El 2020 ha sido un año profundamente difícil para la humanidad.
Casi dos millones de personas han perdido la vida a causa de la epidemia de COVID-19, y más de 80 millones se han contagiado.
Las celebraciones de fin de año, en buena parte del mundo, estuvieron marcadas por la ausencia de personas y por fuertes medidas restrictivas. En Italia, Francia, Alemania y ciudades como Sídney y Nueva York, que se caracterizan por sus concurridos festejos de año nuevo, las plazas lucieron desoladas.
Asimismo, la emergencia sanitaria trajo consigo una de las peores crisis económicas de los últimos cien años. Se espera que 2020 arroje una contracción de la economía mundial cercana al cinco por ciento, cifra que, para el caso de México y de acuerdo con los pronósticos, llegará hasta el nueve por ciento.
No se puede negar que los efectos de la pandemia seguirán latentes, pero la puesta en marcha de las campañas de vacunación, a nivel mundial y en México, auguran un escenario más optimista para este año que hoy comienza.
Pero, aunque el 2021 arranca con restricciones y con los sinsabores que deja el año viejo, esperamos con optimismo que su desarrollo y final sean mucho mejores.
Este año tenemos el desafío de acabar con la pandemia y, si así lo decide la ciudadanía en las urnas, de continuar profundizando la transformación de México, para vencer las resistencias y construir una sociedad libre de ataduras, miedos e indecisiones.
Por eso, 2021 será un año en el que deberemos poner en práctica las lecciones que nos ha dejado la pandemia, especialmente que el bienestar individual está irremediablemente ligado al bienestar común.
Durante el 2020, las mexicanas y los mexicanos demostramos que no es necesario implementar medidas coercitivas para garantizar el comportamiento responsable de la sociedad.
Comprobamos que somos un pueblo solidario, que en todo momento tiende la mano a quienes enfrentan mayores dificultades, y que en la adversidad apoyaremos siempre a quienes menos tienen.
Esta actitud social fue respaldada de manera congruente por las acciones emprendidas desde el Gobierno federal, el cual decidió canalizar los apoyos directamente a las personas más vulnerables, y alejarse de los clásicos rescates económicos a las grandes empresas.
Pero también el sector empresarial demostró su voluntad de colaborar con el Estado mexicano, así como su empatía y responsabilidad social, al recuperar, en el mes de noviembre, 10.2 de los 12 millones de empleos que se habían perdido en abril, el peor momento de la crisis en el país.
Durante prácticamente todo el año, esta nueva enfermedad nos causó gran incertidumbre por la ausencia de una vacuna o un tratamiento eficaz, pero los esfuerzos no se detenían, como quedó demostrado con la esperanza que trajo el desarrollo de la vacuna en el mes de diciembre.
2021 será un año en el que la vacuna permitirá salvar vidas, y en el que el trabajo conjunto entre todos los sectores de la sociedad hará posible que se cumplan los pronósticos de recuperación económica.
Actualmente, se espera que en 2021 la economía mexicana crezca un 3.8 por ciento. Alcanzar o superar este pronóstico dependerá de nuestra capacidad para seguir trabajando por un fin común.
Por eso, la unidad que caracterizó el comportamiento de las y los mexicanos en 2020 deberá seguir imperando en 2021, un año en el que, a pesar de que se definirá el rumbo político del país, será necesario evitar cualquier extremo polarizante que pueda alejarnos de la recuperación que la sociedad necesita.
No será fácil, pero estoy convencido de que este año será de recuperación, y en el que se potencializarán la creación de empleos y la reconstrucción de los negocios que se extinguieron a causa de la crisis económica.
Será un año en el que la ciencia le ganará la batalla a la pandemia, reduciendo el número de muertes por COVID-19, y en el que quizá podremos ir retomando la convivencia en una nueva normalidad, pero con la tranquilidad y la felicidad de antes.
Por fin terminó el 2020. Dejemos atrás todo lo malo que trajo consigo, pero conservemos sus enseñanzas.
Te deseo, a ti y a tu familia, un mejor, feliz y próspero 2021.
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El doctor en Derecho, Ricardo Monreal Ávila, nació el 19 de septiembre de 1960 en Plateros, Zacatecas, en el seno de una familia de catorce hijos.
Estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Zacatecas y luego cursó estudios de maestría y doctorado en Derecho Constitucional y Administrativo en la Universidad Nacional Autónoma de México.
En 1975 comienza su trayectoria política militando en las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), allí ocupó varios cargos: fue coordinador nacional de la Defensa Jurídica del Voto en la Secretaría de elecciones de la dirigencia nacional; presidió el Comité Directivo Estatal de Zacatecas y, posteriormente, fue secretario de Acción Política de la Confederación Nacional Campesina. En éste periodo de militancia participó en el Congreso de la Unión, fue diputado federal dos veces (1988-1991 y 1997-1998) y llegó al puesto de senador (1991-1997).
En 1998, Monreal Ávila abandona al PRI para unirse a las filas del PRD y contender, ese mismo año, a la gobernación del estado de Zacatecas.
Fue diputado federal en tres periodos: de 1988 a 1991 y de 1997 a 1998 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y entre 2012 y 2015 por Movimiento Ciudadano y por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Cumplió labores como senador en dos periodos, de 1991 a 1997 y de 2006 a 2012 por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido del Trabajo (PT).
Ahora por tercera ocasión es Senador de la República y coordinador de la fracción parlamentaria de Morena.

