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Cadáver fantasma, ficción del apocalipsis zombi

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Esta obra explora el modo en que ciertas mercancías y videojuegos trazan un vínculo con la muerte como entidad espectral

México.- La práctica de Andrew Roberts (Tijuana, 1995) se caracteriza por apropiarse y jaquear las formas comerciales de producción cultural del neoliberalismo para generar proyectos multimediales que cuestionan dinámicas del capitalismo tardío. Roberts se involucra con la creación de personajes y la construcción de mundos para generar universos referenciales que parten de investigaciones sobre arquetipos culturales.

Cadáver fantasma, videoinstalación que se presenta en la sala 6 del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM desde el 3 de mayo, surge a partir de la investigación sobre las referencias de la cultura popular y el contexto sociopolítico de 2006 –año en que inició en México la llamada “guerra contra el narco”– y de la experiencia del artista como adolescente que creció en la ciudad fronteriza de Tijuana durante la primera década del siglo XXI.

Para esta muestra, que se presenta en el marco de El Aleph. Festival de Arte y Ciencia, y como parte del programa del MUAC dedicado a artistas jóvenes iniciado en 2024, Andrew Roberts se aproxima a una sensibilidad generacional fronteriza determinada por los videojuegos, la música, las películas y la cultura popular de los años 2000, así como por la violencia en Tijuana durante la misma década.

Partiendo de referencias al álbum The Black Parade de la banda My Chemical Romance y del lanzamiento del PlayStation 3, la pieza dibuja una relación con la violencia para confrontar dos maneras de entender la muerte en un mundo corporativizado.

La primera en su sentido material a través del realismo especulativo, asociada a la figura del cadáver y el muerto viviente, y la segunda en su forma espectral relacionada con la hauntología, caracterizada por el crítico musical inglés y teórico Mark Fisher como “la agencia de lo virtual, entendiendo al espectro no como algo sobrenatural, sino como aquello que actúa sin existir (físicamente)”.

Esta videoinstalación, producida específicamente para el MUAC, construye una ficción en la que un apocalipsis zombi terminó con el mundo en 2006. Cuatro gamers adolescentes han resistido el cataclismo en forma de muertos vivientes y se presentan en un video central como testigos y evocaciones del mundo del cual son vestigio.

La obra hace un acercamiento particular a la juventud, mientras explora el modo en que ciertas mercancías y videojuegos trazan un vínculo con la muerte como entidad espectral: un cruce entre muerte material y desmaterializada que también parte de la relación entre las tecnologías de los simuladores utilizados para el entrenamiento de soldados y los videojuegos de Survival Horror.

El proyecto de Roberts, comentó el curador Jaime González Solís, genera un repertorio de estrategias que detentan las dinámicas de un mundo cada vez más convulso e inasible.

El artista, agregó, “nos invita a convertirnos en avatares de videojuego, a contrastar nuestra piel con las mallas geométricas de un archivo OBJ y a discernir la autodeterminación que se siente al tener las manos sobre el control en contraposición con la que percibimos en nuestros pies cuando avanzamos en un espacio desconocido. ¿Cuál es más real? Este desajuste desarticula la noción de opuestos para transitar entre ellos, para enfrentar las realidades de un mundo digital y su inminente repercusión en nuestros cuerpos y en la proyección de un futuro híbrido donde lo tangible y virtual se funden”.

La muestra permanecerá abierta hasta el 30 de noviembre de 2025, en la Sala 6 del MUAC.

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Fotograma: Cortesía Andrew Roberts

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