Estos dos años no han sido el edén. Pero tampoco el infierno que algunas voces pintan.
¿Cómo llega el Gobierno de AMLO a su segundo año?
Con aprobación superior al 60 %; con una calificación de 64 sobre 100; con su instrumento político —Morena— que duplica la intención de voto de la de sus competidores (que tienen entre el 35 y el 40 %); con la posibilidad de llevarse 12 de las 15 gubernaturas en disputa; con la probabilidad de conservar la mayoría en la Cámara de Diputados el próximo año, y con el 70 % del electorado a favor de que continúe al frente del Gobierno, si hoy se realizara la revocación de mandato.
Todo ello, teniendo encima una pandemia sin precedente, con una crisis económica que dejó sin empleo a más de un millón de personas en un solo mes y con una embestida política del conservadurismo nunca antes vista, tanto al interior como al exterior del país.
En lo económico, los fundamentos macroeconómicos (paridad, déficit, inflación, ahorro, inversión, reservas) son estables, y con un mercado interno que ha podido amortiguar el apagón del mercado externo y ha permitido seguir operando a 7 de cada 10 empresas y comercios.
En lo social, en el 70 por ciento de los hogares mexicanos hay por lo menos una persona beneficiaria de alguno de los programas sociales de la 4T, y una red de apoyos sociales gubernamentales en zonas y comunidades marginadas en donde antes no llegaban ni la luz ni el internet, mucho menos los programas de inclusión social.
De los cuatro jinetes del apocalipsis sobre los que se sentó el Gobierno hace dos años (corrupción, violencia, desempleo, pobreza), dos están atemperados (violencia y desempleo), uno está contenido (pobreza) y el otro se encuentra sometido, aunque no rendido (corrupción).
La pandemia es quizá la prueba más dura y ruda que ha debido enfrentar el actual Gobierno: sin aumentar impuestos, sin recurrir a la deuda, logró enfrentar el desafío que significó la COVID-19. Confinar a la población, sin medidas autoritarias, y no permitir el desplome de la economía fueron en su momento dos objetivos en conflicto. Tal vez se hubiese podido tomar otras medidas, pero lo que se hizo estuvo a la altura de las circunstancias. Así lo considera la mayoría ciudadana, que aprueba la gestión presidencial frente a la pandemia.
¿Qué mantiene de pie y en movimiento a uno de los presidentes más cuestionados por los medios, pero también uno de los más defendidos y apoyados por la ciudadanía?
En primer lugar, los programas sociales. Especialmente, los de personas adultas mayores, Jóvenes Construyendo el Futuro y las becas para estudiantes. La inversión social más fuerte en décadas se aplicó durante los primeros dos años del presente Gobierno. Estos programas son los pies y las anclas de la actual administración frente a la población.
El otro gran apoyo es “el estilo personal de gobernar”: un presidente austero, trabajador, cercano a la gente y honesto. A la gente le gusta esa manera peculiar que tiene el presidente AMLO de conducir la cosa pública.
Y la lucha contra la corrupción es el otro gran maridaje entre Gobierno y ciudadanía. Hoy, los millones de mexicanas y mexicanos que reciben puntualmente un apoyo monetario institucional entienden perfectamente la frase: “los de antes se robaban el dinero del pueblo”, por la sencilla razón de que nunca habían recibido la ayuda de Gobierno alguno.
Por supuesto, estos dos años no han sido el edén. Pero tampoco el infierno que algunas voces pintan.
Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA
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El doctor en Derecho, Ricardo Monreal Ávila, nació el 19 de septiembre de 1960 en Plateros, Zacatecas, en el seno de una familia de catorce hijos.
Estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Zacatecas y luego cursó estudios de maestría y doctorado en Derecho Constitucional y Administrativo en la Universidad Nacional Autónoma de México.
En 1975 comienza su trayectoria política militando en las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), allí ocupó varios cargos: fue coordinador nacional de la Defensa Jurídica del Voto en la Secretaría de elecciones de la dirigencia nacional; presidió el Comité Directivo Estatal de Zacatecas y, posteriormente, fue secretario de Acción Política de la Confederación Nacional Campesina. En éste periodo de militancia participó en el Congreso de la Unión, fue diputado federal dos veces (1988-1991 y 1997-1998) y llegó al puesto de senador (1991-1997).
En 1998, Monreal Ávila abandona al PRI para unirse a las filas del PRD y contender, ese mismo año, a la gobernación del estado de Zacatecas.
Fue diputado federal en tres periodos: de 1988 a 1991 y de 1997 a 1998 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y entre 2012 y 2015 por Movimiento Ciudadano y por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Cumplió labores como senador en dos periodos, de 1991 a 1997 y de 2006 a 2012 por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido del Trabajo (PT).
Ahora por tercera ocasión es Senador de la República y coordinador de la fracción parlamentaria de Morena.