A pocos días de que arranque el cónclave que elegirá al próximo líder de la Iglesia católica, uno de los nombres que sonaban en las quinielas rompió el silencio... para descartarse. Se trata del cardenal Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat, quien no solo dijo que no le interesa ser Papa, sino que lanzó críticas al ambiente de poder que se respira previo a esta votación histórica.

En entrevista con el diario italiano Il Messaggero, el prelado español de 72 años fue claro: “Si me eligen, huyo a Sicilia”. Y añadió que no tiene ninguna intención ni ambición de asumir ese cargo. “No me imagino jamás en ese papel”, sentenció. Lo que sorprendió no fue solo su declaración, sino el tono directo con el que se expresó, algo poco común entre los cardenales que suelen guardar silencio y discreción en esta etapa.

Un cónclave en tiempos de división

El cónclave arrancará el próximo miércoles 8 de mayo en la Capilla Sixtina, donde 133 cardenales menores de 80 años se encerrarán hasta que logren ponerse de acuerdo en una cosa: quién será el próximo Papa. Para elegirlo, se necesita una mayoría de dos tercios. La señal será el ya clásico humo blanco, que saldrá por la chimenea del recinto cuando haya consenso.

Mientras tanto, los cardenales siguen con las llamadas congregaciones generales, que son reuniones internas donde se debaten los temas más urgentes para la Iglesia. Este sábado se celebró la novena sesión con la participación de 177 cardenales, informó la oficina de prensa del Vaticano. El domingo habrá pausa por ser día de misa, pero el lunes retoman actividades con doble jornada.

¿Qué tipo de Papa necesita el mundo?

Aunque no se hacen campañas abiertas, en estas reuniones se van dejando ver posturas e ideas. Algunos piden un Papa que continúe la línea reformista de Francisco, con una Iglesia más abierta, mientras que otros prefieren un perfil más conservador. Entre ellos están figuras como el arzobispo de Singapur, William Seng Chye Goh, y el de Argel, Jean Paul Vesco, quienes coincidieron en que el nuevo líder debe ser “un faro de esperanza”.

Por lo pronto, el Vaticano ya prepara el recinto: ya colocaron la estufa donde se quemarán las papeletas y la tarima donde se sentarán los votantes. La expectativa crece no solo en Roma, sino entre los más de 1,400 millones de católicos que esperan saber quién tomará la estafeta que deja Francisco.

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foto Getty Images 

xmh