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Mi mamá dice que sí me va a sustituir la IA

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La adopción de IA generativa avanza en México, con herramientas como ChatGPT, cambiando industrias, hábitos y empleos. Quien no desarrolle habilidades digitales corre el riesgo de ser reemplazado, asegura Jonathan Ruiz Torre

Yo creo que sí, absolutamente, en muchos casos. La inteligencia artificial (IA) va a sustituirme en situaciones como ésta.

Mi madre está renovando su seguro automotriz y quiere, como todos, obtener el menor costo y el mayor beneficio. Tiene dos opciones: esperar a que su hijo tenga el tiempo para recibir una decena de cotizaciones, revisarlas una por una, entrar a varios sitios web y verificar que los precios son congruentes con el mercado y luego ofrecer una opinión.

Eso puede llevar un día. Luego vendrá el trámite de contratación, otra larga historia.

Pero deberían de ver la cara de mi ascendente cuando conoció la función oral de la aplicación de ChatGPT. Para ella fue una suerte de epifanía.

Es una ventanilla abierta las 24 horas que escucha, habla, y puede responder dudas, revisar papeles, hacer comparaciones en minutos, no horas. Para ella fue como contar con mis dos tías, disponibles siempre y con un IQ súper desarrollado.

Usar eso tiene riesgos, más que complejidad. Aprender a usar la IA puede llevar el tiempo que nos llevó entender cómo funciona la calle. Uno no anda brindando su nombre y dirección al primer tipo que lo pide.

Pero México se entrena en el uso de inteligencia artificial generativa como la de ChatGPT, la de Meta o la de Claude y Grok. Al tiempo serán herramientas de uso tan común como el Facebook. Por eso van a sustituir… a quien no se haga más hábil.

Ayer hablamos del asunto en un panel llamado Meetpoint Virtual, IA: ¿Cómo será el futuro?, organizado por El Financiero. Me acompañaron la especialista Frida Ruh; Claudia del Pozo, de Eon Institute, y Fernando SantaCruz, de Adivor Consulting. (Perdón, madre, por eso no pude).

Coincidimos en que varias industrias van a desaparecer, como se apagaron los empleos de las tarjetas de llamadas telefónicas que ustedes o sus padres pagaban masivamente a la familia Slim, antes de los celulares.

Hoy las zonas de teléfonos públicos en los Sanborns son centros de carga para smartphones. Los técnicos que les daban servicio deben estar retirados o se dedicaron a otra cosa.

La aparición de herramientas es tan acelerada que no hay manera de escribir aquí una guía acerca de las mejores. Recuerden, tampoco recibieron una guía clara con su primera computadora. Simplemente aprendieron a “picarle”.

Pero la ola de la IA sí representa una nueva “dimensión” tan poderosa y grande como la aparición del Internet, los ordenadores o la electricidad. Neil Degrasse Tyson –quizás el científico más famoso de esta década– sostiene que el mundo exponencial inició antes de la invención del coche, probablemente, con la máquina de vapor.

De ahí a la fecha no paramos y el ambiente solamente se acelera.

Por eso es relevante salir a las nuevas “calles” conformadas por un mundo digital guardado en la “nube”, que no es más que montones de bodegas repartidas por el mundo llenas de procesadores súper poderosos (GPUs) compuestos de miles de chips nanométricos, mucho más pequeños que una célula humana, como los de la cámara de su teléfono, probablemente.

Ruh, Del Pozo y SantaCruz, más o menos coincidieron en que más que de nuevos puestos de trabajo, el mundo está hambriento de nuevas habilidades.

A la economía o a las empresas que ustedes conforman, les da lo mismo si son las mismas personas que ya estaban o son otras que les sustituyan.

Pero la clave, para quien quiera participar en este mercado alucinantemente rápido y vibrante, está en admitir primeramente su existencia.

Existe un ambiente digital vivo y creciente. Detrás de cada pantalla hay miles de humanos que la hacen funcionar para entretenerlos o ayudarles a elegir el mejor seguro para el carro.

Los mexicanos trabajan bien la innovación agrícola y en ciertas actividades científicas que atienden problemas regionales. Pero fallamos en el emprendimiento, la inteligencia artificial puede ayudar a convertir la innovación en productos vendibles.

No hay manera de esperar al gobierno, una política económica no debería ser el detonante de proyectos. Acá es hora de mirar al espejo para encontrar al responsable.

Ojalá que algún día los funcionarios presuman además de la reducción de la pobreza nacional, el rápido crecimiento de la prosperidad general.

A mí me toca acompañar a la abuela en su aprendizaje de la IA, quizás algo bueno surja, aunque me sustituya algunas veces.

 

 

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