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Recuperado Alfonso Durazo, se apresta para poner orden en el Consejo Nacional de Morena

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Desafíos que enfrenta Alfonso Durazo, quien habrá de actuar con energía, sensibilidad y rectitud, de cara al Consejo Nacional de Morena

Todo tiene su tiempo, indiscutiblemente. Hay tiempo de empezar, tiempo de aprender, de prevalecer, tiempo de recuperarse, tiempo de caer y de levantarse y tiempo de cambiar.

Hay momentos puntuales y exactos para percibir la necesidad de un cambio para restaurar o potenciar el rendimiento de una máquina, de un trabajador, empleado o colaborador y hasta de una institución entera.

Todo hace indicar que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha interpretado muy bien esta necesidad percibida ya en el gobierno de la República y en el partido político en el que milita pero que formalmente no dirige, aunque en los hechos es la verdadera lideresa y esté, entonces, meditando algunos cambios en su equipo de trabajo, así como en las estrategias y actitudes de la conducción de Morena

Esto sucede en buena hora. A eso vendrá la semana próxima el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo Montaño, quien también es el presidente del Consejo Nacional de Morena, partido en el gobierno. 

Habida cuenta de que en los últimos meses se han observado pugnas, pleitos, diatribas, incongruencias, rechazos de algunos militantes, sobre todo de mujeres de la corriente que encabeza el diputado Ramírez Cuéllar, por desaguisados que se consideran errores de las dirigencias parlamentarias en ambas cámaras o por los pleitos públicos que gobernadores militantes de Morena contra exgobernadores del mismo partido sostienen, como son los casos de Tabasco y Morelos, y más aún, por algunas manipulaciones legislativas que han dado la impresión de que “le han querido rectificar la plana” a las iniciativas presidenciales, tales como la pretendida reforma para cancelar la posibilidad de heredar cargos y puestos públicos entre consanguíneos, a partir de 2027. Algo que a lo que la presidenta se opuso. Pero se impuso la mayoría morenista y sus aliados en la Cámara de Diputados para que eso suceda, a partir del 2030, dejando de nuevo latente la posibilidad  de que esa infamia política siga vigente. 

Ya antes, con motivo de la iniciativa de AMLO que derivó en la reforma al Poder judicial, se sabe que la presidenta Sheinbaum era partidaria de una mayor revisión y profunda reflexión de tales iniciativas, pero hubo un ‘manotazo’ que forzó las cosas para que dichas iniciativas fueran aprobadas.

Se puede interpretar que el llamado que le hizo recientemente la presidenta Sheinbaum al presidente del Consejo Nacional de Morena, Alfonso Durazo, después del notable elogio que le endilgó en su propia tierra, constituye una “petición de urgente y obvia resolución” ante los problemas que se suscitan en ese partido, mostrando su confianza en la capacidad, la experiencia y la habilidad del sonorense.

Hace falta que alguien, con el perfil, la experiencia y el temple suficiente con la formalidad del caso también por supuesto, venga a “poner orden” al interior de su equipo en Morena, a través de una estrategia de disciplina, apego a la norma, lealtad a la presidenta –primera mujer en llegar a tan honroso cargo, hay que destacar este hecho histórico–, pero sobre todo a través de decisiones y requerimientos impregnados de amor al país y a su destino, porque el divisionismo que empieza a notarse en Morena y sus crisis alusivas a esa polarización, imperantes en Sinaloa, Tamaulipas, Oaxaca y lo heredado en Veracruz y en Chiapas, ameritan ese gran “golpe de timón”.

Durazo conoce la entraña misma del sistema y el pulso ideológico de las principales franquicias electorales con registro vigente en México, así como de sus principales protagonistas y sus temperamentos.

Por esa razón, es de esperarse que sus acciones correctivas tengan éxito para evitar una debacle creciente en Morena. Aunque para su fortuna la realidad política nacional registra a una oposición languideciente y lastimosamente famélica… raquítica, que hoy por hoy ‘ni cosquillas le hace’ a la corriente que gobierna al país y a la inmensa mayoría de las entidades federativas, con su control mayoritario en el Poder Legislativo y que pronto también lo tendrá en el Poder Judicial.

Hoy se ocupa que “el verbo encarne” como dice la Sagrada Escritura de los católicos y cristianos: Se hace necesario que “aquella hermosa promesa de transformación se pueda al fin hacer realidad”; que se honre a la palabra empeñada en campaña.

Hoy en los gobiernos del cambio verdadero, emanados del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) es el tiempo de voltear continuamente al origen del movimiento que propició el acceso al poder. Es tiempo de preservar un poder originalmente consagrado al servicio de la gente, no de intereses grupales o tribales, mucho menos al servicio de intereses individuales o familiares. Por eso es tiempo de darle un rumbo orientado en el sentido que dicta la propia presidenta de la República con sus acciones de hacer a un lado la ambición de transmitir el poder por la vía dinástica o por “junioratos”. ¡Si fue contra esas prácticas contra las que se luchaba en el pasado! ¡Qué incongruencia sería repetir el esquema!... ¡Ojalá que lo entiendan en San Luis Potosí, en Guerrero y en otros estados de la república!

Es el tiempo de volver a nutrirse permanentemente de la sabiduría de nuestro pueblo, el pueblo de México. Y de la militancia misma de su movimiento. Es esta la que está pidiendo no pervertir el camino y los ideales originalmente planteados. De esta militancia, el Gobierno de Claudia Sheinbaum ha recibido precisamente la consigna: ¡No a la reelección en cargos de elección popular ni por designación!

Es el tiempo de conservar un liderazgo humilde y con el mismo nivel de compromiso con la ética y la mística aquella, de la izquierda que luchó con denuedo, sembrando desde hace varias décadas en nuestro país la semilla de la esperanza por un país más igualitario; por  gobiernos más humanitarios. Aquella izquierda de nuestros padres que no era escuchada por la oligarquía en el Gobierno y que, muy al contrario, era perseguida y encarcelada por no pensar en el marco de las estratagemas dictadas desde el ala conservadora de los gobiernos de antaño. 

Por tal, no podría el gobierno de Claudia Sheinbaum ni ninguno de cualquier otro nivel auspiciar la corrupción ni la ausencia de transparencia en sus actos y políticas públicas, y mucho menos, podría –ni debería– ignorar, la observancia de los derechos humanos más elementales en una sociedad como la nuestra, donde la mujer ha dado muestra de su valor y de su plena igualdad en sus potencialidades con respecto a los hombres la prueba más contundente y plena, lo es la propia presidenta Sheinbaum, primera mujer en alcanzar el puesto más alto y honroso de la estructura política formal de nuestro país.

Es tiempo de erradicar conductas de violencia y discriminación hacia las mujeres desde el poder mismo. ¡No queremos más políticos que agredan o agravien la integridad de las mujeres, escudados en un cargo público!

Es el tiempo de volver a poner en el centro del interés nacional a las personas en lo individual, sin importar si son parte de una mayoría o no; de poner en el foro de la agenda pública a los ciudadanos en general, sin reparar en su militancia partidista. Porque las luchas de la gente, sobre todo de la más humilde de la gente más afectada por la falta de oportunidades, que ha sufrido las injusticias de un sistema penal; de la gente que ha perdió a un familiar en esta guerra absurda y fratricida entre hermanos en la que estamos inmersos los mexicanos. De aquellas madres de familia de aquellos padres y hermanos de mexicanos desaparecidos por la acción nefasta y criminal de la delincuencia organizada y de las autoridades de gobierno formales no pueden ser más objeto de dudas, escatimaciones, revictimizaciones o manejos negligentes de políticos sin escrúpulos ni de parte de ningún ciudadano mexicano o universal. Es tiempo de creerle a la gente; de creerle a los mexicanos. En un marco de respeto, de tolerancia y espíritu pluralista.

Es el tiempo de una comunicación hecha con el lenguaje de la transparencia: con honestidad y claridad.

Todos los mexicanos que le dieron la confianza a estos últimos dos gobiernos para que emprendieran la hazaña del cambio a partir de 2018, esperan que se les hable desde el gobierno con mucha claridad y transparencia. Con la honestidad suficiente para después no invocar malentendidos: Se supone que con Morena se construyen gobiernos que auspician la libertad de expresión sin adjetivos ni cortapisa alguna, como lo hace todo gobierno democrático. 

Al interior de Morena, esos son los desafíos para un Alfonso Durazo, quien habrá de actuar con energía, sensibilidad y rectitud.

Esperemos entonces noticias después de celebrado el Consejo Nacional de Morena y del diálogo que seguramente sostendrán Alfonso Durazo y Claudia Sheinbaum.

Héctor Calderón Hallal en X: @CalderonHallal1; @pequenialdo;

fixiflaux99@gmail.com

“Las opiniones vertidas en este artículo, son responsabilidad exclusiva de su autor; por lo que no necesariamente coinciden con la opinión institucional de este medio”.

 

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