México.- Hoy, ser familia significa refugio, protección, seguridad, confianza y la construcción de relaciones socio y sexoafectivas. Es una elección que la mayoría de los individuos hace en libertad, con la capacidad de decidir, afirmó Andrea Kenya Sánchez Zepeda, académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.

Al participar en el programa Vida cotidiana. Sociedad en movimiento, transmitido por Radio UNAM, añadió que en la actualidad las familias se conforman por quienes desean compartir un tramo de la vida. Además de componentes afectivos, intervienen otros factores de sobrevivencia, pero ahora con un énfasis no en lo material como en el pasado (comer, beber, vestirse, tener una vivienda, etcétera), sino en la protección emocional y la salud mental.

Vemos que las personas generan lazos, aunque no sean consanguíneos, pero que les brindan protección y confianza, y deciden “quién es su familia elegida” por esa razón más subjetiva, más inmaterial, pero de mucha fuerza, que es la parte emocional, agregó en su participación titulada “Otras familias posibles”.

Comparativamente con lo que se vivía antes, cuando la estructura familiar estaba conformada por hombre, mujer y su descendencia, hoy se habla de “familias”, aclaró la universitaria en el programa radiofónico de la ENTS.

Es un mito que la familia sólo tenga sentido en términos de procreación. Aunque muchos sectores conservadores defienden la procreación como una cualidad única del matrimonio hombre-mujer, la experta detalló que “una cosa es procrear como una capacidad biológica y otra muy distinta es el proceso social que llamamos crianza”. En ese sentido hoy se reconocen diferentes configuraciones familiares como las homoparentales, lesbomaternales o trans.

Puede ocurrir que personas transgénero que han resguardado su capacidad biológica en términos reproductivos y de cromosomas, procreen seres a través de una relación heterosexual, aunque su identidad de género sea completamente distinta a las socioculturalmente determinadas en torno a qué es lo femenino y qué lo masculino.

Indicó que sectores conservadores de la sociedad manifiestan que esas familias no deberían existir y se genera exclusión a partir de la identidad de género, incluso, para otras configuraciones, como las madres autónomas, que ya no son “solteras”, ni “luchonas”, porque se hace énfasis en el estado civil en el primer caso, y porque se romantiza la ausencia o abandono de un padre, en el segundo.

Las familias no monogámicas, no tradicionales, que habían quedado fuera o invisibilizadas por las formas o determinantes sociales que se fueron imponiendo, no son nuevas, en realidad han existido todo el tiempo, pero hoy vivimos otra época: la de su reconocimiento.

Asimismo, Sánchez Zepeda mencionó que, sobre todo en espacios urbanos, se registran también las familias inter o multiespecie, aquellas que consideran como miembro de la familia a un ser sintiente no humano, es decir, perros, gatos, aves y otros animales de compañía que tienen un reconocimiento dentro de la jerarquía familiar, no sólo emocional, sino también en ocasiones, productivo y económico.

Un animal de compañía muchas veces subsana los cuidados de un adulto mayor, la compañía que requiere y permite “amortiguar” los efectos psicosociales que puedan resultar del abandono, resaltó la universitaria.

Al respecto, señaló que los jóvenes de ahora no quieren tener hijos, obviamente por razones económicas (no tienen vivienda ni empleo estable, etcétera), pero, sobre todo, para no heredar problemas mentales; “ellos se asumen como efecto o resultado de las enfermedades mentales o emocionales de su propio linaje familiar”.

En ellos hay una conciencia interesante acerca de la cual debemos pensar antes de juzgar a las juventudes. “Sí, hay un panorama económico difícil, pero también un sentido interior que los está llevando a esa decisión”, sostuvo la académica.

Por otra parte, dijo que fuera del terreno cosmopolita, hay otro reto: los indígenas. Tenemos 68 pueblos originarios y configuraciones socioculturales de la familia interesantes. Por ejemplo, entre los lacandones de Chiapas, la poligamia es una figura de orden social comunitario importante.

“Aquí se habla del poliamor y lo vemos como un fenómeno nuevo, pero para ese grupo ha sido una figura de orden, de organización socioterritorial y comunal relevante”. Falta mucho por conocer de las diversidades de nuestros pueblos originarios y afromexicanos.

Uno más es el de las familias que han sido desconfiguradas y reconfiguradas a partir de las injusticias sociales, como la desaparición forzada y otras violaciones graves de derechos humanos, como los feminicidios. Cuando el presunto culpable es la misma pareja, se reconfiguran las familias de ambos, refirió Sánchez Zepeda.

Las familias perfectas no existen ni los “moldes naturales” de esta organización social. En diferentes formas o etapas de nuestra vida, las personas nos ajustamos a intereses, deseos, aspiraciones y necesidades no sólo materiales, sino psicoafectivas.

Antes de juzgar, tratemos de pensar que no hay un modelo perfecto para ser familia y de entender que debemos construir una sociedad más justa y respetuosa; si queremos que sea democrática, debemos tener familias democráticas, concluyó.

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