Este sábado, varios bombarderos furtivos B-2 de Estados Unidos fueron detectados sobrevolando el Océano Pacífico, específicamente frente a la costa de California, acompañados por aviones cisterna en pleno vuelo.

El seguimiento fue reportado por The New York Times y sitios especializados en rastreo de aeronaves militares.

El B-2 Spirit es el avión de combate más sofisticado de la Fuerza Aérea estadounidense, diseñado para operar en territorio hostil sin ser detectado. Puede portar la bomba antibúnker GBU-57, de 13,607 kg, capaz de penetrar hasta 61 metros bajo tierra antes de detonar.

Este tipo de armamento es uno de los pocos capaces de destruir instalaciones como Fordow, el sitio nuclear iraní oculto en una montaña rocosa. Se desconoce si Israel posee este tipo de armas, lo que refuerza la hipótesis de una posible intervención conjunta.

El vuelo de estos bombarderos se da mientras el expresidente Donald Trump evalúa unirse a la ofensiva israelí contra Irán. Aunque había dado a Teherán un plazo de dos semanas para frenar su programa nuclear, regresó este sábado a la Casa Blanca para asistir a una “Reunión de Seguridad Nacional”, cuya agenda no fue revelada.

El mismo Trump había declarado que Irán tenía un “máximo” de dos semanas para evitar un ataque, lo que sugiere que una decisión podría estar más cerca de lo esperado.

Señales militares y mensaje para Irán

• La activación de los B-2 y su acompañamiento con aviones de reabastecimiento apunta a un posible despliegue de largo alcance.
• La presencia de la GBU-57 señala una preparación específica para objetivos subterráneos.
• El secretario de Defensa estadounidense indicó que esto “envía un mensaje claro”, aunque evitó confirmar si se trata de una acción inminente.

¿Qué podría pasar?

Un ataque estadounidense en apoyo a Israel podría:

• Desencadenar una respuesta militar de Irán y sus aliados en la región.
• Poner en riesgo el comercio global por el Estrecho de Ormuz, punto clave para el transporte petrolero.
• Tensionar las relaciones diplomáticas entre Washington y otras potencias con intereses en Medio Oriente.

¿Y México qué?

Aunque México no participa directamente en el conflicto, los efectos indirectos pueden sentirse en:

• Precios del petróleo y gas natural, que afectan la inflación y costos de energía.
• Mercados financieros sensibles a eventos geopolíticos mayores.
• La necesidad de mantener una posición neutral pero vigilante ante el panorama internacional.

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Foto cortesía

xmh