- Nación
Microsismos han sido más frecuentes en distintos puntos de la CDMX
México.- En los últimos años, los microsismos han sido más frecuentes en distintos puntos de la Ciudad de México y sus zonas conurbadas. Aunque estos movimientos telúricos siempre han ocurrido, antes su incidencia era poco conocida o sus efectos no eran tan perceptibles para la población. Sin embargo, gracias a los avances tecnológicos, los expertos han podido estudiarlos con mayor profundidad.
Los microsismos son movimientos sísmicos de baja magnitud que ocurren en zonas muy específicas. A pesar de su reducido tamaño, la sacudida puede ser intensa debido a su cercanía con áreas urbanas. Recientemente, la Ciudad de México experimentó dos eventos de este tipo que alertaron a la población: uno registrado el 11 de mayo de 2023, con magnitud 3.2, y otro de la misma magnitud ocurrido siete meses después, el 14 de diciembre.
Representación tridimensional del deslizamiento invertido detectado por InSAR en las fallas de Barranca del Muerto y Mixcoac. Nótese la conexión estructural entre ambas fallas ciegas y dos acantilados orientados al norte, al oeste de ellas. Las curvas azules en (a) muestran las principales calles de la Ciudad de México. El relieve topográfico está exagerado cuatro veces.
Para comprender mejor estos movimientos, expertos de la UNAM iniciaron investigaciones que revelaron la relación entre dos fallas geológicas y estos eventos: la falla Barranca del Muerto y la falla Mixcoac, también conocida como Mixcoac-Plateros. Cada microsismo forma parte de secuencias sísmicas, es decir, grupos de eventos pequeños que ocurren en la misma región. No obstante, para entender sus causas y características, era imprescindible obtener más información sobre su impacto y posibles repercusiones.
Zonas sísmicas diferenciadas en la CDMX
Con este objetivo, un grupo multidisciplinario de especialistas, liderado inicialmente por la Facultad de Ingeniería y al que se sumaron el Instituto de Geofísica y el Instituto de Ingeniería de la UNAM, realizó un estudio. Su principal hallazgo fue que el oeste de la Ciudad de México se divide en dos zonas mecánicamente distintas: una región inestable, capaz de generar microsismos, y una región estable, donde se producen sismos lentos. Además, lo que ocurre en una de las fallas parece afectar a la otra.
Análisis de las fallas detectadas en el sistema, destacando momentos clave.
El Dr. Darío Solano Rojas, de la Facultad de Ingeniería, explicó que, en términos simplificados, la región estable no tiende a generar microsismos, probablemente porque las fallas están cubiertas por capas de sedimentos —tierra y rocas— con alto contenido de agua. Esto hace que el movimiento sea lento y silencioso (asísmico), sin liberar energía de manera abrupta, por lo que resulta imperceptible para la población. En contraste, en la zona inestable, la liberación de energía provoca movimientos sísmicos detectables por los habitantes del oriente de la ciudad.
Aunque la actividad en la parte estable no libera energía de manera perceptible, sus constantes movimientos afectan la región inestable, provocando eventos sísmicos. Además, la falla Barranca del Muerto influye en la falla Mixcoac, ubicada 800 metros al norte.
“En ambas secuencias sísmicas detectamos un comportamiento similar. Incluso entre los eventos que preceden al de mayo, hay movimiento asísmico en la falla Barranca del Muerto. Luego, ocurre un evento más fuerte que puede alterar la estabilidad de las otras fallas. Por ello, siete meses después se registró un evento similar en la falla Mixcoac-Plateros”, explicó.
Este fenómeno es conocido como triggering (desencadenamiento sísmico). De acuerdo con Solano Rojas, el triggering ocurre cuando un terremoto o un factor externo provoca la liberación de energía en una falla cercana, generando un nuevo movimiento sísmico o asísmico. Este proceso se explica por la transferencia de esfuerzos en la corteza terrestre: cuando se libera energía en un sismo, las tensiones se redistribuyen, lo que puede aumentar la presión en fallas adyacentes cercanas a su punto de ruptura.
La contribución del InSAR
Aunque los sismos lentos han sido detectados a nivel global, no había antecedentes de que ocurrieran en la Ciudad de México. Sin embargo, ya se habían reportado secuencias similares en 1981, 2014 y 2019. “Carecíamos de la información proporcionada por el InSAR (Interferometric Synthetic Aperture Radar o Radar Interferométrico de Apertura Sintética) para comprender el patrón de deformación en superficie. Esto no solo ayuda a entender el origen de los microsismos, sino también la topografía de la zona, que usualmente es una barranca”, señaló Solano Rojas.
Para obtener estos datos, el equipo de la UNAM utilizó, entre otras técnicas, el InSAR, una tecnología de teledetección que emplea imágenes satelitales —denominadas en el argot técnico como imágenes de radar de apertura sintética (SAR)— para medir desplazamientos y deformaciones en la superficie terrestre con precisión milimétrica.
Con el InSAR es posible:
- Estudiar la deformación del suelo antes y después de eventos sísmicos.
- Detectar hundimientos derivados de la extracción de agua subterránea.
- Evaluar daños tras deslizamientos de tierra, tsunamis o erupciones volcánicas.
- Identificar deformaciones en presas, carreteras y zonas de explotación minera.
Los datos obtenidos mediante esta tecnología permitieron identificar señales de deformación co-sísmica asociadas con los terremotos de mayo y diciembre de 2023, lo que posibilitó modelar el deslizamiento en las fallas Barranca del Muerto y Mixcoac, caracterizado como lento y asísmico.
Desmintiendo mitos
En diversas ocasiones, se ha especulado que el nacimiento de un volcán podría estar detrás de los microsismos en la zona oriente de la CDMX. No obstante, Solano Rojas desmintió esta afirmación, señalando que no existe evidencia científica que lo sustente.
Asimismo, se ha sugerido que la construcción y los constantes trabajos de rehabilitación en la Línea 12 del Metro podrían estar relacionados con estos movimientos. Sin embargo, el especialista descartó esta teoría por tres razones:
1.- La secuencia de microsismos de 1981, que ocurrió en la zona de Mixcoac.
2.- La distancia entre las zonas de microsismos y las estaciones o construcciones del Metro.
3.- Las deformaciones observadas en superficie son demasiado grandes para ser explicadas por actividad humana; solo la tectónica o un fenómeno de mayor escala podría causarlas.
Otra hipótesis es que la sobreexplotación del agua subterránea esté vinculada a estos movimientos telúricos. Aunque no la descartó, el experto de la Facultad de Ingeniería indicó que no hay evidencia suficiente para considerarla la causa principal.
La importancia de la prevención
“Los microsismos continuarán ocurriendo porque la Ciudad de México está asentada en un régimen tectónico activo. Quizá antes no los percibíamos o no contábamos con la tecnología para detectarlos, pero ahora somos más conscientes de su existencia. No es un fenómeno nuevo, pero es necesario estudiar por qué su frecuencia ha aumentado en distintos puntos de la ciudad”, expresó el Dr. Solano Rojas.
Ante esta situación, el especialista instó a las autoridades a gestionar planes de prevención similares a los implementados en zonas costeras. Además, recomendó que las empresas constructoras consideren estos fenómenos geológicos al diseñar infraestructura para garantizar que las edificaciones puedan resistir estos movimientos.
Por su parte, el Dr. Manuel Aguilar Velázquez, del Instituto de Geofísica de la UNAM y también participante en el estudio, subrayó la importancia de una colaboración estrecha entre instituciones gubernamentales y académicas para monitorear estos fenómenos con el detalle que requieren.
“Los microsismos son un fenómeno que, con justa razón, desconcierta a la población. Un estudio de 2020 reveló que el microsismo del 17 de julio de 2019, de magnitud 3.2, pudo haber generado la mayor aceleración registrada en la Ciudad de México. Esto demuestra que estos eventos pueden provocar movimientos incluso más intensos que algunos sismos de gran magnitud originados en la costa”, explicó.
Gracias a estudios recientes, se ha avanzado en la comprensión de los microsismos en la Ciudad de México. La interacción entre zonas geológicamente estables e inestables y el fenómeno de triggering han resultado clave en su generación. Con el uso de herramientas como el InSAR y un enfoque basado en la ciencia, es posible mitigar sus efectos y mejorar la preparación ante estos eventos.
Ideas destacadas
- Los microsismos en la Ciudad de México han aumentado en frecuencia, pero siempre han existido.
- Un estudio de la UNAM identificó que la actividad sísmica en la ciudad se debe a la interacción entre dos zonas geológicamente distintas.
- El triggering o desencadenamiento sísmico explica la relación entre los microsismos registrados en mayo y diciembre de 2023.
- La tecnología InSAR permitió identificar desplazamientos en las fallas Barranca del Muerto y Mixcoac.
- No hay evidencia de que los microsismos estén relacionados con la construcción del Metro o el nacimiento de un volcán.
- Es fundamental fortalecer la prevención y considerar estos fenómenos en el desarrollo urbano de la CDMX.
¿Quieres mantenerte a tanto de todas las noticias hoy en Puebla? ¡Explora más en nuestro portal ahora mismo!
Foto UNAM
mala
municipios_interiores:
Encuesta
Destacadas
-
En Izúcar se realiza el primer encuentro regional de TecuanesIzucar de MatamorosHace: 1 año 1 día
-
Certifican a empresas de Atlixco para brindar mejor servicio a los turistasAtlixcoHace: 2 años 4 meses
-
Policias de Yucatán son acusados de violar y asesinar a un joven de 23 años de edadNaciónHace: 3 años 7 meses
-
Roban camión con leche Liconsa y lo dejan en TecamachalcoTecamachalcoHace: 6 años 3 meses
-
Justifica síndico desalojo de juegos mecánicos por parque de 4 mdpTehuacánHace: 6 años 7 meses
-
Marcharán en Coapan contra patrocinio a Carrera de la TortillaTehuacánHace: 6 años 7 meses
-
Por falta de policías, piden Seguridad Estatal en YehualtepecCiudad SerdánHace: 6 años 7 meses
-
Acusan a alcaldesa de Tehuacán por actos de corrupciónTehuacánHace: 6 años 7 meses