Rose Girone, la sobreviviente del Holocausto más longeva, ha fallecido a los 113 años. Su muerte ocurrió en un hogar de ancianos en Bellmore, Nueva York, como informó su hija Reha Bennicasa. Girone vivió una historia marcada por el sufrimiento, pero también por una resiliencia que la acompañó a lo largo de su vida, mucho después de que concluyera la Segunda Guerra Mundial.

La mujer, nacida como Rosa Raubvogel en 1912 en Polonia, fue testigo de las atrocidades cometidas por el régimen nazi y vivió de cerca el impacto de la violencia, la opresión y la discriminación. Fue deportada junto a su marido, quien fue arrestado y llevado al campo de concentración de Buchenwald, mientras ella, embarazada de ocho meses, quedaba sola. La tragedia no terminó ahí; tras la captura de su esposo, la familia fue forzada a huir, encontrándose en China, donde la situación no fue menos adversa. Durante su estancia en ese país, ocupada por Japón, Rose vivió en condiciones de extrema miseria, atrapada en un gueto y bajo el control de los soldados japoneses.

Lo que parecía ser un infierno sin fin fue enfrentado con una increíble fortaleza. Girone empezó a tejer ropa para sobrevivir, una habilidad que no solo le permitió mantenerse a flote durante esos años difíciles, sino que se convirtió en un símbolo de su resistencia ante la adversidad.

En sus últimos años, Rose vivió en Estados Unidos, donde junto con su familia, logró rehacer su vida. En su testimonio, relató cómo, aún estando en un campo de concentración, su hija tuvo que recibir un nombre impuesto por los nazis, de una lista autorizada por Hitler. A pesar de la brutalidad de las circunstancias, Rose nunca perdió su claridad mental. Para ella, los desafíos eran solo una nueva oportunidad para sobreponerse.

Su hija, Reha Bennicasa, destacó el carácter de su madre. "Era una mujer fuerte, con mucho sentido común. No importaba cuán terribles fueran las situaciones, siempre encontraba una manera de sacar lo mejor de ellas", relató en una entrevista. Y aunque la guerra dejó cicatrices profundas, Girone mostró siempre una valentía y una dignidad que la convirtieron en un ejemplo de lucha y resistencia.

Su partida marca el fin de una era en la que los sobrevivientes del Holocausto aún están entre nosotros para recordar los horrores de esa época. Actualmente, se estima que alrededor de 245,000 sobrevivientes viven en Estados Unidos, siendo Nueva York uno de los estados con mayor población de estas personas, con aproximadamente 14,000 aún con vida.

Rose Girone es un recordatorio viviente de los horrores del pasado, pero también de la capacidad humana para resistir y reconstruir. Su legado sigue siendo una lección de fortaleza y supervivencia, que se transmite ahora a las nuevas generaciones que nunca vivieron directamente los estragos de la Segunda Guerra Mundial, pero que, al igual que ella, deben aprender a enfrentar los desafíos de su tiempo.

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Foto cortesía

xmh