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La “gatoterapia” como herramienta de rehabilitación en los reclusorios de CDMX

  • Xóchitl Montero
Este enfoque podría sentar un precedente en el ámbito penitenciario, llevando a la Ciudad de México a la vanguardia en cuanto a programas de rehabilitación y salud mental dentro de sus reclusorios

En los centros penitenciarios de la Ciudad de México, los felinos han ganado un lugar especial como aliados en los procesos de reinserción social de las personas privadas de la libertad (PPL), sobre todo para aquellos con antecedentes de conductas antisociales. El fenómeno de la “gatoterapia” se perfila como una estrategia innovadora para el cuidado de la salud mental dentro de los penales, y su consolidación está siendo impulsada por diversos actores dentro del ámbito político y social.

Uno de los ejemplos más representativos de esta convivencia ocurre en el Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan, donde viven 36 gatos. La tarea de su cuidado está a cargo de Sara Alderete, quien es una interna conocida en el penal como la "Narcosatánica". Según relata Alderete, los felinos llegaron al lugar por diversas circunstancias: algunos nacieron allí mismo, mientras que otros llegaron desde el exterior. Esta convivencia ha derivado en una relación de apego profundo, tanto entre los internos como con los animales, lo que ha llevado a los responsables del reclusorio a considerar la posibilidad de institucionalizar la “gatoterapia”.

La diputada de la Ciudad de México, Rebeca Peralta León, ha sido testigo de los efectos positivos que los gatos tienen en los internos, particularmente en el Reclusorio Oriente, uno de los más grandes de la ciudad. Peralta León menciona que los hombres en este penal desarrollan una relación muy cercana con sus mascotas, llegando incluso a saber la edad exacta de cada uno de ellos. La conexión emocional que se establece entre ellos parece ser tan fuerte que los gatos se convierten en una especie de familia para los reclusos, lo que en opinión de Peralta León, es clave en el proceso de reinserción social.

Según especialistas en psicología, el vínculo con los animales no solo tiene beneficios emocionales, sino que también juega un papel fundamental en la reconstrucción de la autoestima de los internos. Angelina Guerrero Luna, investigadora de la Facultad de Psicología de la UNAM, afirma que el contacto con los animales puede ayudar a las personas a recuperar la sensibilidad y a sanar traumas del pasado, tales como abusos o problemas familiares. Este tipo de interacción contribuye a la construcción de confianza y, lo que es aún más importante, a la recuperación del respeto hacia los demás y hacia uno mismo.

Un claro ejemplo de la transformación que se puede lograr gracias a la "gatoterapia" es el caso de Alejandra, una interna que pronto obtendrá su libertad. Peralta León señala que la joven ha mostrado cambios notables en su comportamiento desde que comenzó a cuidar a los gatos, en colaboración con Sara Alderete. De acuerdo con los testimonios de los involucrados, Alejandra ha logrado superar muchas de las barreras emocionales que antes la limitaban, y su actitud hacia los demás ha mejorado considerablemente.

El impacto de esta terapia va más allá de un simple acompañamiento emocional. Según los expertos, las mascotas pueden ayudar a los internos a aprender a desarrollar cualidades como el respeto, que a menudo no han experimentado en su vida personal. En este sentido, los felinos ofrecen una oportunidad única para que los reclusos se reencuentren con su humanidad y con valores fundamentales para una reintegración exitosa en la sociedad.

Actualmente, las cárceles de la Ciudad de México albergan a más de 25 mil personas privadas de la libertad, según datos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC). Ante esta cifra, la diputada Peralta León destaca que programas similares ya se han implementado con éxito en países como Estados Unidos, donde la combinación de terapias con animales y el trabajo de reinserción social ha mostrado resultados positivos.

Con la creación de un programa formal de "gatoterapia", se espera que los felinos en los penales de la Ciudad de México cuenten con las condiciones adecuadas para su bienestar. Esto incluye garantizar su alimentación, atención médica, y la implementación de un padrón oficial para su control y cuidado. De esta forma, los gatos no solo se convierten en un recurso terapéutico, sino también en una herramienta clave para el proceso de rehabilitación de los internos, buscando siempre la reinserción exitosa y la mejora de su calidad de vida.

Este innovador enfoque, que promueve la interacción con los animales como un medio para sanar emocionalmente, podría sentar un precedente en el ámbito penitenciario, llevando a la Ciudad de México a la vanguardia en cuanto a programas de rehabilitación y salud mental dentro de sus reclusorios.

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