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Terapia del reencuentro y el buen trato transforman la vida de las mujeres

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El buen trato no se limita a una actitud cortés o amable, sino que implica una forma ética y afectiva de vincularnos

México.- En un mundo atravesado por relaciones cada vez más aceleradas y fragmentadas, se vuelve urgente recuperar espacios de conexión profunda entre las mujeres y con los demás. En este contexto, los conceptos de buen trato y Terapia del Reencuentro (TR) emergen como propuestas transformadoras que apuestan por una vida basada en el respeto, la escucha y el amor propio.

El buen trato no se limita a una actitud cortés o amable, sino que implica una forma ética y afectiva de vincularnos, donde el respeto y el cuidado mutuo se convierten en pilares para una convivencia pacífica. Desde una perspectiva feminista, esta noción se resignifica como un acto político que despatriarcaliza las relaciones cotidianas y permite construir entornos más justos y humanos.

La Terapia del Reencuentro, desarrollada por la psicóloga feminista Fina Sanz, es una metodología terapéutica que invita a reencontrarnos con nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestra historia personal. A través del autoconocimiento, la autoescucha, el autocuidado y la regulación emocional, esta terapia nos guía en un proceso de transformación personal y colectiva con la respiración consciente y la escucha del cuerpo como ejes fundamentales.

Tratarse bien es el primer paso para transformar el entorno.

Terapia del Reencuentro: cuerpo, historia y emociones

La Terapia del Reencuentro (TR) es un modelo psicológico desarrollado por Fina Sanz en la década de 1990. Se caracteriza por una visión biopsicosocial con perspectiva de género y enfoque comunitario, que integra saberes provenientes de diversas disciplinas y tradiciones culturales, tanto occidentales como orientales.

Uno de sus aportes más significativos es la incorporación de prácticas como la respiración consciente y la escucha activa del cuerpo, influenciadas por la medicina tradicional china y las enseñanzas del monje budista Thich Nhat Hanh, con quien la propia Sanz estudió.

Este enfoque propone que el cuerpo no es solo una entidad física, sino un espacio donde confluyen emociones, energía y relaciones. Por ello, mantener su armonía es esencial para el bienestar general. La TR promueve una comprensión integral de la salud, en la que los aspectos emocionales y relacionales se consideran pilares del cuidado personal y colectivo.

La Dra. Maribel Ríos Severardo, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM, quien ha trabajado con la TR durante más de 15 años, señala que esta terapia se aplica en tres niveles interconectados: personal, relacional y social. Estos niveles no pueden entenderse de forma aislada, ya que lo que ocurre en la vida individual repercute también en nuestras relaciones y estructuras sociales.

Tres niveles del reencuentro: personal, relacional y social

Existen prácticas sencillas, pero profundamente transformadoras que apoyan este proceso. Por ejemplo, el relajamiento, que no debería limitarse a una clase de yoga ocasional, sino incorporarse en la vida cotidiana; o el baile, como forma de expresión corporal que permite liberar emociones y reconectar con el placer.

En el ámbito educativo y comunitario, la Dra. Ríos aplica la TR en talleres con estudiantes y docentes, donde se generan procesos de introspección, sanación emocional y transformación colectiva. Aunque estos espacios no tienen un fin terapéutico formal, muchas personas experimentan en ellos resoluciones significativas de conflictos internos gracias a la reflexión guiada y al trabajo grupal.

La transformación personal es también colectiva.

El buen trato es una parte esencial de la Terapia de Reencuentro (TR). No se trata únicamente de una práctica interpersonal basada en el respeto y la empatía, sino también de una forma de resistencia y transformación social. Al fomentar el autocuidado y el cuidado mutuo, se promueven relaciones más justas, libres de violencia y discriminación, alineadas con los principios de la equidad de género.

La búsqueda de respuestas y soluciones a los conflictos internos comienza con un proceso profundo de autoconocimiento. Esta metodología propone un trabajo de introspección personal que integra elementos como la autoescucha, el autocuidado y la regulación emocional, siendo la respiración consciente una herramienta clave para conectar con lo que sentimos.

Antes de abordar ejercicios intensos, se priorizan la relajación y la calma, generando un espacio seguro que permite compartir -si así se desea- en pequeños grupos y, posteriormente, en plenaria, aspectos comunes de las experiencias vividas.

Cuidarse no es egoísmo: es una necesidad vital.

“El núcleo central del buen trato es el amor, el cual se comprende como una fuerza fundamental para despatriarcalizar nuestras formas de vivir y vincularnos. Amar, en este sentido, es escucharse, respetarse, cuidarse y aceptarse, reconociendo que no se puede amar a los demás si no se ama primero a una misma”, expresó la investigadora.

Este modelo de buen trato también ha sido impulsado en contextos marcados por la violencia, como ocurrió en Colombia en 1996, donde diversas organizaciones desarrollaron una iniciativa para promover el respeto y la sensibilidad en el trato cotidiano, especialmente hacia la niñez. Esta propuesta buscó movilizar a la ciudadanía en torno a prácticas cotidianas de buen trato.

Una vida equilibrada, sin sacrificio

Según Ríos Severardo, hay cuatro principios fundamentales para cultivar el buen trato:

- El autoconocimiento

- El autocuidado

- La comunicación afectiva en los vínculos

- La negociación con intención

Estos principios apuntan a mejorar la calidad de vida, el bienestar y la convivencia social desde una mirada respetuosa, amorosa y transformadora.

Este enfoque adquiere especial relevancia en la vida de muchas mujeres, quienes históricamente han sido socializadas para cuidar de los demás antes que de sí mismas. Roles y estereotipos les han impuesto una carga emocional y física que con frecuencia se traduce en agotamiento, enfermedades y una constante sensación de olvido personal. Es común ver cómo maestras, enfermeras y otras mujeres dedican su tiempo y energía al trabajo, la familia o el hogar, sin reservar un espacio para sí mismas.

“Por ello, es urgente construir un equilibrio personal: una vida donde el bienestar propio sea prioridad. Estar bien con una misma es esencial para poder cuidar a otros con conciencia y sin sacrificio. El autocuidado no es egoísmo, es una necesidad vital”, apuntó la Dra. Maribel Ríos.

El buen trato también implica cambiar la forma en que nos hablamos y tratamos. El lenguaje apreciativo nos invita a dejar de usar frases que refuerzan el maltrato interno, como “qué tonta” o “siempre me equivoco”. Hablarse con amabilidad es parte de una práctica feminista e inclusiva que busca transformar el trato hacia una misma y hacia los demás.

Una herramienta poderosa en este camino es “el regalo”. “No se trata de comprar cosas, sino de darnos lo que realmente necesitamos: descanso, un baño relajante, bailar, leer un poema o simplemente respirar. La clave está en que sea un acto hecho por y para una misma, sin depender de nadie más. Identificarlo, realizarlo y disfrutarlo conscientemente fortalece la autoestima y el bienestar”, apuntó la investigadora.

Emociones, cuerpo y conciencia

El manejo de las emociones es esencial. Esto no consiste en negarlas, sino en aprender a reconocerlas y responder de forma consciente. Cada emoción genera sustancias químicas en nuestro cuerpo que pueden ser beneficiosas o perjudiciales, según cómo las gestionemos. Si reaccionamos siempre con enojo, miedo o tristeza, el cuerpo entra en un ciclo de estrés que puede volverse adictivo. Respirar, identificar lo que sentimos y cambiar nuestra postura nos permite salir de ese círculo y actuar desde la calma y la reflexión.

Respirar es el primer acto de cuidado.

Conclusión

El abordaje propuesto a través del buen trato y la Terapia del Reencuentro (TR) representa una invitación transformadora a repensar nuestras formas de vivir, relacionarnos y cuidarnos en un mundo marcado por la velocidad, la fragmentación y la desconexión emocional. En particular, ofrece a las mujeres —históricamente relegadas al cuidado de otros y muchas veces desconectadas de sí mismas— una herramienta poderosa para reencontrarse con su propia esencia, su historia corporal-emocional y sus necesidades más profundas.

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