevenir eventos de este tipo en el futuro, incrementó la vigilancia mundial. Varios países aprobaron o endurecieron sus leyes contra este flagelo: Alemania, Australia, Canadá, China, España, Francia, Reino Unido y Rusia, entre otros, lo que permitió el aumento de las capacidades de inteligencia, policiacas y militares para eliminar riesgos y amenazas, abriendo una mayor cooperación bilateral y multilateral.

 

Estados Unidos ofreció capacitación para tal fin, ya que aprendió rápidamente la importancia de que las agencias de inteligencia y las fuerzas del orden compartieran información crucial a nivel interno y externo. De igual forma, estimuló cambios radicales en cuanto a la seguridad fronteriza y aeroportuaria internacional, la innovación del uso de drones como instrumentos de ataque y en el análisis masivo de metadatos y contenido que corren por la internet y, por ende, en el desarrollo y la aplicación de la inteligencia artificial.[7]

 

Para analistas, el despliegue de respuestas que generó el ataque del 9/11, al considerar al terrorismo como una amenaza latente, sin tiempo ni fronteras, valió la pena en el sentido de que, de no haberse implementado, probablemente habría habido muchas más víctimas en los Estados Unidos. Por otra parte, según el proyecto Cost of War (“Costos de Guerra”) de la Universidad Brown, los 20 años de guerra contra el terrorismo le costaron a la Unión Americana cerca de 8 mil millones de dólares. El historiador Bernd Greiner considera al respecto que esta nación se perjudicó masivamente a sí misma “con estos gastos demenciales para las guerras de Irak y Afganistán”.[8]

 

 

El temor y peligro siguen latentes, y aunque en 2013 el presidente estadounidense Barack Obama dio por terminada la guerra global contra el terrorismo,[9] lo que cambió fue la narrativa hacia que las agencias militares y de inteligencia no libraran una guerra contra una táctica, sino que se centraran en un grupo específico de extremistas violentos que amenazan a Estados Unidos, a quienes el hoy exmandatario describió como “afiliados letales, pero menos capaces que aquella Al Qaeda”. Obama se centraba en los extremistas locales como el futuro del terrorismo.

 

El atentado de la maratón de Boston en 2013[10] y la masacre en la discoteca Pulse en Orlando, Florida, en 2016,[11] se ajustaban a esta nueva narrativa de actos terroristas y de odio. Lo mismo que los atentados en Atocha, Madrid, en 2004; en el metro de Londres en 2005; los islamistas en 2015 en París; en 2016, en Bruselas; en 2019, y el ataque a dos mezquitas en Christchurch y en días pasados en Auckland, ambos en Nueva Zelanda, este último ataque calificado por la primera ministra Jacinda Ardern como “atentado terrorista por parte de un ciudadano originario de Sri Lanka y simpatizante del Estado Islámico”.[12]

 

Incluso en el contexto afgano actual, en plena retirada y evacuación de Estados Unidos, aún es muy pronto para saber el devenir del Gobierno talibán o si las células terroristas globales percibirán lo acontecido como una victoria sobre la Unión Americana y sus aliados.[13] De más está acotar el ataque suicida del mes pasado en el aeropuerto de la capital de Afganistán, que se adjudicó el autodenominado Estado Islámico.[14]

 

 

El fenómeno del terrorismo se ha adaptado[15] a la política antiterrorista que se ha centrado en mejorar la seguridad interna y la recopilación e intercambio de inteligencia.[16] Cada uno de los ataques de ese tipo que se han perpetrado después del 9/11 demuestra que la distancia y las fronteras cuentan poco en una era global y que, en términos de responsabilidad y seguridad, el compromiso por parte de los gobiernos y las naciones desarrolladas es vital para estabilizar y prevenir agresiones semejantes en cualquier parte del mundo.[17]

 

El reto en cuanto a las competencias en seguridad nacional recae en el equilibrio de todas las intersecciones que conforman la seguridad de un país y, por ende, los riesgos, así como que la respuesta sea competentemente rápida para hacerle frente a la gama completa de peligros terroristas “tanto extranjeros como nacionales, que seguramente persistirán”.[18] Para el presidente de la organización independiente Consejo de Relaciones Exteriores, Richard Haass, el terrorismo continuará como una característica de nuestro mundo y, si bien no definirá el futuro, seguirá siendo un aspecto visible de la globalización.[19]

 

La etapa pos-9/11, con el ciberterrorismo, los ciberataques, el narcoterrorismo o cualquier ideología radical en un mundo cada vez más digitalizado y globalizado, ejercerá su influencia más allá del espectro físico. En este contexto, uno de los grandes desafíos de nuestra era se deberá centrar en cómo brindar mayor seguridad a la población, al tiempo que se protegen los derechos civiles.

 

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA

 

Fuentes

[1] United Nations Office on Drugs and Crime. (12 de octubre de 2007). “Definitions of terrorism”. Archive.orghttp://bit.ly/2khT5GN

[2] “Transcript of President Bush’s address”. (21 de septiembre de 2001). CNNhttps://cnn.it/3tO4Qnv

[3] De Olloqui, J. (s/f). “Introducción: Reflexiones en torno al terrorismo” en De Olloqui, J. (coord.). (2003). Problemas jurídicos y políticos del terrorismo. UNAM. https://bit.ly/3tT5KPB

[4] U.S. Government Printing Office. (18 de septiembre de 2001). “Joint Resolution. To authorize the use of United States Armed Forces against those responsible for the recent attacks launched against the United States”. 107th Congress Public Law 40https://bit.ly/3AiIrkN

[5] Council on Foreign Relations. (s/f). “How 9/11 Reshaped Foreign Policy. The Legacy of the Attacks”. https://on.cfr.org/3hFm0Pc

[6] “Estados Unidos mata a Osama Bin Laden”. (2 de mayo de 2011). El Paíshttps://bit.ly/3tUeXXZ

[7] Currier, C. (6 de febrero de 2013). “Drone Strikes Test Legal Grounds for War on Terror”. ProPublicahttps://bit.ly/39eZBUA

[8] Von Hein, M. (9 de septiembre de 2021) “11 de septiembre: las consecuencias de la guerra contra el terrorismo”. DW.  https://bit.ly/39e1Rvc

[9] Shinkman, P. (23 de mayo de 2013). “Obama: ‘Global War on Terror’ Is Over”. U.S. Newshttps://bit.ly/3tUNvJO

[10] Caño, A. (16 de abril de 2013). “Un acto terrorista causa tres muertos y un centenar de heridos en Boston”. El Paíshttps://bit.ly/3lzBLZc

[11] Faus, J. (13 de junio de 2016). “50 muertos en la peor matanza en EE UU desde el 11-S”. El País. https://bit.ly/3lzKL0n

[12] Jover, A. (3 de septiembre de 2021). “Un simpatizante del ISIS causa al menos seis heridos en un ataque en un supermercado de Nueva Zelanda”. El Paíshttps://bit.ly/3nNr7AK

[13] Haass, R. (9 de septiembre de 2021). “The World 9/11 Made”. Project Syndicatehttps://bit.ly/3tPDk95

[14] Arciniegas, Y. (26 de agosto de 2021). “Estado Islámico se adjudica el ataque fuera del aeropuerto de Kabul que deja decenas de muertos”. France 24https://bit.ly/2Xri8tV

[15] Martín, L. (29 de enero de 2021). “Orígenes y evolución del fenómeno terrorista”. Atalayarhttps://bit.ly/3hGR69d

[16] Boot, M. (13 de septiembre de 2021). “The war on terrorism succeeded”. The Washington Posthttps://wapo.st/3lrhZiC

[17] “The 9/11 Effect and the Transformation of Global Security”. (1 de septiembre de 2021). Council of Councilshttps://on.cfr.org/3CmDyYG

[18] Hoffman, B. (12 de agosto de 2021). “How Has the Terrorism Threat Changed Twenty Years After 9/11?”. Council on Foreign Relationshttps://on.cfr.org/3lCV9Vw

[19] Hass, R. (9 de septiembre de 2021).

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Ricardo Monreal

El doctor en Derecho, Ricardo Monreal Ávila, nació el 19 de septiembre de 1960 en Plateros, Zacatecas, en el seno de una familia de catorce hijos.

Estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Zacatecas y luego cursó estudios de maestría y doctorado en Derecho Constitucional y Administrativo en la Universidad Nacional Autónoma de México.

En 1975 comienza su trayectoria política militando en las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), allí ocupó varios cargos: fue coordinador nacional de la Defensa Jurídica del Voto en la Secretaría de elecciones de la dirigencia nacional; presidió el Comité Directivo Estatal de Zacatecas y, posteriormente, fue secretario de Acción Política de la Confederación Nacional Campesina. En éste periodo de militancia participó en el Congreso de la Unión, fue diputado federal dos veces (1988-1991 y 1997-1998) y llegó al puesto de senador (1991-1997).

En 1998, Monreal Ávila abandona al PRI para unirse a las filas del PRD y contender, ese mismo año, a la gobernación del estado de Zacatecas.

Fue diputado federal en tres periodos: de 1988 a 1991 y de 1997 a 1998 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y entre 2012 y 2015 por Movimiento Ciudadano y por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

Cumplió labores como senador en dos periodos, de 1991 a 1997 y de 2006 a 2012 por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el  Partido del Trabajo (PT).

Ahora por tercera ocasión es Senador de la República y coordinador de la fracción parlamentaria de Morena.