En un giro inesperado, Pete Hegseth, secretario de Defensa de Estados Unidos, advirtió que su país no dudaría en tomar acciones militares unilaterales contra los cárteles mexicanos si el gobierno de México no refuerza la seguridad en la frontera sur y toma medidas más estrictas contra los grupos criminales. La advertencia fue lanzada durante una llamada con funcionarios mexicanos el pasado 31 de enero, según informó The Wall Street Journal.

El tono de la conversación generó sorpresa y molestia entre los altos mandos de México, quienes consideraron que las amenazas de EE.UU. eran excesivas. Según el medio estadounidense, los funcionarios mexicanos se sintieron "sorprendidos y enojados" ante la dureza del ultimátum, y muchos se cuestionaron la postura agresiva del gobierno de Trump.

Esta llamada de Hegseth ocurrió apenas horas antes de que el presidente Donald Trump anunciara la imposición de aranceles del 25% a los productos mexicanos, lo que significaba un golpe económico para el país. La medida, sin embargo, fue suspendida después de una negociación que involucró a la presidenta de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. En este acuerdo, México se comprometió a intensificar su lucha contra los cárteles de la droga y a reforzar el control fronterizo mediante el despliegue de 10 mil miembros de la Guardia Nacional.

México no solo aceptó reforzar la seguridad en la frontera sur, sino que también aumentó las medidas de cooperación con EE.UU. en la lucha contra el narcotráfico. En los meses siguientes, se ha evidenciado un esfuerzo renovado por parte del gobierno mexicano para capturar narcotraficantes y destruir redes de tráfico de drogas. Un ejemplo de ello fue la extradición de 29 capos del narcotráfico a EE.UU. en el mes de febrero, resultado directo de una serie de reuniones entre funcionarios de ambos países, incluidas conversaciones entre el gabinete de seguridad mexicano y los representantes estadounidenses, entre ellos Hegseth.

El acuerdo entre México y EE.UU. también implicó el envío de más recursos y personal a las zonas fronterizas, así como un compromiso por parte de las autoridades mexicanas de frenar la migración ilegal. No obstante, la tensión persiste. Hegseth y otros funcionarios del gobierno estadounidense han dejado claro que las acciones militares son una opción sobre la mesa si no se cumplen los compromisos establecidos.

El gobierno mexicano, por su parte, ha insistido en que, aunque está dispuesto a colaborar con Estados Unidos, su estrategia de seguridad debe basarse en un enfoque integral que respete la soberanía nacional. El hecho de que México haya aceptado algunas de las exigencias de EE.UU. no ha estado exento de críticas dentro del país, ya que muchos consideran que estas presiones podrían afectar el modelo de seguridad propuesto por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

La creciente presión sobre México de parte de Estados Unidos genera incertidumbre sobre el futuro de la relación bilateral y sobre las medidas que se tomarán en las próximas semanas. La cooperación y las amenazas de acciones militares continúan siendo el tema central de las negociaciones entre ambos países, y el resultado de estas conversaciones podría tener repercusiones no solo en la seguridad fronteriza, sino también en la política interna de México.

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xmh