Analistas y medios de comunicación han dedicado estos días sus columnas y espacios de discusión para reflexionar en torno a la pertinencia y conveniencia de que la presidenta Sheinbaum asista al funeral del papa Francisco, mismo que tendrá lugar el sábado que viene en el Vaticano.

Según se ha informado, el cuerpo del pontífice será trasladado, una vez terminada la ceremonia funeraria, a la Basílica de Santa María la Mayor, en la ciudad de Roma, un acto sin precedente en los últimos siglos de la historia de la Iglesia católica.

Cómo es bien sabido, la presidenta Claudia Sheinbaum, a diferencia de otros jefes de Estado y de gobierno como Donald Trump, Emmanuel Macron, Kier Starmer, Volodimir Zelensky y Javier Milei, entre otros, informó hace unos días que no estaría presente en la ceremonia.

En su lugar asistirá la secretaria de Gobernación, lo que se antoja fuera de sitio considerando que el secretario de Relaciones Exteriores es el responsable de la conducción de la política exterior del país. Se trata, en todo caso, de un desatino por parte de la jefa del Estado mexicano.

Si bien algunos comentaristas han esgrimido que Gobernación es responsable de los temas religiosos, deberían primero recordar que la relaciones con la Santa Sede son antes un asunto de carácter internacional que materia de naturaleza religiosa.

¿Por qué sí que debe asistir la presidenta? Enseguida enlisto unas razones:

• Se trata de la muerte de un jefe de Estado en funciones; sucesos que no se reproducen a menudo con excepción de dictadores o monarcas.
• México mantiene relaciones diplomáticas con la Santa Sede desde 1992, desde aquellas gestiones encabezadas por el gobierno de Carlos Salinas. Algunos han apuntado al hecho de que México es un Estado laico. Ello no constituye, a mi juicio, un elemento a favor de que la jefa de Estado no asista al evento. 
• México es un país de una amplísima mayoría católica (el segundo en número de bautizados por detrás de Brasil).
• México es un signo del catolicismo universal en tanto que hogar de la Virgen de Guadalupe y de la profunda devoción mariana expresada por los mexicanos.
• La autoproclamada 4T jura abrazar los ideales abanderados por el papa Francisco, tales como el humanismo, la defensa de los migrantes y el combate contra la pobreza y la desigualdad. Sin embargo –huelga señalar– mientras los valores del pontífice eran auténticos , el régimen obradorista los ha utilizado como propaganda política.

En suma, Sheinbaum ha cometido, desde mi punto de vista, un error tanto diplomático, en términos de la visibilidad de México en el mundo, como en el sentido de la fe profesada por millones de mexicanos.

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Columna de José Miguel Calderón en SDP Noticias

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