La Virgen de Ocotlán es una de las advocaciones marianas más veneradas en México. Su historia se remonta al siglo XVI, cuando, según la tradición, la imagen fue encontrada milagrosamente dentro del tronco de un ocote (de ahí el nombre “Ocotlán”) por el indígena Juan Diego Bernardino, poco después de que la Virgen María se le apareciera para prometer la curación de una epidemia que azotaba la región.

Cada año para la tradicional “Bajada de la Virgen”, miles de fieles se preparan para este recorrido que está lleno de fervor y gratitud a María. Hay una gran muestra de arte a través de la decoración de calles y casas para recibir esta visita.

Tal es el caso de las alfombras de aserrín que son elaboradas con colores vibrantes y formas que expresan la grandeza de esta festividad.

El aserrín para hacer estas alfombras proviene de Tlaxco y Tlaxcala, se adquieren anilinas de varios colores con el que se moja el aserrín. El material se mezcla, se escurre, se encostala y finalmente se tiende en la alfombra, auxiliados por figuras de madera para delinear los motivos y la estructura de las alfombras que suelen tener tres metros de ancho y decenas de metros de largo.

Los artesanos de diferentes comunidades y municipios, han trabajado arduamente para crear estas alfombras, que no solo son una muestra de fe, sino también una expresión de la creatividad y habilidad de los tlaxcaltecas, con esta iniciativa, buscan compartir su cultura y tradiciones con todo aquel que viste la región.

Cabe mencionar que para la realización de una alfombra de mínimo 10 metros de longitud, se necesita la colaboración de 20 personas y el tiempo de elaboración es de 10 a 11 horas.

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LMR