El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó el pasado 10 de febrero una orden ejecutiva que pone fin a la prohibición de los popotes de plástico en el gobierno federal, medida que había sido implementada durante la administración de Joe Biden. Con esta nueva orden, Trump da marcha atrás en la decisión que restringía el uso de estos artículos en favor de los popotes de papel, los cuales, según su administración, han mostrado ser ineficaces y dañinos para la experiencia del consumidor.

En su declaración, el presidente argumentó que los popotes de papel no son funcionales, mencionando que “se rompen, explotan” y no duran mucho, especialmente cuando la bebida está caliente. Para él, el uso de estos popotes representa una "situación ridícula", abriendo la puerta nuevamente a los popotes de plástico. “Volveremos a las pajitas de plástico", aseguró Trump en la Casa Blanca.

Sin embargo, esta vuelta a los plásticos ha generado un debate sobre las alternativas más responsables para el medio ambiente. Ignacio Parada, CEO de Bioelements, una empresa especializada en packaging sostenible, subrayó que el verdadero camino debería ser la adopción de bioplásticos, materiales que provienen de fuentes renovables y no de recursos fósiles. Según Parada, la discusión sobre el futuro de los popotes no debe limitarse a elegir entre plástico y papel, sino que la verdadera solución está en materiales que sean biodegradables y no dejen huella en el medio ambiente.

Parada destacó que la prohibición de los popotes de papel en EE.UU. debería haber sido una oportunidad para promover alternativas como los biomateriales, que ofrecen la misma funcionalidad que los plásticos tradicionales pero con un menor impacto ambiental. “Los bioplásticos tienen el mismo uso que un plástico convencional, pero son responsables con el medio ambiente y no duran para siempre”, explicó el especialista. Para Parada, la clave está en la innovación y la ciencia, lo cual permitiría una transición hacia un uso más sostenible sin comprometer la calidad y utilidad de los productos.

Los bioplásticos, como los derivados de la caña de azúcar o el algodón, no solo ofrecen una alternativa ecológica, sino que también son biodegradables, lo que significa que se descomponen de forma natural sin dejar residuos duraderos. A diferencia de los plásticos convencionales, que se degradan de manera extremadamente lenta, los bioplásticos no representan una amenaza prolongada para los ecosistemas marinos, donde el plástico es un grave contaminante. De hecho, según la WWF, los plásticos desechados en el mar son frecuentemente confundidos por animales marinos como alimento, lo que pone en riesgo la fauna marina.

Parada también destacó que el uso de materiales bioplásticos ha sido investigado exhaustivamente por su empresa, y aseguraron que sus productos no generan micropartículas o nanopartículas que puedan dañar el medio ambiente o la salud humana. Este avance es crucial, pues los estudios han demostrado que muchos materiales plásticos no solo tardan en degradarse, sino que al hacerlo liberan pequeñas partículas que son absorbidas por los organismos vivos.

El debate sobre los popotes de papel versus plástico refleja una discusión más amplia sobre cómo abordar la contaminación por plásticos. La Casa Blanca, en su defensa de los popotes de plástico, señaló que los popotes de papel también presentan riesgos para la salud, debido a los productos químicos como los PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas), que pueden filtrarse en las bebidas. Además, los popotes de papel requieren más recursos y agua en su producción, lo que eleva su huella de carbono.

El uso de plásticos y popotes de papel sigue siendo un desafío global. En México, por ejemplo, la Ley del Uso de Bolsas de Plástico y Popotes en Establecimientos Comerciales, que entró en vigor en febrero de 2020, prohíbe el uso de popotes de plástico en la venta y consumo de bebidas. Sin embargo, la transición hacia materiales más sostenibles es aún un tema complejo, que requiere considerar alternativas como los bioplásticos, para evitar que la problemática de la contaminación continúe creciendo.

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xmh