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Aprender a navegar en la incertidumbre

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Será crucial que no nos paralicemos ni esperemos a que la estabilidad y las certezas regresen para tomar decisiones, porque quizás tarden muchos meses o varios años en volver… si es que algún día vuelven

¿Cuál es la trayectoria esperada del peso frente al dólar en este año?

Cualquier predicción que se haga, es casi como si se jugara a la ruleta.

No hay ninguna certeza.

Lo que ocurrió en 2024 es un ejemplo de esta ausencia de certidumbre.

Al comenzar el año pasado, el consenso de los expertos establecía que el dólar cerraría con una cotización de 18.53 pesos.

El resultado fue un cierre de 20.78 pesos, 2 pesos y 25 centavos por arriba de lo previsto. Es decir, el error fue de 12.1 por ciento.

Ahora, el promedio de los especialistas estima que terminará 2025 en 20.53 pesos.

Si hubiera un error de la misma magnitud, hacia arriba, concluiríamos con una cotización de 23 pesos por dólar.

Si el error fuera hacia abajo, terminaríamos en 18.04 pesos.

Obviamente un rango de 18.04 a 23 pesos es excesivo y completamente inútil para tomar decisiones, pero plantearlo así sirve para ilustrar lo impredecible del tipo de cambio.

A veces se ponen sobre la mesa solamente los efectos negativos de esta probable volatilidad, como es la imposibilidad de planear con un margen razonable de certeza.

Pocas veces, sin embargo, se ponderan los efectos positivos, como el hecho de que el tipo de cambio sea la principal variable de ajuste en lugar de que lo sean, por ejemplo, las tasas de interés o incluso la actividad económica.

El costo para la sociedad es menor si es el valor del dólar el que absorbe mayormente la incertidumbre.

Hay mecanismos a través de los cuales las empresas, el gobierno o incluso las personas físicas pueden limitar el impacto negativo de las variaciones en la paridad, como son las coberturas.

Desde luego hay un costo implícito, pero se trata del que hay que pagar siempre en el caso de que un seguro nos cubra de una situación de riesgo.

Por otro lado, si por alguna razón la paridad del peso se ubicara en niveles, por ejemplo, arriba de los 21, no será ningún desastre.

Si consideráramos, por ejemplo, que la paridad de finales del 2017, de 19.76 pesos por dólar fuera “de equilibrio”, encontramos que simplemente por el diferencial de inflaciones entre México y Estados Unidos que ha habido desde entonces, la paridad tendría que haberse ajustado en 10 por ciento.

Así que una paridad “de equilibrio” a la fecha sería de 21.73 pesos.

Claro que los mercados cambiarios no funcionan buscando “paridades de equilibrio”, pero ese ejercicio es una buena referencia para ubicar que, en términos reales, un tipo de cambio cercano a los 22 pesos no estaría muy distante de los niveles que prevalecían en el penúltimo año del sexenio de Enrique Peña.

Un reto para todos nosotros en el año que comienza es que necesitamos aprender a navegar en la incertidumbre.

La elección de Trump, así como las diversas reformas emprendidas en México, han traído al país esa condición.

Será crucial que no nos paralicemos ni esperemos a que la estabilidad y las certezas regresen para tomar decisiones, porque quizás tarden muchos meses o varios años en volver… si es que algún día vuelven.

Un desafío para las empresas es lidiar exitosamente con esa circunstancia, limitando los riesgos y aprovechando las oportunidades.

La paradoja de situaciones como la que vivimos es que al mismo tiempo que traen consigo riesgos, generan más oportunidades que las que aparecen en tiempos que pudieran considerarse de ‘normalidad’.

Regresaremos a este tema en los siguientes días.

Feliz año

Pese a todos los desafíos que el 2025 traerá consigo, deseo al lector un año con felicidad y prosperidad.

 

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Columna Coordenadas de Enrique Quintana en El Financiero

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