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Trump 2.0 primer día
Imposible que la mayoría de los votantes norteamericanos no conocieran las insuficiencias personales de quien escogieron como presidente. La votación obtenida no sólo registra la mayoría de los votos de los blancos, particularmente masculinos, también una adhesión significativa en los jóvenes, hispanos y los de color. Como aquí, con López Obrador y después con Claudia Sheinbaum obtuvieron el apoyo de las clases medias, abrumador en las zonas rurales. Los presidentes de ahora llegan al poder con un aval considerable de la población y, en nuestro caso, ese respaldo se mantiene o acrecienta a pesar de los malos resultados en ejercicio del gobierno.
Los ciudadanos votan no por la persona, sino por lo que representa. En los primeros años del gobierno de López Obrador se preguntaba en encuestas si creían que el presidente hablaba con apego a la verdad; la mayoría respondía que no. Aun así, una proporción importante de incrédulos apoyaban al mandatario, una expresión inequívoca de cinismo social. Algo semejante ocurría con las encuestas de desempeño, reprobaban al gobierno, pero apoyaban a quien lo presidía.
Buena parte de las observaciones, o todas, se centran en la persona de Donald Trump, hoy presidente del país más poderoso del mundo, vecino nuestro, principal mercado y lugar de residencia irregular de millones de mexicanos que huyen del país por la falta de oportunidades y la violencia en sus lugares de origen. Muchos hablan de Trump, nadie de la sociedad que le ha llevado al poder, la razón del indiscutible respaldo popular después de documentados juicios en su contra, algunos con sentencias: el primer presidente en asumir el cargo con condena por delitos que acreditan una falta elemental de integridad.
Como bien dijera este lunes, Milagros Pérez Oliva de El País, Donald Trump vuelve hoy, a los 78 años, a la Casa Blanca con más fuerza y menos escrúpulos que en su primer mandato. Hay que decir que la sociedad norteamericana ha cambiado de manera importante, según esto la economía decide las elecciones, pero la gestión de Biden fue claramente mejor que la de su predecesor. La realidad es que la percepción es la que decide, no tanto la realidad; más aún lo que las personas ven, sienten y aspiran se resuelve en el terreno de las emociones que tienen ver con la manera de vivir, convivir, informarse y entretenerse. El populismo, al menos en los países desarrollados, se alimenta por la irrupción de una nueva sociedad colonizada culturalmente por la tecnología digital y el deterioro de la calidad informativa, consecuentemente del debate público. Exultante se vio a Musk en la toma de protesta.
En la época del cinismo no importa la democracia, tampoco las libertades, sino llegar a Marte. Además los agentes del la irrupción tecnológica que alteran las premisas de la democracia liberal participan del poder político. No son quienes mandan, pero sí influyen en grado extremo y las libertades se promueven a su modo, al igual que los programas de gasto público, la orientación del presupuesto y, desde luego, los privilegios fiscales. Los ultrarricos son los polizontes del populismo en los dos sentidos: custodios y viajeros clandestinos sin pagar. Acontece en EU y también aquí.
El tema conduce a una obligada pregunta. Será tansitorio o llegó para quedarse por generaciones. Todo depende del proceso social implícito, considerando un horizonte mayor, las condiciones objetivas y subjetivas de la población, particularmente las materiales, en un mundo en el que las necesidades básicas evolucionan rápidamente. El motor del populismo es la insatisfacción, que jugará en contra, porque el descontento remite a un pasado y quien gobierna, más temprano que tarde se va integrando a ese pasado. La retórica cuenta mucho, sobre todo por la dimensión emocional del sujeto, pero también por la situación de las personas y el curso de sus aspiraciones.
Trump no hubiera prevalecido en la elección si no fuera un cínico apoyado en tal condición por la mayoría de los votantes, así como por las mediaciones entre la sociedad y la política, particularmente los medios de comunicación tradicionales y los de corte digital.
El problema ahora es que quienes le votaron esperan y exigen certeza, que lo que se haga sea consecuente con lo que se espera. En la atención de eso, la respuesta parece ser la peor versión de Trump y su gobierno. Eso es lo que se advierte del primer día y para México peor imposible en todos los frentes.
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