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Dos fallas provocan los temblores en el poniente de la CdMx

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Investigación multidisciplinaria entre la Facultad de Ingeniería y el Instituto de Geofísica en la UNAM, llegó a importantes avances para entender este fenómeno

México.- La interacción de dos fallas de deslizamiento lento debajo de Ciudad de México contribuye a la intensa sismicidad, expresada en enjambres de microsismos, que ha proliferado en la capital del país en los últimos años, comentó Víctor Manuel Cruz Atienza, investigador del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM.

Y es que en febrero de 2023 una larga secuencia sísmica comenzó en el oeste de Ciudad de México, causando miedo en habitantes de la zona y daños a la infraestructura de algunas viviendas. El 11 de mayo y el 14 de diciembre de ese año dos sismos principales Mw3.2 (magnitud) ocurrieron a menos de 700 m de profundidad.

Cruz Atienza, quien fuera considerado entre los 10 científicos más destacados del mundo en 2017 por la revista Nature, explicó que a través de interferogramas de Radar de Apertura Sintética (InSAR, por sus siglas en inglés), el equipo de la Facultad de Ingeniería, encabezado por Darío Solano Rojas y Josué Tago, observó señales inéditas de deformación tectónica en las dos zonas epicentrales al poniente de la ciudad durante los días cercanos a los temblores.

“El análisis y modelado de estos interferogramas con técnicas avanzadas, que desarrollamos nosotros mismos, junto con el estudio detallado de la microsismicidad, revelaron deslizamiento asísmico en dos fallas subparalelas separadas por 800 m, mismas que nombramos como fallas Barranca del Muerto y Mixcoac”, dijo.

“El deslizamiento de las dos fallas, en donde también ocurrieron los sismos principales de mayo y diciembre, fue mayoritariamente lento, imperceptible por la población. Esto quiere decir que las deformaciones observadas en la superficie se debieron en un 95 % a deslizamiento lento en la falla Barranca del Muerto y en un 70 % en la falla Mixcoac”, reveló.

El también ingeniero geofísico de la UNAM agregó que la investigación, realizada en colaboración entre la Facultad de Ingeniería y el Instituto de Geofísica, sugiere que las tensiones inducidas por el deslizamiento de mayo en la falla Barranca del Muerto contribuyeron a que ese movimiento lento de diciembre en la falla Mixcoac fuera más superficial y al este del hipocentro del sismo del 14 de diciembre.

El científico declaró que estas fallas presentan una orientación este-oeste muy específica y notablemente similar. El análisis geomorfológico presentado en esta investigación reveló también que ambas fallas poseen una expresión superficial al poniente de la ciudad, zona caracterizada por sucesivas colinas y valles que atraviesa la Supervía Poniente. Aseguró que ese análisis geomorfológico de la topografía regional en alta resolución evidenció una extraordinaria correspondencia entre los segmentos subterráneos de las dos fallas al este y las cañadas de Barranca del Muerto y Mixcoac al poniente.

Precisó que esto sugiere que las cañadas que caracterizan a la Sierra de la Cruces, al poniente de la capital, son la expresión sismotectónica de múltiples fallas activas en el Valle de México, como las dos descubiertas en este estudio.

“El deslizamiento de ambas fallas durante los eventos de mayo y diciembre oscila entre seis y ocho centímetros, y ocurrió en su mayoría de manera asísmica. Es decir, fueron sismos lentos los que tuvieron lugar en ellas. Se deslizaron de manera progresiva durante varios días, siendo prácticamente imperceptible. Nuestra investigación sostiene que los enjambres sísmicos registrados el año pasado se deben, en parte, a estos deslizamientos lentos en las dos fallas superficiales”, apuntó el maestro en Ciencias de la Tierra por la UNAM.

El doctor en Sismología Computacional y Dinámica de Terremotos por la Universidad de Niza Sophia-Antipolis, Francia, forma parte de un equipo multidisciplinario integrado por académicos del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica y de la División de Ciencias de la Tierra de la Facultad de Ingeniería, de la UNAM, que se ha consolidado en los últimos cinco años gracias a una constante colaboración. En días recientes, este grupo de académicos publicó un artículo en la prestigiada revista científica Tectonophysics, donde describe a detalle la investigación (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0040195125000459)

Víctor Cruz Atienza afirmó que los sismos lentos son el fenómeno más frecuente en fallas activas y ocurren cuando éstas se deslizan lentamente sin generar ondas sísmicas perceptibles.

Hizo notar la diferencia entre los sismos lentos y los comunes. Detalló que la principal distinción radica en la velocidad del deslizamiento, pues mientras uno común ocurre en cuestión de segundos, uno lento puede durar días o incluso meses. Además, señaló que los sismos lentos son silenciosos, ya que liberan energía lentamente, por lo que no se perciben ni quedan registrados en sismómetros convencionales, sino únicamente en instrumentos geodésicos especializados.

“En la investigación se sugiere un posible vínculo con la sobreexplotación de acuíferos cercanos, donde en un radio de un kilómetro de las zonas afectadas existen aproximadamente 15 pozos activos de extracción”.

Asimismo, expresó que “nuestros microsismos en Ciudad de México son en parte el resultado de deslizamientos lentos en fallas activas que yacen bajo los sedimentos lacustres de la cuenca. Este fenómeno está vinculado a la presencia de fluidos subterráneos y al estado de esfuerzo regional, particularmente a los procesos de extensión asociados al Eje Volcánico Transmexicano, que generan estas importantes estructuras geológicas y sus interacciones mutuas”.

En relación con los mantos acuíferos que existen en esta zona al poniente de la capital, aseguró que sismos lentos similares se han observado en otras fallas alrededor del mundo en años recientes. Se trata de deformaciones mínimas, pero vinculadas a estructuras geológicas poco profundas, donde los fluidos subterráneos desempeñan un papel preponderante.

“Se ha demostrado cómo la difusión de fluidos subterráneos tiene una implicación directa en la ocurrencia de sismos lentos, los cuales inducen pequeñas fracturas a su alrededor generando microsismos. Es el gradiente en la presión de poro de las rocas lo que provoca el movimiento de fluidos en las fallas facilitando así su deslizamiento lento”.

Planteó que, en términos simplificados, este proceso actúa como un lubricante natural. “La presencia y movilidad de estos fluidos reduce la fricción entre los bloques de la falla, lo que permite que el deslizamiento ocurra de manera gradual y sin liberar energía repentinamente, como sucede en los temblores comunes. Este fenómeno está asociado con los sismos lentos, que pueden durar días o meses sin ser percibidos por la población”.

En el caso de Ciudad de México, estableció que su estudio sobre los sismos lentos y la microsismicidad al poniente sugiere una posible relación con la sobreexplotación de acuíferos cercanos, donde en un radio de un kilómetro de las fallas existen aproximadamente 15 pozos activos de extracción.

Estos microsismos no pueden ser alertados, al tener su epicentro debajo de la capital mexicana, por lo que el investigador recomendó, no sin antes aclarar que no es especialista en gestión de riesgos, estar consciente de la naturaleza de las estructuras en las que uno habita o trabaja, saber cuál es su condición, y aceptó que el reglamento de construcción en Ciudad de México es de los mejores que hay en el mundo y se renueva continuamente.

El especialista resumió la investigación destacando la fascinación que le provoca el haber descubierto sismos lentos en la capital, además de identificar por primera vez dos fallas activas en profundidad.

“Pero lo más importante es cómo se comportan éstas, porque para que haya un enjambre sísmico tiene que haber un proceso geológico subyacente que provoque esas pequeñas fracturas que sentimos como microsismos. Y ese proceso, que no se había podido identificar, consiste en gran parte en los sismos lentos. Es decir, deslizamientos asísmicos en fallas geológicas que perturban los esfuerzos de las rocas y que producen estos enjambres sísmicos”.

Reconoció que el estudio realizado de la microsismicidad asociada a sismos lentos superficiales es un “boom” internacional de los últimos tres años que se ha traducido en publicaciones en las principales revistas científicas del mundo. Fenomenología similar también se ha identificado en Estados Unidos, Italia e India, por ejemplo. Todo esto demuestra que los sismos lentos son más frecuentes de lo que se creía y pueden desempeñar un papel clave en la generación de sismos locales con potencial riesgo para la población.

También dejó claro que no se pueden predecir los sismos, todavía. “Es un anhelo muy grande de mucha gente que sólo se podrá alcanzar con base en la comprensión del fenómeno. Hemos entendido muchas cosas sobre comportamiento de las fallas en los últimos 20 años, como la existencia de los sismos lentos y el rol que desempeñan en el ciclo sísmico. En parte gracias al avance en nuestra forma de analizar, con observatorios cada vez más sofisticados que han permitido identificar, en ciertos casos, fenómenos precursores de grandes terremotos”.

Para finalizar, el investigador de la UNAM declaró que actualmente promueve una iniciativa importante para instrumentar y estudiar a fondo la zona de subducción mexicana con la esperanza de identificar en un futuro fenómenos precursores de grandes terremotos en México, como son los sismos lentos y la fenomenología asociada. “Todavía no somos capaces de decir en qué lugar, de qué tamaño y cuándo será el próximo gran sismo. Es imposible por el momento, pero cada vez nos acercamos más”.

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