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El necesario ‘pecatas meas’ de Andrés júnior, Monreal, Noroña, Delgado, Yunes, Haces

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Políticos: tienen derecho a vacacionar… si pagan con recursos ganados en actividades privadas no relacionadas con la política. ¿Es así? La respuesta parece ser negativa

Andrés Manuel sénior durante años fue un crítico feroz del turismo político y también del turismo de los políticos. El primero tiene que ver con los viajes —en misiones oficiales y hasta académicas— pagados con recursos del Estado; en efecto, los paseos falsamente de trabajo que tanto gustan a no pocos funcionarios públicos y a otras personas que logran financiamiento gubernamental con tal propósito.

AMLO hasta se opuso a los viajes, costeados por el gobierno, de científicos mexicanos a tantos congresos internacionales bastante inútiles. En 2019 fue muy claro al cuestionar el financiamiento que, para ese fin, otorgaba el Conacyt —antes de que se le agregara una h al nombre—.

La mayoría de los científicos, dijo López Obrador, solo “iban a pasear a costa del erario”, pero eso debía acabar en la 4T. Cambiarían, precisó, los criterios para autorizar viajes: “Tuvimos que hacer esto porque era un desorden, a pesar de que cambió la administración, seguían los viajes al extranjero… Esta medida ayudará a evitar el turismo político, que muchos de los investigadores hacían, y viajarán solo aquellos que realmente lo requieran y lo hagan en beneficio de la ciencia”.

El rechazo de AMLO al turismo político puede rastrearse hasta sus tiempos de jefe de gobierno del Distrito Federal. En 2005 por ese motivo se enfrentó a quien era presidente de México, Vicente Fox: “Ya se la vive en viajes al extranjero”. “Fox ha hecho de los viajes al extranjero un deporte nacional”. Es “viajero frecuente”. “Dice que sus salidas benefician al país, pero nada de eso es verdad; ya se parece a Luis Echeverría. No hace falta estar saliendo tanto, ¿para qué tanto viaje?”. “Hay unos diputados que fueron en el viaje de Fox con sus achichincles; uno de ellos presumía que se había comprado unos zapatos hechos a mano en España y otros que se fueron a cenar a un gran restaurante... eso se tiene que acabar”.

Recientemente el senador Gerardo Fernández Noroña hizo turismo político. En la nada barata clase ejecutiva de alguna aerolínea viajó al Parlamento Europeo en Estrasburgo, Francia. El boleto, de ida y vuelta, lo pagó el Senado. Desconozco si fue benéfica para nuestra nación la participación de Noroña en ese foro internacional. De lo que estoy seguro es de que AMLO solo habría realizado tal gira si se hubiera tratado de un evento absolutamente relevante para México, lo que el senador Fernández Noroña no ha logrado demostrar. Desde luego, tampoco la presidenta Claudia Sheinbaum habría hecho tal viaje. Ella solo ha salido de México a cumbres globales de la mayor importancia, como la del G20 en Brasil y la del G7 en Canadá.

Aprecio y admiro a Fernández Noroña. Sé que una de sus muchas virtudes es la terquedad, así que no aceptará que el turismo político sea no solo inútil, sino un despilfarro de recursos públicos. Se equivoca.

A Noroña también le molesta que se cuestione, ya no el turismo político, sino el turismo de los políticos, particularmente los viajes del diputado Ricardo Monreal a España, donde se le vio en el lujoso hotel Rosewood Villa Magna; del secretario de Educación Mario Delgado a Portugal, donde fue descubierto desayunando en el exclusivo Hotel Pousada, de Lisboa; de los aliados de Morena apellidados Yunes, que vacacionaban en el exclusivo club de playa Conca del Sogno de la isla de Capri, Italia; del más viajero de todos, el diputado Pedro Haces, y del secretario de Organización de Morena, Andrés Manuel López Beltrán, quien no asistió al consejo nacional del partido de izquierda porque tenía algo mejor que hacer: pasear en Tokio, Japón.

La gente dedicada a la política tiene derecho a vacacionar… si puede pagarlo con sus propios recursos —obligatoriamente ganados en actividades privadas no relacionadas con la política—. La pregunta es si con sus salarios les alcanza para tales viajes. La respuesta parece ser negativa en todos los casos mencionados.

Si con sus ingresos estrictamente legales no les alcanza para vuelos caros, hoteles de lujo, restaurantes de primer nivel, etcétera, ¿de dónde sale dinero para pagar todo eso? Repito un dicho tantas veces mencionado por el propietario de MilenioFrancisco González“Sacristán que vende cera y no tiene cerería, de dónde la va a sacar si no es de la sacristía”.

En algunos países la frase de Pancho se expresa con algún cambio: “Sacristán que vende cera sin tener cerería, de dónde pecatas meas si no es de la sacristía”Pecatas meas es sinónimo de mis pecados; en el caso de los políticos viajeros a todo lujo, tales pecados, mientras no demuestren lo contrario, al menos en la percepción estarán muy emparentados con una falta gravísima: enriquecimiento ilícito. Urge que admitan sus faltas, prueben que no hay recursos ilícitos y juren no volverlo a hacer.

En el mejor de los casos, cito a Ciro Gómez Leyva, “la verdadera doctrina de los viajes de la izquierda al extranjero es la hipocresía”. Ciro lo ha dicho en Excélsior, desde luego con muy mala leche, pero tristemente con cierta dosis de razón.

El problema de Gómez Leyva es el del comal que le reprocha a la olla. Tiene un problema grave mi muy querido amigo líder en la conducción de programas de noticias, lo que hace en la excelente empresa Radio Fórmula. La falta de este periodista exitoso es la de ser un entusiasta aplaudidor de Genaro García Luna y Felipe Calderón... y otros personajes de la política de derecha en México. Al menos a los dos mencionados el columnista de Excélsior no les ha cuestionado jamás por el nivel de vida que alcanzaron y que le permitió, al primero, desarrollar negocios enormes en los que hubo innegable tráfico de influencias, y al segundo pasear por el mundo sin trabajar; disimula Calderón su fastuosa ociosidad con un supuesto empleo, en realidad de medio pelo, en alguna institución de la derecha española.

En fin, por el bien de la 4T urge que algunos de sus principales políticos vuelvan a la austeridad que, predicando con el ejemplo, hoy exige Claudia Sheinbaum. Ayer, de nuevo, la presidenta demandó a sus colaboradores y a todas las personas cercanas a Morena vivir en la justa medianía.

 

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Columna de Federico Arreola en SDP Noticias

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